Con
los santos arcángeles y todos los coros celestiales queremos cantar la gloria
de Dios sabiendo que por sus manos nuestras oraciones son presentadas ante el
trono de Dios
Daniel 7,9-10.13-14; Sal 137; Juan
1,47-51
Tras la reforma litúrgica
del concilio Vaticano II se unificaron en una sola fiesta en un único día, el
29 de septiembre, las fiestas de los tres Arcángeles. Todavía nos queda en el
recuerdo a los mayores, sobre todo a quienes teníamos algún familiar con ese
nombre la festividad del Arcángel san Rafael el 24 de octubre; sin embargo la
festividad del Arcángel san Gabriel estaba cercana a la fiesta de la Anunciación
y se celebraba en la víspera el 24 de marzo. Ahora celebramos a los tres
Arcángeles San Miguel, San Gabriel y San Rafael en este día del 29 de
setiembre.
En la liturgia hacemos referencia a los Ángeles y Arcángeles y a todos los coros celestiales que cantan la gloria de Dios a cuyas voces nosotros queremos unirnos con nuestra vida toda. Es, por ejemplo, la invitación que hace el Arcángel Rafael a Tobías a cantar las alabanzas del Señor, recordándole que su oració
n fue escuchada y
presentada por los santos ángeles ante el Trono de Dios; de ahí la misión que
ahora realizaba como compañero de camino, pero también como medicina de Dios,
que por una parte devolvería la visión al anciano Tobías, pero que también
liberó de todos los espíritus malignos a la que iba a ser la esposa del joven
Tobías.
Así vemos, pues, que
los arcángeles a parte de estar como signos de la presencia de Dios junto a los
hombres para liberarlos del mal, son también los que tienen una misión especial
que realizar en el orden de la historia de la salvación. Es la misión de
mensajero de Dios que tiene el Arcángel Gabriel cuando viene a anunciar a María
de Nazaret lo que es la voluntad de Dios y lo que Dios espera de ella.
Gabriel fue enviado
por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret a una joven desposada con José
y cuyo nombre era María, nos dice el evangelista Lucas. Es el mensaje de Dios que se va a
convertir en centro de toda la historia de la salvación porque nos anuncia que
Dios va a ser ya para siempre ‘Emmanuel’, Dios con nosotros cuando de
las entrañas de María por la virtud del Altísimo va a nacer el Hijo de Dios y
nuestra salvación. Igualmente Gabriel viene de parte de Dios a anunciarle a Zacarías
el nacimiento del Precursor del Mesías que había de preparar los caminos del
Señor.
Finalmente el Arcángel
San Miguel al que quizá más recordamos en este día, pues ha sido el que no ha
variado la fecha de su celebración y al que proclamamos de manera especial como
protector de la Iglesia desde los tiempos de la Contrarreforma. Es el Arcángel
que vemos en la Biblia como el que lucha contra la rebelión de Lucifer que
había sido ángel de luz pero que se convirtió en el ángel de la maldad.
‘¿Quién como Dios?’ es el grito que da nombre al arcángel Miguel y se
convierte en signo de la fortaleza de Dios que nos acompaña en nuestra lucha
contra el mal.
Comentar que en
nuestra tierra canaria hay mucha devoción al arcángel san Miguel a quien se
proclama protector y patrono de varias islas y de muchos lugares que incluso
llevan su nombre; son numerosos los templos y ermitas a lo largo y ancho de
nuestra geografía dedicadas a san Miguel y en la mayoría de nuestros templos
parroquiales es habitual encontrarnos con el cuadro de Animas, en cuyo centro
siempre aparece la figura del Arcángel.
Cuando nosotros hoy
celebramos esta festividad los santos Arcángeles, Miguel, Gabriel y Rafael
aprendamos a considerar su verdadero significado porque sentir su protección es
sentir ese signo de la presencia de Dios que nos llena de fortaleza frente al
mal, que nos hace escuchar la voz de Dios en nuestro corazón como la escuchó
María con la presencia del ángel del Señor, pero nos hace sentirnos siempre
acompañados por esa presencia de Dios en el camino de nuestra vida, sintiendo
que es la luz que abre nuestros ojos y la medicina y gracia que sana nuestros
corazones.
Que sepamos unirnos al
cántico de gloria con que en el cielo alaban y bendicen a Dios para que toda
nuestra vida se convierta también en ese canto a la gloria de Dios con la
certeza también de que nuestras oraciones son presentadas por manos de sus Ángeles
ante el trono de Dios.
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