El
camino del seguidor de Jesús tendrá que ir siempre por la sencillez y por la
humildad, del amor y de la entrega, por el camino de hacerse los últimos para
ser servidores de todos
Eclesiástico 36, 1. 4-5a. 10-17; Sal 78;
Marcos 10,32-45
En todas partes nos encontramos con
quien busca protagonismos, busca por la forma que sea destacar, llamar la atención,
para que se le tenga en cuenta y a la larga conseguir sus metas y ambiciones.
Eso nos lo encontramos fácilmente en muchos grupos humanos y suele ser motivo
de desasosiego e inquietud que va sembrando o que va produciendo reacciones que
corroen la unidad de tal grupo; es un camino fácil de perdición y destrucción.
El grupo de los que seguían a Jesús de
cerca era un grupo humano como todos; se había ido constituyendo desde la
inquietud que aquellos hombres sentían en su interior y que en Jesús comenzaban
a tener respuestas y estaba formado especialmente por aquellos que Jesús había
ido llamando para tenerlos junto a sí; un grupo diverso, pescadores algunos, alguno
como Mateo procedía del campo de los publicanos y en cierto modo funcionario
por la tarea que realizaba de cobrador de impuestos, otros provenían de
aquellos grupos inquietos de los zelotes, probablemente gentes de aquellos
campos de Galilea acostumbrados al cultivo de sus tierras, algunos parientes de
Jesús.
En torno a Jesús se había ido formando
el grupo y Jesús los había ido preparando. Ahora en especial a ellos les
anuncia el sentido de su subida a Jerusalén. Daba la impresión de que iba con
prisa, pues se les adelantaba en el camino de la subida a Jerusalén y ellos se
preguntaban por qué sería aquello. Les desvela su secreto, les revela lo que va
a pasar en Jerusalén, aunque ellos no parecen entender las palabras de Jesús
como veremos en otras ocasiones.
Parecía el momento oportuno cuando
Jesús les había reunido aparte y en una cierta intimidad haciéndoles estos
anuncios, para aquellos dos hermanos expresar a Jesús lo que llevaban, quizá
hacía tiempo, de inquietud en su corazón. Se valen de la presencia de la madre
y le dicen que quieren hacerle una petición. ‘Maestro, queremos que hagas lo
que te vamos a pedir… ¿Qué queréis que haga por vosotros?... Concédenos
sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda… No sabéis lo que
pedís…’ Así transcurrió el diálogo ante la sorpresa y la inquietud del
resto de los discípulos que veían como éstos se les adelantaban en lo que
podían ser aspiraciones de todos.
‘No sabéis lo que pedís…’ les dice Jesús. Pero es Jesús el que ahora pregunta. ‘¿Sois
capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo
con que yo me voy a bautizar?’ Lo que Jesús les plantea es algo serio. El
mismo lo ha anunciado hace un momento, el sentido de su subida a Jesús; es la
entrega, es el amor hasta el final, es el ser capaces de llegar a dar la vida.
Les había hablado de que su subida era para la pasión y para la muerte. Era la
entrega del amor, era el ser capaces de ponerse el ultimo, el ser capaces del
sacrificio por los demás. ¡Qué distinto era lo que ellos pedían! Pedían
honores, pedían poder, pedían participar de la gloria del triunfo sin pasar
antes por la entrega de la pasión. Ellos dicen que están dispuestos aunque sin quizás
pensar demasiado a lo que comprometía aquel bautismo del que Jesús hablaba.
Y los otros discípulos andan por allí
revueltos. Las apetencias de algunos y la búsqueda de protagonismos, como ya
antes decíamos, producen división que lleva a la destrucción. Por eso Jesús los
coge de nuevo aparte a todos ellos para explicarles lo que una y otra vez les
ha dicho. No pueden ellos estar andando con apetencias a la manera de los que
quieren ser poderosos en este mundo. Su camino tendrá que ir siempre por la
sencillez y por la humildad, por el camino del amor y de la entrega, por el camino
de hacerse los últimos para hacerse servidores de todos.
Pero esto tenemos que escucharlo todos
los que queremos seguir a Jesús. Que también andamos muchas veces a
zancadillas, a búsquedas de protagonismos, a querer aparecer para que vean lo
buenos que somos y todas las cosas buenas que hacemos, también queremos
diferenciarnos subiéndonos en pedestales y en las búsquedas de reconocimientos.
Pero en lo único que tenemos que diferenciarnos es en el amor, en que somos
capaces de hacernos los últimos y los servidores de todos. Esos son los
primeros lugares que tenemos que buscar.
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