Ánimo, nos viene a decir Jesús, poneos en pie, no os dejéis
abatir, no perdáis la esperanza, abrid los ojos, algo nuevo está sucediendo
también en nuestro mundo, hay señales de vida
Apocalipsis 18,1-2.21-23; 19, 1-3.9ª; Sal
99; Lucas 21,20-28
Una palabra fácil
que le decimos al amigo cuando lo vemos decaído es ¡ánimo! Es muy fácil decir,
pero qué difícil es levantar el ánimo cuando se está caído. Esta persona está
desanimada, decimos, y tratamos de alegrarle la vida, si nos parece nos ponemos
hasta a cantar a su lado pero quien se encuentra de verdad desanimado aunque en
aquel momento nos quiera ofrecer una sonrisa, parece más bien una sonrisa
amarga, una sonrisa llena de angustias, los ojos no terminan de brillarles.
Nos
desanimamos cuando los problemas nos aturden y no sabemos encontrar solución;
nos desanimamos cuando los fracasos van apareciendo en la vida, intentamos
muchas cosas, pero o no sabemos o no
somos capaces, pero parece que las cosas nos van adelante; nos desanimamos
cuando contemplamos el mundo en que vivimos que parece que no tiene norte, que
anda desorientado, que se llena de apegos que a nada saben pero de los que no
queremos desprendernos, y nos sentimos sin fuerzas para emprender algo que
levante el ánimo de los demás, o que nos levante el ánimo a nosotros mismos;
nos desanimamos cuando parece que todo se acaba, que no hay remedio, que todo
parece que va en pendiente abajo hacia su fin. Y pensamos en nuestros
esfuerzos, y pensamos en lo que quisimos hacer bien, y pensamos en tantas
luchas y trabajos para hacer que la sociedad fuera más justa, para cumplir con
nuestras responsabilidades, y ahora todo nos parece oscuro, sin verdaderas
luces que den sentido y sabor a nuestro mundo.
Podríamos
seguir pensando en muchas cosas así que nos quitan el ánimo, pero pensamos en
cómo levantarnos, en cómo reaccionar, en cómo hacer que las cosas cambien a
mejor, y seguimos escuchando una voz en nuestro interior que nos dice ¡ánimo!,
que todo merece la pena, que un día encontraremos esa luz, que todo puede cambiar
a mejor, que ya hay muchos, aunque quizá en la oscuridad de nuestra mente no
seamos capaces de verlos, que caminan caminos de solidaridad, que buscan
sinceramente la paz, que van queriendo poner más amor en nuestro mundo.
Es una voz
luminosa la que escuchamos en nuestro interior; es una voz que nos ayuda a
descubrir esas señales de algo nuevo que va brotando por todas partes, que son
señales de que el Reino de Dios va prendiendo en nuestro mundo y que no podemos
dejar apagar, sino todo lo contrario avivar más y más para que se encienda ese
nuevo fuego de vida y amor.
Hoy el
evangelio nos traza unas señales que bien podrían llenarnos aún más de
angustias y de temores, y que parece que son cosas calcadas de lo que ahora
mismo estamos viendo en el mundo y en la sociedad en la que vivimos. Se nos
habla de destrucción – que son, es cierto, unas descripciones de lo que fue la
destrucción de la ciudad y el templo de Jerusalén – pero que bien podrían estar
reflejando las guerras que nos asolan, las epidemias que tantas vidas han
destruido, las catástrofes naturales ya sean terremotos, volcanes o
inundaciones que son noticias casi todos los días en nuestros noticieros.
Y ante todo
eso, ¿cómo podemos sentirnos? Pues Jesús nos tiene una buena noticia, tiene para
nosotros una palabra de aliento y de ánimo. Escuchemos directamente lo que nos
está diciendo en el final de este texto del evangelio que hoy escuchamos. Nos podría
pasar desapercibido si nos dejamos envolver por lo anterior, pero tenemos que escuchar completa la buena noticia que Jesús quiere
darnos. ‘Cuando empiece a suceder
esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación’.
Animo, nos
viene a decir Jesús. poneos en pie, no os dejéis abatir, no perdáis la
esperanza; abrir los ojos, algo nuevo está sucediendo también en nuestro mundo
y no todo es muerte y destrucción, hay muchas señales de vida, hay muchas
señales de amor. La salvación se está
haciendo presente en nuestro mundo, y tenemos que vivirla, por eso tenemos que
llenarnos de esperanza, por eso tenemos que seguir el camino con perseverancia.
Pongámonos en camino.
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