Descubramos
lo que es la maravilla del amor que nos tiene para elegirnos de manera especial
y aprendamos a gustar el estar con El saboreando la presencia de su amor
Hebreos 8,6-13; Sal 84; Marcos 3,13-19
Es cierto que
cuando nos sentimos atraídos por una persona, nos agrada su manera de ser,
sintonizamos de alguna manera con su pensamiento y con su ideales, no solo
vemos en esa persona un modelo para nuestra vida, sino que además sentimos un
deseo profundo de estar con esa persona, de no apartarnos de ella, se seguirle
a donde quiera que vaya. Nace una comunión profunda en el corazón que en fin de
cuentas son deseos y expresiones del amor.
Así iremos
viendo en el evangelio que muchas gentes se sienten atraída por Jesús, quieren
estar con El. En algún momento se nos dirá que por irse con Jesús muchos de
ellos llevan hasta varios días sin comer. Jesús ha despertado en sus corazones,
metas, ideales, sueños, esperanzas, deseos de algo mejor y que tienen la
sensación que si no se apartan de Jesús podrán alcanzar todos esos sueños y
esas metas. Muchos merodean alrededor de Jesús.
Pero en estos
asuntos del Reino de Dios hay cosas que en cierto modo nos desconciertan porque
parece que van a la contra de lo que uno buenamente desea, pero al tiempo nos
encontraremos que los caminos de Jesús son bien distintos. No es cuestión solo
de que quieran estar con Jesús; es necesario algo más y algo distinto, es
necesario ser llamados por Jesús. Algo misterioso que en ocasiones se
manifestará de una forma sencilla, pero quien siente la llamada en el corazón
se siente al mismo tiempo sorprendido, porque se da cuenta de que hay una elección
especial entre otros, que hay un amor especial. Vocación es llamada de amor,
desde el amor y que solo podrá responderse queriendo vivir ese amor más
profundo.
Hoy lo
contemplamos en el evangelio. Son muchos ya los que están siguiendo a Jesús. Hablando
de tácticas humanas, pero las divinas están muy por encima, podríamos decir que
Jesús quiere ir formando su equipo. Pero bien sabemos que es algo más. Van a
tener su misma misión, realizar su misma obra, tendrán que aprender a llenarse
de Jesús.
Nos dice el
evangelio que ‘Jesús subió al monte y llamó a los que El quiso’. Es
bueno irse fijando en estos detalles, una llamada y que es solamente desde lo que
es la voluntad del Señor. Y de entre todos ‘instituyó a Doce para que
estuvieran con El y para enviarlos a predicar – ya va saliendo el misterio
de la misión – y para que tuvieran autoridad para expulsar demonios’.
El mal había
de ser destruido para que reinara el amor, para que sea en verdad el Reino de
Dios. Y Jesús va realizando signos de esa victoria sobre el mal. En el corto
tramo del evangelio de Marcos que hemos ido escuchando, hemos visto ya a Jesús
en dos ocasiones expulsando demonios, pero lo hemos visto trayéndonos el
perdón. Ahora nos resalta el evangelista que los tuvo con él ‘para que
tuvieran autoridad para expulsar demonios’.
La misión de
la transformación de nuestro mundo que tenemos que realizar. Es nuestra tarea
cuando queremos poner la paz, cuando queremos que reine el amor, cuando
queremos que brille la justicia, cuando queremos un mundo de fraternidad para
todos, cuando queremos construir el Reino de Dios. Son las señales que nosotros
también hemos de dar.
La obra de
Jesús y nuestra obra. A nosotros también nos llama, y lo hace por nuestro
nombre, a nosotros también nos quiere con El. No es ya que nosotros queramos
estar con El sino que quiere tenernos con El, a su lado. Es algo que tenemos
que considerar muy bien; descubrir lo que es la maravilla del amor que nos
tiene para elegirnos de manera especial. Aprendamos a gustar el estar con El;
que no es solo que nos guste, sino que lo saboreemos, lo disfrutemos, porque
será el camino para que nos mantengamos en fidelidad, aunque nos cueste en
tantas ocasiones.
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