¿Sabes
con quién me encontré? Nos dejamos encontrar y lo compartimos con los demás
como hizo Felipe primero con Jesús y luego con Natanael
1Juan 3,11-21; Sal 99; Juan 1,43-51
¿Sabes con
quién me encontré? Es la conversación de dos amigos que comparten lo que les
sucede en la vida y se lo cuentan todo el uno al otro. Pudo ser algo casual que
le haya sucedido, o ha sido un encuentro importante; algo que entra en la
comidilla normal de dos amigos que se cuentan sus cosas, o algo que le haya
afectado mucho y que quizás le haya hecho ver las cosas de manera distinta; sea
lo que fuere los amigos lo comparten todo, se alegran el uno con el otro en las
cosas que les sucede, o pueden convertirse en interrogante para el otro
interlocutor que le pueda llevar a él también a nuevos planteamientos. Los
amigos se pasan el tiempo compartiendo las cosas de su vida.
Algo así
sucedió entre Felipe y Natanael. Felipe había tenido un encuentro con Jesús que
fue decisivo en su vida. Aunque el evangelio es parco en palabras de cómo fue
el encuentro de Felipe con Jesús, luego ya Felipe irá contando a su amigo el
gran descubrimiento que ha hecho. ‘Aquel
de quien escribieron Moisés en la ley y los profetas, lo hemos encontrado:
Jesús, hijo de José, de Nazaret’. No puede callarlo, y tan pronto se
encuentra con su amigo Natanael le da la noticia, aunque en esta ocasión
Natanael ponga sus pegas y sus dudas. Salen a relucir en su mutua confianza los
recelos pueblerinos entre gentes de pueblos cercanos que siempre querrán echar
tierra sobre el pueblo que consideran su contrincante. Natanael es de Caná, un
pueblo cercano a Nazaret y de ahí esos recelos y el comentario que le hace a
Felipe. ‘¿De Nazaret puede salir algo bueno?’
Ha sido para él tan importante el
encuentro que ha tenido con Jesús que no quiere entrar en discusiones con su
amigo y se contenta con decirle, ‘ven, y verás’, te vas a convencer por tí
mismo. Y Natanael no se resiste, aunque vaya con sus desconfianzas interiores
que le hará estar a la defensiva ante el saludo con Jesús y sus palabras.
Y es que Jesús lo cautivará, aunque
haya reticencias en su corazón. Las palabras de saludo de Jesús son de alabanza
para Natanael, y en su desconfianza le viene a decir de qué me conoces.
Pero Jesús le recordará cosas que nadie más sabe y que nosotros en nuestras
consideraciones también tantas veces nos hemos hecho muchas cábalas, de manera
que Natanael terminará haciendo una hermosa confesión de fe. ‘Rabí- y
comienza con un reconocimiento pues lo llama maestro -, tú eres el Hijo de
Dios, tú eres el Rey de Israel’.
¡Qué importante es el encuentro! No ha
habido milagros ni cosas extraordinarias, solamente un encuentro, y la vida de
aquellos dos hombres cambiará para comenzar a seguir a Jesús. Lo veremos en
otras ocasiones en el evangelio; son los encuentros profundos y llenos de vida,
son los encuentros en un tú a tú sin muchas mediaciones milagrosas. Claro que quien
se ha encontrado con Jesús puede ser mediación para que otros se encuentren
también con Jesús; como lo fue Felipe para su amigo Natanael, a quien le había
comunicado la noticia de su encuentro con Jesús.
Es importante que nos dejemos
encontrar. En este caso que estamos comentando al hilo del evangelio, que nos
dejemos encontrar por Jesús. Poco más tenemos que hacer que dejarnos
sorprender, abrir los ojos para encontrar la luz. Que nos vale también para
muchas cosas más en la vida, en nuestro encuentro con los demás; nos cuesta
dejarnos sorprender por lo que podemos encontrar en las otras personas; así
vamos de encerrados en nosotros mismos tantas veces por la vida.
Pero que nos vale también para que
nosotros seamos capaces de ser portadores de buenas nuevas para los demás,
porque aquello que vamos viviendo y experimentando seamos capaces de
compartirlo con los demás, como hiciera Felipe con Natanael; podemos ser
mediación para que haya sorpresa también para los demás y se dejen encontrar
por Jesús.
¿Sabes con quien me he encontrado?
Podemos nosotros también decirles a nuestros amigos, a nuestros familiares, a
nuestros compañeros de trabajo, para hablarles de nuestra fe, de nuestro
personal encuentro con Jesús.
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