Qué
necesitará nuestro mundo, nuestra Europa llamada tantas veces cristiana, para
que en verdad hoy pueda escuchar el evangelio de Jesús como buena noticia
Hechos de los apóstoles 13, 46-49; Sal 116;
Lucas 10, 1-9
‘Poneos en
camino…’
Había designado Jesús a setenta y dos de entre todos sus discípulos y los había
enviado a hacer anuncio del evangelio ‘de dos en dos, a todos los pueblos y
lugares dónde pensaba ir El’.
Escuchamos de nuevo este pasaje del evangelio del envío de sus discípulos cuando hoy en la liturgia de la Iglesia celebramos a san Cirilo y san Metodio, patronos de Europa y que fueron grandes evangelizadores en extensas regiones europeas. Procedían ellos de la Iglesia Oriental pues su origen estaba en Tesalónica y predicaron en extensas regiones de los Balcanes, dejando impregnada la cultura europea que se iba formando en aquellos tiempos históricos del espíritu y sentido del cristianismo.
Este envío de
Jesús siempre tiene que ser algo que nos dé mucho que pensar. En este pasaje
del evangelio no envía Jesús a sus discípulos, como lo hará al final, para que
recorran el mundo entero; ahora los envía a aquellos lugares cercanos, donde de
alguna manera va a estar ceñida la predicación de Jesús. Y es algo muy concreto
que hemos de tener muy presente nosotros hoy. Porque es ahí, en ese lugar
cercano nuestro, donde es necesario un nuevo anuncio del Evangelio, con
claridad, con precisión, con valentía.
Y no va a ser
tarea fácil, porque nos vamos a encontrar a unas personas que quizá incluso se
llaman cristianas, pero que ya no están tan impregnadas del espíritu del
Evangelio. Son los que vienen de vuelta, como se suele decir; un día el ser
cristiano pudo haber significado algo para ellos, pero ya hoy se hacen oídos
sordos a ese anuncio del evangelio; es más, creen sabérselo todo y por eso
quizá han endurecido su corazón para que no traspase esa coraza que se han
creado en sí mismos la semilla del evangelio. Para ellos ya no es buena noticia
lo que se les anuncie.
Nos dice
Jesús hoy que nos envía como corderos en medio de lobos, pero no porque sea
difícil Jesús nos dispensa de nuestra tarea. ‘Poneos en camino’, nos
dice. Sí, nos hace unas precisiones que creo
son importantes. Hay que ponerse en camino y nos dice ‘no llevéis bolsa, ni
alforja, ni sandalias; y no saludéis a nadie por el camino’. No son
necesarias muchas cosas para el anuncio del evangelio, no tenemos que estar entreteniéndonos
en cosas innecesarias; por eso habla del saludo que hay que evitar, pues los
orientales en sus saludos son muy extensos porque preguntan y repreguntan una y
otra vez por la familia y todos y cada uno de sus miembros. ¿No nos pasa a nosotros cuando nos paramos
por el camino a hablar con el vecino se nos pasan las horas hablando y hablando
sin llegar a nada positivo sino muchas veces a una pérdida de tiempo?
Han de llevar el mensaje de la paz
expresando también en la humildad con que se presentan, la disponibilidad de
sus vidas, el espíritu de servicio para liberar de todo mal a quien se
encuentre atenazado por el sufrimiento. Les ha dado poder para curar de
espíritus inmundos y de toda clase de enfermedad. Son las señales del amor las
que se han de dar siendo verdaderos instrumentos de paz. Es el anuncio que han
de hacer.
¿Cuál es nuestro anuncio hoy? Cuidado
nos entretengamos en cosas que son menos importantes, pero no seamos
verdaderamente esos instrumentos de paz. Cuidado nos estemos preocupando de
muchas técnicas y de muchos medios y no seamos verdaderamente los signos del
amor viviendo con intensidad el espíritu de servicio.
¿Qué necesitará en verdad nuestro
mundo, nuestra Europa que llamamos tantas veces cristiana para que en verdad
hoy se pueda escuchar el evangelio de Jesús verdaderamente como buena noticia?
¿Habría que revisar algo en nuestra manera de hacer el anuncio del evangelio?
¿Estaremos perdiendo el tiempo en cosas que no son las fundamentales? No es
acomodarnos a lo que quisieran escuchar, sino que tiene que ser ese anuncio
auténtico que pueda despertar la atención de nuestra Europa dormida al
Evangelio.
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