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miércoles, 26 de mayo de 2021

El camino del seguidor de Jesús tendrá que ir siempre por la sencillez y por la humildad, del amor y de la entrega, por el camino de hacerse los últimos para ser servidores de todos

 


El camino del seguidor de Jesús tendrá que ir siempre por la sencillez y por la humildad, del amor y de la entrega, por el camino de hacerse los últimos para ser servidores de todos

Eclesiástico 36, 1. 4-5a. 10-17; Sal 78; Marcos 10,32-45

En todas partes nos encontramos con quien busca protagonismos, busca por la forma que sea destacar, llamar la atención, para que se le tenga en cuenta y a la larga conseguir sus metas y ambiciones. Eso nos lo encontramos fácilmente en muchos grupos humanos y suele ser motivo de desasosiego e inquietud que va sembrando o que va produciendo reacciones que corroen la unidad de tal grupo; es un camino fácil de perdición y destrucción.

El grupo de los que seguían a Jesús de cerca era un grupo humano como todos; se había ido constituyendo desde la inquietud que aquellos hombres sentían en su interior y que en Jesús comenzaban a tener respuestas y estaba formado especialmente por aquellos que Jesús había ido llamando para tenerlos junto a sí; un grupo diverso, pescadores algunos, alguno como Mateo procedía del campo de los publicanos y en cierto modo funcionario por la tarea que realizaba de cobrador de impuestos, otros provenían de aquellos grupos inquietos de los zelotes, probablemente gentes de aquellos campos de Galilea acostumbrados al cultivo de sus tierras, algunos parientes de Jesús.

En torno a Jesús se había ido formando el grupo y Jesús los había ido preparando. Ahora en especial a ellos les anuncia el sentido de su subida a Jerusalén. Daba la impresión de que iba con prisa, pues se les adelantaba en el camino de la subida a Jerusalén y ellos se preguntaban por qué sería aquello. Les desvela su secreto, les revela lo que va a pasar en Jerusalén, aunque ellos no parecen entender las palabras de Jesús como veremos en otras ocasiones.

Parecía el momento oportuno cuando Jesús les había reunido aparte y en una cierta intimidad haciéndoles estos anuncios, para aquellos dos hermanos expresar a Jesús lo que llevaban, quizá hacía tiempo, de inquietud en su corazón. Se valen de la presencia de la madre y le dicen que quieren hacerle una petición. ‘Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir… ¿Qué queréis que haga por vosotros?... Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda… No sabéis lo que pedís…’ Así transcurrió el diálogo ante la sorpresa y la inquietud del resto de los discípulos que veían como éstos se les adelantaban en lo que podían ser aspiraciones de todos.

‘No sabéis lo que pedís…’ les dice Jesús. Pero es Jesús el que ahora pregunta. ‘¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?’ Lo que Jesús les plantea es algo serio. El mismo lo ha anunciado hace un momento, el sentido de su subida a Jesús; es la entrega, es el amor hasta el final, es el ser capaces de llegar a dar la vida. Les había hablado de que su subida era para la pasión y para la muerte. Era la entrega del amor, era el ser capaces de ponerse el ultimo, el ser capaces del sacrificio por los demás. ¡Qué distinto era lo que ellos pedían! Pedían honores, pedían poder, pedían participar de la gloria del triunfo sin pasar antes por la entrega de la pasión. Ellos dicen que están dispuestos aunque sin quizás pensar demasiado a lo que comprometía aquel bautismo del que Jesús hablaba.

Y los otros discípulos andan por allí revueltos. Las apetencias de algunos y la búsqueda de protagonismos, como ya antes decíamos, producen división que lleva a la destrucción. Por eso Jesús los coge de nuevo aparte a todos ellos para explicarles lo que una y otra vez les ha dicho. No pueden ellos estar andando con apetencias a la manera de los que quieren ser poderosos en este mundo. Su camino tendrá que ir siempre por la sencillez y por la humildad, por el camino del amor y de la entrega, por el camino de hacerse los últimos para hacerse servidores de todos.

Pero esto tenemos que escucharlo todos los que queremos seguir a Jesús. Que también andamos muchas veces a zancadillas, a búsquedas de protagonismos, a querer aparecer para que vean lo buenos que somos y todas las cosas buenas que hacemos, también queremos diferenciarnos subiéndonos en pedestales y en las búsquedas de reconocimientos. Pero en lo único que tenemos que diferenciarnos es en el amor, en que somos capaces de hacernos los últimos y los servidores de todos. Esos son los primeros lugares que tenemos que buscar.

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