Interrogantes
que se nos plantean, caminos que se abren en la vida ante nosotros, buscamos
esa luz que nos de verdadera sabiduría y plenitud a nuestro existir
Deuteronomio 30, 15-20; Sal 1; Lucas 9,
22-25
¿Qué metas
tenemos en la vida? ¿Hacia donde vamos? ¿Qué buscamos? ¿Por qué y para qué
vivimos? Preguntas a las que tenemos que dar una respuesta personal. Porque es
mi vida, es mi vivir. Pero preguntas que pueden encontrar muchas respuestas
distintas.
Pero ¿qué
responderíamos de una forma personal nosotros? Algunas veces nos quedamos
callados, porque son respuestas que comprometen. Es el compromiso de la vida,
es el sentido de la vida, es lo que traza mi camino. Cuidado que si no damos
respuestas es porque andemos desorientados, vayamos tanteando a ver lo que
sale, o vayamos dando palos de ciego. ¿No crees que sería triste vivir así? Ahí
tenemos que encontrar nuestra verdadera sabiduría. No es cuestión de copiar,
cortar y pegar lo que otros dicen o lo que otros hacen. Mirando a los otros
puede ser que se nos produzcan interrogantes en nuestro interior, mirando a los
otros quizás podemos encontrar ayuda, pero es un camino que personalmente
tenemos que hacer, unas repuestas que personalmente tenemos que dar.
Queremos
vivir, decimos, y parece que con eso está todo dicho, pero cuando solamente
decimos eso, algo quizás nos está fallando por dentro. Quizás aún no hemos
encontrado esa verdadera sabiduría de nuestra vida. Será momento para
detenerse, para reflexionar hondo, para buscar con ahínco, para encontrar esa luz.
Cuando
estamos aun iniciando este camino cuaresmal nos hacemos estas preguntas.
Queremos saber a donde queremos ir. Queremos saber, es cierto, cual es ese
camino de cuaresma que estamos iniciando, pero tenemos que saber ir a lo más
hondo. No es decir, bueno, como el año pasado, vamos haciendo la cuaresma y
luego viene la Semana Santa y terminamos
en la Pascua. No es solo como el año pasado, es hora de seriedad y del momento
presente, porque ahora las circunstancias pueden ser distintas, otros son los problemas
de la vida y del mundo con los que nos vamos a encontrar, y la vida no es una
simple repetición, sino que hemos de darle intensidad a cada momento. Bien
distintos son los problemas que nos toca vivir este año.
‘Mira: hoy pongo delante de ti la vida
y el bien, la muerte y el mal’ le
decía Moisés al pueblo de parte de Dios. Habían de hacer la elección. Ante
nosotros están también esos caminos. Pero tenemos que entender lo que es la
vida, porque no es pensar solo en nosotros mismos, no es solo disfrutar de la
manera que sea, no es simplemente dejarnos llevar por nuestro capricho o
nuestra visión miope; hay que vislumbrar bien todo lo que se pone delante de
nosotros para saber escoger.
Más o menos teóricamente quizá lo
podemos entender, pero a la hora de vivir, a la hora de la práctica aparecen
nuestras querencias, nuestros deseos, nuestras rutinas de la vida, nuestros
caprichos que nos encierran, nuestras pasiones que nos desestabilizan y podemos
perder la perspectiva. ¿Qué es lo que nos dará plenitud a nuestro ser, un
momento de placer y felicidad o algo más hondo que podemos hacer que nos llena
de verdad, y que llena de felicidad también a los que están a nuestro lado?
Muchas opciones tenemos que plantearnos.
Vamos a dejarnos conducir porque quien
de verdad puede iluminar nuestra vida, vamos a ponernos a la sombra de la
Palabra de Dios y vayamos dando pasos de plenitud, pasos llenos de amor y de
generosidad, pasos que nos abran horizontes, pasos en los que iremos
encontrando ese sentido hondo de nuestro ser.
Como perspectiva tenemos la pascua. Ya
en el evangelio de este primer día Jesús nos hace el anuncio de por qué sube a
Jerusalén y que sentido tiene el que caminemos con El, el que queramos seguir
sus mismos pasos. Por eso nos habla de tomar la cruz, pero no es porque
escojamos un camino de sufrimiento, sino porque queremos escoger un camino de
entrega y de amor. Cuando con seriedad queremos coger ese camino parece que
todo da vueltas, que todo se nos trastoca porque nos encontramos con nuevos
valores, porque nos encontraremos que aquello que parece perder la vida sin
embargo es encontrarla, es recobrarla, es alcanzar verdadera plenitud. ‘Pues el que quiera salvar su vida la
perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará’.
Pero todo esto tenemos que irlo
madurando en nuestro interior. Seguiremos dando los pasos de la Cuaresma,
pidamos al Señor que sepamos tener un espíritu abierto a su Palabra, que nos
dejemos guiar por su Espíritu y encontraremos lo que da verdadera plenitud a
nuestro ser. Iremos encontrando las grandes respuestas a nuestra vida.
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