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jueves, 24 de septiembre de 2020

El evangelio de Jesús será vida para mi vida, luz en mi oscuridad, vademécum en mi camino, viático que me alimenta y me conforta en cualquier momento de mi vida

 


El evangelio de Jesús será vida para mi vida, luz en mi oscuridad, vademécum en mi camino, viático que me alimenta y me conforta en cualquier momento de mi vida

Eclesiastés 1, 2-11; Sal 89; Lucas 9, 7-9

‘El tetrarca Herodes se enteró de lo que pasaba sobre Jesús y no sabía a qué atenerse…’ Le llegaban noticias de Jesús. Aunque muy enfrascado estuviera con sus fiestas y banquetes, con su vida regalada y sensual, las noticias de Jesús traspasaban también las fronteras de palacio y le llegaban a Herodes. Lo que escuchaba la inquietaba, al final se nos dirá que tenía curiosidad por conocer a Jesús. Pero la inquietud podía venir también de una conciencia que no está tranquila.

Y es que cuando le hablaban de Jesús algunos se hacían eco de las cosas que en su imaginación se decía de Jesús. Recordamos que cuando Jesús pregunta a sus discípulos lo que la gente pensaba de El, le comparan con un profeta de los antiguos y le comparan también con Juan Bautista que había sido degollado por Herodes. Y ya sabemos que entre comparar una persona y otra y llegar a la confusión de que era como una resurrección – hoy la gente diría reencarnación – de Juan, era un paso muy fácil de traspasar. Y de ahí vendrían también los remordimientos de Herodes, porque reconocía lo que había hecho y sentía, es cierto, que había hecho mal por dejarse embaucar por aquella mujer con la que convivía, la mujer de su hermano.

Estamos viendo las inquietudes e interrogantes que la figura de Jesús provoca en las gentes. Su fama se extendía y llegaba a todas partes. Hoy estamos escuchando como en su inquietud Herodes también tenía deseos de conocer a Jesús. Podríamos preguntarnos, quizá, por qué era esa inquietud y esa curiosidad. ¿También escucharía con gusto a Jesús, como nos dice que en ocasiones escuchaba a Juan el Bautista?

Sí sabemos que cuando tiene ocasión de un cara a cara con Jesús, ya en los momentos de la pasión cuando Pilatos se lo envía para que lo juzgue ya que Jesús provenía de Galilea y eso era territorio de Herodes que en aquella ocasión con motivo de la fiesta de la pascua estaba en Jerusalén, quiere poco menos que convertirlo en una marioneta para que lo divirtiera a él y su corte, seguro que aburridos en Jerusalén. Pero Jesús no le dirigió ni una palabra.

Pero poco importa ahora los motivos que tuviera Herodes para sentir curiosidad por Jesús y querer conocerlo. Nos ayuda lo que podamos ver reflejado en los demás, pero lo importante es que nosotros lo estamos escuchando como Palabra de Dios que llega a nosotros, Palabra que Dios quiere dirigirnos a nosotros de una forma directa en este momento. Es así como un cristiano tiene siempre que escuchar la Palabra de Dios, acercarse a la Biblia para leerla y escucharla en su corazón. Por eso, en estos momentos, lo importante es la interpelación que desde la Palabra de Dios podamos estar recibiendo nosotros.

Cuando escuchamos el evangelio ¿nos sentimos de alguna manera interpelados por la Palabra de Dios? ¿Qué es lo que nos lleva a leer y escuchar el evangelio? Bien sabemos que muchos lo miran como un libro más, que algunos simplemente se acercan porque tienen curiosidad y quieren conocer cosas de Jesús, que algunos piensan en Jesús como un personaje de la historia interesante que merece la pena conocer pero sin dejar que esas palabras o esa vida de Jesús haga mella en sus vidas, que algunos incluso lo rechazan y lo miran como un libro de mitos y leyendas pero que son cosas que a los hombres de hoy ya no les dice nada. ¿Entraremos quizá en algunas de esas categorías?

Aquí es cuando con sinceridad tenemos que plantearnos qué buscamos, si sentimos en verdad que Dios nos habla a través del evangelio, de esos hechos y palabras de Jesús, hasta donde llega nuestra fe. Y es que al evangelio no nos podemos acercar de cualquier manera; no puede ser algo que leamos o escuchemos y ya lo demos por sabido, sino que tenemos que saber descubrir y escuchar lo que ahora en este momento me está diciendo a mi el evangelio.

Siempre tiene que ser una buena noticia, y si es noticia siempre tenemos que mirarlo como nuevo, como noticia que de parte de Dios llega ahora a mi vida. Así el evangelio será vida para mi vida, luz en mi oscuridad, vademécum en mi camino, viático que me alimenta y me conforta en cualquier momento de mi vida.

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