Felicidades
Madre, María, que hoy es tu onomástica y tu cumpleaños, nos llenamos contigo de
gozo en el corazón porque eres la aurora de la salvación que es Jesús
Miqueas 5, 1-4ª; Sal 12; Mateo 1, 18-23
Todos celebramos el cumpleaños.
Recordamos el día de nuestro nacimiento, de nuestra venida a la vida y
normalmente lo hacemos con gratitud, decimos, a la vida misma como ese don
maravilloso que se nos ha regalado y del que recordamos tantas experiencias
maravillosas que nos ha dado la vida misma.
Ya desde niños estamos ansiosos porque
llegue el día de nuestro cumpleaños, es un año más decimos, con lo que nos
vamos haciendo mayores como todos deseamos; como niños anhelamos la fiesta que
significa ese día en que nuestros padres aún en su pobreza siempre sabían tener
un detalle especial para ese día; los mayores recordamos aquellos años de
nuestra niñez y nuestras ilusiones, en las que nos contentábamos con el más
pequeño detalle que nos parecía el regalo más grande del mundo conscientes de
la situación que quizá entonces vivíamos.
Hoy nuestras fiestas de cumpleaños se
han ido ampliando en todo el espectro de la familia y celebramos de manera
especial el día del padre y como no el día de la madre, pero no en ese aspecto
tan consumista y comercial cuando nos lo centran todo en un día, sino en ese día
que es el cumpleaños concreto de nuestro padre y sobre todo de nuestra madre.
Ahí nos desbordamos los hijos, que quizá hoy contemos con otros medios, pero
sobre todo queremos poner amor expresado en mil detalles, que quizá en el día a
día olvidamos tener con nuestra madre, o tener con nuestro padre.
¿A qué viene toda esta introducción? Es
que hoy celebramos el cumpleaños de María, la madre del Señor y nuestra madre.
Hoy es la fiesta de la Natividad de Maria. Si hace nueve meses, el ocho de
diciembre, celebramos su Inmaculada Concepción, hoy estamos celebrando su
nacimiento. Hoy nace la aurora de la salvación, como proclama la liturgia. La
aurora con sus primeros resplandores en el horizonte ya nos está anunciando el
esplendor del sol que pronto surgirá iluminando el mundo. Hoy es la aurora,
porque el nacimiento de María en el designio de Dios da pie para que comience a
realizarse la salvación del mundo; ella va a ser la mujer con la que Dios
quiere contar para encarnarse en su seno y hacerse hombre por nuestra salvación.
Es un día de alegría, como siempre es día
de alegría el nacimiento de un niño, como siempre recordaremos ese momento del
nacimiento lleno de alegría, y hoy es día en especial de alegría porque nace la
que va a ser la madre de Dios, aquella por la que vendrá el Salvador al mundo,
y por eso a ella la llamamos también mediadora de la salvación.
Este día 8 de septiembre está salpicado
por toda la geografía con fiestas a la Virgen María en diversas advocaciones;
advocaciones todas ellas llenas de sentido y que han nacido del calor del amor
de los hijos por la madre que buscarán siempre las mejores palabras para los
más hermosos piropos, que buscarán los mejores nombres que vengan a dar
significado al misterio de María en la obra de nuestra redención. Algunos
nombres nacen quizá del lugar donde está ubicada su imagen cuando no la imagen
de María ha sido también la que ha dado nombre a aquel lugar; pero nombres que
expresan lo que María nos trae, lo que María como madre nos alcanza del Señor
para la obra de nuestra redención.
En mi tierra y en concreto en mi isla
es muy socorrido el nombre de Virgen del Socorro, de Virgen de la Luz, de
Virgen de los Remedios, por señalar algunos con que se celebran fiestas en
honor de María en el día de su Natividad. ¿Cómo no sentir que Maria es nuestro
Socorro y nuestra ayuda si a ella con tanta confianza acudimos para que nos
alcance la gracia del Señor? ¿Cómo no invocarla como madre de la Luz cuando
ella nos viene a traer al que es la luz del mundo? ¿Cómo no llamarla igualmente
Madre de los Remedios porque ella está como consuelo a nuestro lado en nuestros
sufrimientos y problemas abriéndonos caminos en los que encontremos respuesta a
nuestras necesidades o a los interrogantes profundos que surgen en nuestra
vida? Y María es todo eso y mucho más para nosotros porque siempre hace
referencia a Jesús, siempre nos trae a Jesús y siempre nos conduce a que
escuchemos a Jesús y hagamos lo que El nos diga.
Nos felicitamos con María y felicitamos a María en su cumpleaños. Como buenos hijos nos llenamos de alegría y le ofrecemos todo nuestro amor queriendo llevarla siempre en lo más hondo del corazón. Igual que no falta la foto de la madre que llevamos siempre con nosotros impresa en lo más hondo de nosotros mismos, que tampoco nos falte esa imagen de María en esa estampa de nuestra devoción para que así sintamos siempre cómo ella va con nosotros, está a nuestro lado como remedio, como socorro o como luz de nuestra vida porque siempre nos conducirá hasta Jesús.
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