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jueves, 24 de noviembre de 2022

Ánimo, nos viene a decir Jesús, poneos en pie, no os dejéis abatir, no perdáis la esperanza, abrid los ojos, algo nuevo está sucediendo también en nuestro mundo, hay señales de vida

 


Ánimo, nos viene a decir Jesús, poneos en pie, no os dejéis abatir, no perdáis la esperanza, abrid los ojos, algo nuevo está sucediendo también en nuestro mundo, hay señales de vida

Apocalipsis 18,1-2.21-23; 19, 1-3.9ª; Sal 99; Lucas 21,20-28

Una palabra fácil que le decimos al amigo cuando lo vemos decaído es ¡ánimo! Es muy fácil decir, pero qué difícil es levantar el ánimo cuando se está caído. Esta persona está desanimada, decimos, y tratamos de alegrarle la vida, si nos parece nos ponemos hasta a cantar a su lado pero quien se encuentra de verdad desanimado aunque en aquel momento nos quiera ofrecer una sonrisa, parece más bien una sonrisa amarga, una sonrisa llena de angustias, los ojos no terminan de brillarles.

Nos desanimamos cuando los problemas nos aturden y no sabemos encontrar solución; nos desanimamos cuando los fracasos van apareciendo en la vida, intentamos muchas cosas, pero o no sabemos o  no somos capaces, pero parece que las cosas nos van adelante; nos desanimamos cuando contemplamos el mundo en que vivimos que parece que no tiene norte, que anda desorientado, que se llena de apegos que a nada saben pero de los que no queremos desprendernos, y nos sentimos sin fuerzas para emprender algo que levante el ánimo de los demás, o que nos levante el ánimo a nosotros mismos; nos desanimamos cuando parece que todo se acaba, que no hay remedio, que todo parece que va en pendiente abajo hacia su fin. Y pensamos en nuestros esfuerzos, y pensamos en lo que quisimos hacer bien, y pensamos en tantas luchas y trabajos para hacer que la sociedad fuera más justa, para cumplir con nuestras responsabilidades, y ahora todo nos parece oscuro, sin verdaderas luces que den sentido y sabor a nuestro mundo.

Podríamos seguir pensando en muchas cosas así que nos quitan el ánimo, pero pensamos en cómo levantarnos, en cómo reaccionar, en cómo hacer que las cosas cambien a mejor, y seguimos escuchando una voz en nuestro interior que nos dice ¡ánimo!, que todo merece la pena, que un día encontraremos esa luz, que todo puede cambiar a mejor, que ya hay muchos, aunque quizá en la oscuridad de nuestra mente no seamos capaces de verlos, que caminan caminos de solidaridad, que buscan sinceramente la paz, que van queriendo poner más amor en nuestro mundo.

Es una voz luminosa la que escuchamos en nuestro interior; es una voz que nos ayuda a descubrir esas señales de algo nuevo que va brotando por todas partes, que son señales de que el Reino de Dios va prendiendo en nuestro mundo y que no podemos dejar apagar, sino todo lo contrario avivar más y más para que se encienda ese nuevo fuego de vida y amor.

Hoy el evangelio nos traza unas señales que bien podrían llenarnos aún más de angustias y de temores, y que parece que son cosas calcadas de lo que ahora mismo estamos viendo en el mundo y en la sociedad en la que vivimos. Se nos habla de destrucción – que son, es cierto, unas descripciones de lo que fue la destrucción de la ciudad y el templo de Jerusalén – pero que bien podrían estar reflejando las guerras que nos asolan, las epidemias que tantas vidas han destruido, las catástrofes naturales ya sean terremotos, volcanes o inundaciones que son noticias casi todos los días en nuestros noticieros.

Y ante todo eso, ¿cómo podemos sentirnos? Pues Jesús nos tiene una buena noticia, tiene para nosotros una palabra de aliento y de ánimo. Escuchemos directamente lo que nos está diciendo en el final de este texto del evangelio que hoy escuchamos. Nos podría pasar desapercibido si nos dejamos envolver por lo anterior, pero tenemos que escuchar completa la buena noticia que Jesús quiere darnos. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación’.

Animo, nos viene a decir Jesús. poneos en pie, no os dejéis abatir, no perdáis la esperanza; abrir los ojos, algo nuevo está sucediendo también en nuestro mundo y no todo es muerte y destrucción, hay muchas señales de vida, hay muchas señales de amor.  La salvación se está haciendo presente en nuestro mundo, y tenemos que vivirla, por eso tenemos que llenarnos de esperanza, por eso tenemos que seguir el camino con perseverancia. Pongámonos en camino.

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