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jueves, 3 de febrero de 2022

Los enviados de Jesús solo necesitaron un bastón y unas sandalias para ponerse a caminar y anunciar lo que ellos habían vivido con Jesús, el amor de Dios en sus vidas

 


Los enviados de Jesús solo necesitaron un bastón y unas sandalias para ponerse a caminar y anunciar lo que ellos habían vivido con Jesús, el amor de Dios en sus vidas

1Reyes 2, 1-4. 10-12; Sal.: 1Crón 29, 10-12; Marcos 6, 7-13

Cuando en nuestras tareas y responsabilidades queremos hacer algo, enseguida nos hacemos nuestros proyectos donde detallaremos todo lo que vamos a hacer y por qué lo vamos a hacer, hacemos lo que hoy llamamos estudios de mercado para ver si realmente es algo que interesa, nos planificamos muy bien con nuestros objetivos y con las acciones concretas que vayamos a realizar y por supuesto no nos pueden faltar los presupuestos, que se convierten en algo fundamental para poder llevarlo a cabo. No está mal, en la vida tenemos que ser organizados y las cosas no se pueden hacer a lo loco.

Pero esto que estoy relatando – cosas que uno va aprendiendo en la vida y que te obligan a realizar para cualquier cosa – sin embargo contrasta mucho con lo que hoy nos dice el evangelio. Jesús ha escogido de entre todos sus discípulos a doce, a los que llamará sus enviados, sus apóstoles, les confía una misión y los envía; pero aquí está el detalle, los envía simplemente con un bastón en la mano; no necesitarán nada más; incluso les dice que no lleven una túnica de repuesto. ¿Una mala planificación? Desde nuestros parámetros de hoy quizá nos echamos las manos a la cabeza, porque incluso en nuestras actividades pastorales nos exigen toda aquella planificación que antes mencionábamos.

No quiero que nos sintamos desconcertados por esto que estoy comentando, como si yo quisiera enmendar la plana incluso a lo que nos dice el evangelio; ni mucho menos. ¿Qué está pidiendo Jesús a sus enviados? Yo diría una disponibilidad grande para dejar conducirse por el Espíritu de Jesús. Van a realizar su misma misión, el anuncio del Reino de Dios que llega, van a dar señales de esa llegada del reino de Dios con los signos que pueden realizar, pero eso no lo realizan por sí mismos, es la obra de Dios. no necesitaran ni sus saberes humanos ni de poderes o influencias que se reciban de aquí o de allá, ni lo que puedan tener desde sus propias simpatías; han de ponerse a caminar, solo necesitan unas sandalias y un bastón, porque su apoyo está en el Señor; y lo importante es la disponibilidad de su corazón.

Jesús los había llamado para que estuvieran con El, vivieran con El, de El se impregnaran y a El es al único que tienen que transmitir. Van a comunicar a los demás lo que ellos ya han vivido en su contacto con Jesús; no serán sus palabras o lo que ellos por si mismos sepan hacer – un día habían abandonado sus redes y sus barcas que era lo que ellos sabían hacer -, si antes eran pescadores en aquel lago ahora iban a emprender una nueva pesca, porque serían pescadores de hombres. Y la única red que han de echar es transmitir la palabra de Jesús, realizar los signos de Jesús para manifestar así que en verdad estaba llegando el Reino de Dios.

Demasiado vamos por la vida con nuestros saberes, confiándonos más en los recursos humanos que estén a nuestra mano, que en esa disponibilidad generosa para dejarnos conducir por el Espíritu del Señor. ¿Qué es lo que enseñamos muchas veces? Nos entretenemos con nuestros recursos y nuestras técnicas, echamos manos de doctrinas que hasta obligamos a aprender de memoria e imponemos protocolos de comportamiento y mandamientos, y al final nos quedamos sin anunciar a Jesús como nuestro único Salvador. Nos refugiamos en lo que nos parece más fácil que es poner en las manos un libro de catecismo o de teología, y no hacemos lo que realmente tendría que ser fácil que es anunciar al Jesús en quien nosotros creemos y que es nuestra vida.

Algunas veces nos ponemos a pensar qué es lo que voy a decir o qué es lo que voy a enseñar a través de cualquier medio que tengamos en nuestras manos, y nos olvidamos que es una buena nueva lo que tenemos que anunciar, una buena noticia para todos porque Jesús es nuestro salvador. ¿Será acaso que quizás nosotros no terminamos de vivirlo así y por eso somos incapaces de anunciarlo? ¿Es en verdad lo que vivimos con Jesús lo que nosotros estamos anunciando de Jesús?

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