Nada podrá apartarnos del amor de Dios porque el Espíritu
Santo es nuestra fortaleza y nuestra sabiduría, es el Paráclito y el Espíritu
de la verdad
Hechos 16, 11-15; Sal 149; Juan 15, 26 — 16,
4a
Un padre prepara a
su hijo para el día de mañana, porque la
tarea del padre no se reduce a trabajar para ganar un dinero con el que tener
el sustento de aquellos que están bajo su responsabilidad, sino que su labor
como padre es educadora, porque es enseñar a vivir, aconsejar y orientar,
ayudar a fortalecer los ánimos y el espíritu del hijo para que el día de mañana sepa
enfrentarse a los problemas de la vida y salir adelante.
Es como la tarea del
educador, de todo educador, que no se reduce a enseñar unas materias o tener
unos conocimientos podríamos decir intelectuales y unas capacidades técnicas
para unos trabajos o para pasar un examen y obtener un titulo, sino que es
formar y dar valores para que tengan un fundamento básico que les ayude a vivir
con intensidad la vida; y eso es tarea de todo educador, de todo aquel que
tiene una misión de enseñar al estar al cuidado de cualquier grupo comunitario.
Una tarea ardua que ayuda a prevenir, que hace abrir los ojos a un sentido de
la vida, que fortalece los espíritus, que hace crecer no solo conocimientos o
técnicas sino algo más hondo que es la persona para ayudarla a llegar a una
madurez.
Hoy vemos a Jesús con
esa preocupación por sus discípulos; los quiere fuertes y que sepan además
donde pueden encontrar esa fuerza; les recuerda que la misión que se les
encomienda no es fácil porque van a encontrar oposición y persecución; les
previene ante su propia debilidad que les puede llenar de miedos y hacer que se
encierren en la vida olvidando el testimonio que tienen que dar.
Por dos veces se lo
repite en este corto texto que hoy hemos escuchado. ‘Os he hablado de esto, para que no os escandalicéis’. Bien sabe Jesús lo mal que lo van a pasar cuando lleguen
momentos de persecución. No quiere que se sientan solos y como abandonados
porque su presencia física ya no esté con ellos. Y vuelve a repetirles ‘os
he hablado de esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que yo os lo
había dicho’.
Y en lo
que Jesús quiere insistirles es que no se van a sentir solos, que aunque ahora
muchas veces no entienden bien lo que Jesús quiere decirles, van a tener quien
les recuerde todo y pondrá palabras en sus labios y fuerza en su corazón para
hacer ese anuncio, para dar ese testimonio. ‘Cuando venga el Paráclito, que
os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él
dará testimonio de mí; y también vosotros daréis testimonio, porque desde el
principio estáis conmigo’.
Es el
anuncio que repetidamente vamos a escuchar en estos días en que vamos
finalizando el tiempo de la Pascua y en que ya se acerca la fiesta de
Pentecostés donde celebraremos la venida del Espíritu Santo. Podríamos decir
que es casi como una novena del Espíritu Santo lo que vamos haciendo en estos días
por el mensaje repetido de Jesús en que nos anuncia la venida del Espíritu
Santo.
Es una
palabra de Jesús que necesitamos recordar en todo tiempo, es cierto, pero que
en las circunstancias que estamos viviendo a nivel de nuestra sociedad bien nos
viene recordar. Este aislamiento social que nos ha tocado vivir, esta situación
de inestabilidad que tenemos, estos miedos que se nos van metiendo en el alma
porque no sabemos ni cuanto durará esta situación ni como terminaremos por
vernos afectados mucho más todavía, nos puede hacer mucho daño por dentro.
Pero
tenemos que sentirnos fortalecidos e iluminados para afrontar toda esta
situación. Como creyentes en Jesús bien sabemos que no nos podemos sentir solos
ni tan debilitados que no sepamos como salir adelante. Con nosotros está el Espíritu
de la verdad, como hoy lo llama Jesús, el Defensor y fortaleza de nuestras
vidas. ¿Quién podrá apartarnos del amor de Dios si el Espíritu del Señor está
con nosotros? El Espíritu del Señor es nuestra fortaleza y nuestra sabiduría.
Hermoso texto, muchas gracias por escribirlo. Ayuda mucho!!! Gracias!! Preciosa reflexión.
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