Vistas de página en total

jueves, 18 de febrero de 2021

Aunque nos encontremos en el dilema de hallar el verdadero camino estamos en tiempo de hacernos preguntas, de buscar, de perseguir la verdad, de discernir qué es lo mejor

 


Aunque nos encontremos en el dilema de hallar el verdadero camino estamos en tiempo de hacernos preguntas, de buscar, de perseguir la verdad, de discernir qué es lo mejor

Deuteronomio 30, 15-20; Sal 1; Lucas 9, 22-25

Todo lo que nos pueda sonar a fracaso lo rehuimos; si el camino que emprendemos está lleno de dificultades o de problemas que me hacen sufrir tratamos de evitarlo; lo que muchas veces nos hace sufrir es la incertidumbre del mañana, y pensamos en el avance y progreso de nuestros trabajos o de nuestros proyectos y si vemos que la cosa se nos puede torcer nos llenamos de angustias; nos inquieta incluso nuestra propia salud y cuando con el paso de los años nos encontramos más debilitados y que ya quizá no podemos hacer cuanto hacíamos en otro momento de la vida de más esplendor, parece que nos sentimos que nos morimos.

Pero ¿será bueno tener esos planteamientos? ¿No nos llevará a obsesiones y angustias que nada nos ayudan? Pero así se nos va presentando la vida y cada vez quizás nos cuesta mayores sacrificios o el esfuerzo del camino se nos hace cuesta arriba y ni por asomo se nos ocurre pensar, no lo queremos al menos, en fracasos y contratiempos que nos derriben los edificios que en nuestra mente queremos construir.

¿Cómo se sentirían los discípulos más cercanos a Jesús, aquellos que habían puesto en El todas sus esperanzas cuando Jesús les anunciaba que todo aquello tenía que pasar por una pascua de dolor y de muerte? No les sería fácil entender las palabras de Jesús y esto sembraría inquietudes y posibles desánimos en sus corazones, o veremos que en una ocasión poco menos que Pedro se enfada con Jesús y le dice que no esté pensando en esas cosas que todo eso no le puede pasar.

Pero Jesús vemos que una y otra vez les repite el anuncio que habla de que va a ser entregado incluso en manos de los gentiles – qué duro tendría que ser esto para unos judíos que querían quitarse de encima del dominio de los romanos – y de que al final lo crucificarán y morirá. Nunca llegarán a oír, porque sus mentes andaban en otras cosas, los anuncios que Jesús les hacía, ni entenderán qué significado tienen sus últimas palabras que hablan de resurrección.

Y es lo que hoy nosotros también cuando estamos iniciando este camino de Cuaresma escuchamos en el Evangelio. Como para que no olvidemos que vamos camino de la Pascua, y que la cuaresma es el camino que nos lleva hasta el Calvario donde tendremos que subir también, aunque algunas veces edulcoramos un poco esos conceptos y no terminamos de entrar a trapo con el tema de la Cuaresma y de la pasión y pascua. Pero ahí están también para nosotros esas palabras de Jesús.

Pero es que además Jesús nos habla de que nosotros si queremos seguirle también tenemos que tomar el camino de la cruz, cargar con la cruz. Nos podría resultar hasta hermoso contemplar a Cristo en la Cruz y para eso nos hemos servido de los artistas que nos hagan bellísimas imágenes que contemplamos extasiados, pero entender cómo nosotros hemos de tomar la cruz, ya es algo que nos cuesta más, se nos atraganta. ¡Cómo hemos maquillado nuestras celebraciones de la Semana Santa despojándolas de todo lo cruento que ha de ser para nuestra vida la pasión del Señor que nosotros también hemos de asumir! Pensemos cómo hemos transformado la pasión y muerte de Jesús en unas bonitas y emocionantes procesiones y quizá de ahí muchos no pasamos.

Hoy nos dice Jesús y nos lo dice cruda y claramente: ‘Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará’.

¿Habremos pensado bien en estas palabras? Negarse a si mismo cuando nosotros lo que queremos son triunfos; tomar la cruz cuando rehuimos el dolor y nos amargamos antes de tiempo incluso ante lo que tengamos que sufrir en la vida; perder la vida para salvarla cuando lo que buscamos son por encima de todo ganancias materiales o aquello  con lo que lo pasemos bien sin mayores preocupaciones.

Por eso parece que algunas veces nos encontramos en un dilema para saber cuál es el verdadero camino, cuál es la vida verdadera. ¿En quién confiamos?,  nos preguntamos. ¿Solo en nosotros mismos y en aquellas cosas que satisfagan nuestros caprichos? ¿Buscaremos acaso una voz más profunda pero que nos eleve por encima de esa superficialidad con que mayormente vivimos la vida?

Tiempo de hacernos preguntas, tiempo de buscar, tiempo de perseguir la verdad, tiempo de discernir qué es lo mejor, tiempo de mirar hacia delante aunque tengamos la cruz por medio, porque sabemos que ahí vamos a encontrar la vida, tiempo de vivir en una entrega que nos lleve de verdad a la plenitud, tiempo de escuchar a Jesús.

Emprendamos este tiempo, decidámonos por este camino del evangelio, apostemos por Jesús, en El obtendremos la auténtica ganancia, en El alcanzaremos la verdadera victoria final.

No hay comentarios:

Publicar un comentario