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jueves, 1 de octubre de 2020

En nuestra mochila para hacer el anuncio del Reino llevemos nuestras baterías recargadas de disponibilidad, generosidad y el gran signo de la austeridad de nuestra pobreza

 


En nuestra mochila para hacer el anuncio del Reino llevemos nuestras baterías recargadas de disponibilidad, generosidad y el gran signo de la austeridad de nuestra pobreza

Job 19, 21-27; Sal 26; Lucas 10, 1-12

Creo que todo el que ha tenido la experiencia de viajar, sobre todo en las primeras ocasiones pasa por la misma prueba, vamos a decirlo así. Y es que aunque sean pocos los días en que vamos a estar de viaje, comenzamos a meter cosas en la maleta o la mochila por si acaso lo podemos necesitar que al final llevamos en tremendo equipaje, que a la vuelta traeremos prácticamente sin haberlo utilizado. Porque lo podemos necesitar, porque no sabemos como va a estar el tiempo allí, porque se nos pueden presentar imprevisibles… y vamos poniendo y poniendo cosas que al final nos impedirán llevar con comodidad nuestro equipaje, por decirlo de una manera suave. Hay que ser una persona muy práctica y previsora en lo justo para no haber pasado por esa situación que luego si vamos haciendo más viajes en la vida aprenderemos a llevar lo justo y necesario.

Me acordé de mis viajes y mis maletas voluminosas cuando escuché el evangelio que hoy se nos propone. Jesús va a enviar a sus discípulos, aquel grupo que se ha ido formando en su entorno y que son más cercanos a hacer un primer anuncio del Reino de Dios por los lugares donde luego va a ir El. Y escuchamos sus recomendaciones. Hay que ir ligero de equipaje, porque el equipaje no es el anuncio y el anuncio es lo importante. Nada de alforjas repletas de cosas, simplemente lo necesario, lo puesto, que ya lo que vaya surgiendo de necesidad en el camino se irá resolviendo. Han de quedarse donde los reciban y simplemente han de ir llevando la palabra de la paz.

Grande, amplio es el campo que ante ellos se abre y pocos son los que van a trabajar en ese campo. Por eso a quien tenemos que rogarle es al dueño de la mies. Más que las que cosas que han de llevar, ha de ser la preparación espiritual que ellos han de hacer, porque lo primero que les pide Jesús al emprender la marcha es la oración al Padre.

Un anuncio de paz en la aceptación del Reino de Dios que anuncian, pero un anuncio que ha de ir expresado en la disponibilidad de sus vidas, en su generosidad para lanzarse a la tarea, pero en la austeridad de los medios, no vayamos a pensar que son los medios los que van a realizar el milagro de la conversión, de la aceptación del Reino de Dios. Y todo eso con la oración. ‘Rogad al dueño de la mies…’

Y nosotros que andamos preocupados con tantos equipajes, que nos volvemos locos con nuestras planificaciones, que nos gastamos lo que tenemos y lo que no tenemos para lograr una serie de medios que decimos que son necesarios para la evangelización, pero de repente al final nos olvidamos del anuncio del evangelio y de donde vamos a encontrar la fuerza para hacer ese anuncio.

Dedicamos más tiempo a planificar cosas que a rezar. Necesitamos cosas prácticas y concretas, nos justificamos. No tenemos tiempo, decimos, para detenernos a rezar con tantas cosas que hay que hacer y ya nos contentamos diciendo que el trabajo es oración, pero no hemos buscado el encuentro en silencio con el Padre para sentir la fuerza de su Espíritu en nosotros. ¿No estará ahí en parte el fracaso de nuestros trabajos pastorales?

Si vamos a hacer el anuncio de la paz, como signo de la llegada del Reino de Dios, pensemos que es lo que tenemos que poner en nuestra mochila para poder mejor hacer ese anuncio empezando por la oración y recargando bien nuestras baterías de disponibilidad, generosidad y el gran signo de la austeridad de nuestra pobreza. Mucho tendríamos que revisarnos en la Iglesia muchas veces muy preocupada por las cosas y medios materiales.

1 comentario:

  1. Muy muy buen ejemplo! Gracias!!! Me hizo recordar a la familia Zapp. Es una familia que viaja en un auto por el mundo y va contando sobre lo que vive en ese recorrido, un aprendizaje que comparte con hermosas enseñanzas. Cómo la gente los va ayudando, cómo se hace una cadena de buena onda. Ellos habían contado que los chicos tenían una caja, y ahí entraban sus juguetes. Entonces, si querían uno nuevo, tenían que reconocer que alguno tenía que salirse, porque sino no cabrían tantos, o algo así. Era muy interesante, porque así se va teniendo una noción de lo que se va llevando sin excesos. Bueno, ellos seguramente lo explicarán mejor que lo he hecho yo. Aquí le paso su página, tienen relatos muy interesantes, muy bonitos. También han escrito un libro con su experiencia. http://www.argentinaalaska.com/blog/Quienes-Somos
    Muchos amor! Saludos!

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