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miércoles, 16 de enero de 2019

Los gestos de Jesús nos enseñan cómo también hemos de ir al encuentro de los demás, tender nuestra mano con generosidad y ayudar a que todos se levanten con la misma dignidad


Los gestos de Jesús nos enseñan cómo también hemos de ir al encuentro de los demás, tender nuestra mano con generosidad y ayudar a que todos se levanten con la misma dignidad

Hebreos 2,14-18; Sal 104;  Marcos 1,29-39

Siempre recuerdo el cariño y confianza que mi madre tenía con una doctora que nos correspondió en el Centro de Salud, porque aquella doctora tenía como un carisma especial para con los enfermos que les hacía sentirse bien con ella; ya cuando entraba por la puerta de la consulta con una alegría especial llamaba al enfermo por su nombre, recordaba sus anteriores visitas, se interesaba no solo por el problema de salud que en aquel momento llevara, sino que era capaz de acordarse de acontecimientos familiares interesándose por ellos, les hablaba con una alegría especial y siempre con una sonrisa en su rostro, de manera que el enfermo se sentía cariñosamente atendido y no como un número de una tarjeta. Era el calor humano que aquella doctora ponía en el trato con los enfermos.
Quien se siente agobiado por sus problemas ya sea de enfermedad o de otro tipo el encontrarse con alguien que se le acerca y con sencillez y cariño se interesa por su vida y por su cosas le hace sentirse bien y de alguna manera parece como si lo problemas desaparecieran o fuera menor su intensidad. una mano tendida, un acercamiento a la persona  poniéndose a su altura, un sonrisa en los labios, una muestra de interés y al mismo tiempo de preocupación por aquello que nos pudiera suceder nos hace sentirnos renovados, valorados, tenidos en cuenta y de alguna manera nos hace salir del pozo profundo en que nos encontremos para renovarnos en nuestra propia dignidad y autoestima.
No siempre nos encontramos en los caminos de la vida personas así de cercanas. y lo triste es que en ocasiones aquellos que por su profesionalidad tendrán que actuar de esa manera, se quedan en una relación fría y distante que muchas veces parece que nos hunde más. Me estoy haciendo esta reflexión sobre esas situaciones humanas que nos encontramos en la vida y que muchas veces se pueden volver inhumanas, desde lo que hoy descubrimos en Jesús cuando se acerca a la casa de Simón Pedro y le dicen que la suegra de Simón Pedro está enferma.
Fijémonos en los gestos de Jesús. cuando le dicen que aquella mujer está enferma es Jesús el que se acerca hasta su cama. Ha habido, es cierto, una mediación que no hemos de dejar de tener en cuenta. Pero Jesús se acerca y la toma de la mano. Es mucho el significado de ese acercamiento de Jesús, como mucho es también ese gesto de tomarla de la mano. es un gesto humano de gran valor que contemplamos en la vida; quien se coge de la mano parece que ya comienza a sentirse seguro porque tiene como un apoyo que le hace perder sus miedos; pero quien ofrece su mano está ofreciendo su persona, que es su atención, que es su escucha, que es el apoyo y comprensión que le puede ofrecer y hacer sentir al otro; muchas cosas podemos descubrir en ese gesto que nos parece sencillo y hasta intrascendente, pero que sin embargo es muy importante.
Te tomo de la mano y te ofrezco lo que soy, te ofrezco mi mano y soy todo oídos, te ofrezco mi mano y te estoy ofreciendo mi cariño y mi amistad, te ofrezco mi mano y rompo barreras y distancias porque llegó a estar junto a ti.
Pero Jesús hizo más, la tomó de la mano y la levantó. Nos quedamos en el hecho de la curación pero es mucho más que la curación de una enfermedad corporal. No tienes que quedarte postrado sino que tienes que levantarte; no te puedes quedar hundido en tu miseria o tu debilidad sino que tienes que recuperar tu vida, tu dignidad; no te puedes quedar ahí postrado viendo pasar la vida ante tus ojos, sino que tienes que comenzar a vivir. Cuántas cosas puede significar ese ayudar a levantar; a cuantos en la vida tenemos que ayudar a levantarse, como quizá un día también hicieron con nosotros.
Y aquella mujer fue respondiendo a todos aquellos gestos de Jesús, dejándose tomar de la mano, dejándose levantar, pero es que además inmediatamente se puso a servirles. Aquella mujer comenzó de nuevo a vivir en toda plenitud y la plenitud la encontramos en el amor y en el servicio. Había sentido el amor en su vida a través de aquellos gestos de Jesús y comenzó a amar también sirviendo a los demás. Cuanto tiene que decirnos eso para nuestra vida.
El evangelio termina diciéndonos que Jesús después que curara a muchos enfermos que le trajeron a la casa, desde muy temprano se fue al descampado para orar, y que cuando vinieron a decirle que toda la gente le buscaba, les dijo que tenía que ir también a otros sitios con la misma misión. ¿Esos gestos de Jesús nos dirán algo para la actitudes y gestos que nosotros habremos de realizar también en la vida?

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