No seamos insensibles a lo extraordinario de las cosas ordinarias que suceden cada día a nuestro lado
Isaías 7, 1-9; Sal. 47; Mateo 11,20-24
Estamos atentos y pendientes de los sucesos extraordinarios que puedan
acaecer y corremos enseguida tras ellos, pero no somos sensibles al
extraordinario de las cosas ordinarias que suceden cada día a nuestro lado.
Creo que tendríamos que ser más sensibles a lo extraordinario de lo
sencillo y de lo humilde. Pero esas cosas nos pasan desapercibidas. Quizá por
parecernos naturales no les prestamos atención pero la fidelidad de cada día en
las cosas pequeñas, en los pequeños detalles son cosas que tendríamos que saber
apreciar y valorar, es más, destacar porque son los hermosos testimonios que de
verdad nos impulsan a ser mejores.
Es el pequeño gesto, el detalle que nos parece insignificante, pero
que va construyendo cada día ese nuestro mundo para hacerlo mejor. Esa sonrisa
de un niño que nos llega al alma, esa mirada atenta que quizá no vemos de aquel
que nos quiere pero que es presencia que está pendiente de que no nos pase
nada, ese trabajo callado y sacrificado de la madre que nos tiene preparadas
las cosas a nuestro gusto para vernos felices, ese pequeño gesto de la persona
que con la que nos cruzamos que nos cede el paso y lo hace con una sonrisa en
su semblante… cosas que nos parecen tremendamente naturales pero que van con
una carga inmensa de amor.
¿Por qué no nos paramos un poco a pensar en esos detalles que tienen
con nosotros esas personas que nos rodean o con las que nos cruzamos cada día
aunque ni las vemos porque vamos demasiado ensimismados en nuestros
pensamientos? Mencioné antes algunas cosas a manera de ejemplo, pero
seguramente podremos descubrir muchos más si prestamos atención a la vida. Son
los milagros que tenemos que saber apreciar y que como decíamos antes son los
que van construyendo calladamente un mundo mejor. Si abriéramos un poquito más
los ojos seriamos capaces de admirarlos y de intentar copiarlos también en
nuestra vida.
No seamos ciegos a esas maravillas de las cosas sencillas, de los
pequeños gestos, de ese amor callado pero grande que podemos encontrar cada día
en tantos que nos rodean. Todo eso nos está hablando también de Dios, todo eso
son llamadas de Dios a las que tenemos que corresponder.
El evangelio de hoy nos muestra a Jesús que se queja de las gentes de
Corozaín, Betsaida y Cafarnaún porque no han sabido descubrir las maravillas de
Dios en las obras que Jesús realizaba. Acudían a Jesús con sus enfermos como venían
de todas partes para que Jesús los curase, pero les pasaba como que se habían
acostumbrado a aquella acción de Jesús y ya no eran capaces de descubrir la acción
de Dios y la respuesta de fe era insuficiente. ‘Se puso Jesús a recriminar a las ciudades donde había hecho
casi todos sus milagros, porque no se habían convertido’.
Que no nos recrimine Jesús
a nosotros por nuestra ceguera y nuestra insensibilidad. Que abramos en verdad
los ojos para descubrir tantos gestos de humanidad, de amor, de solidaridad que
se suceden a nuestro lado. No busquemos cosas grandes sino fijemos en esos
pequeños signos de amor que encontramos en los sencillos y en los pobres que
sencillamente saben compartir, tienen generosidad en su corazón a pesar de que
haya pobreza en su vida, que viven en la cercanía del hermano que sufre y saben
acompañarlos en silencio y estar siempre en actitud de servicio.
Lo podemos ver en el vecino
que cuida a su vecina desinteresadamente, en el que es capaz de pasar una noche
junto a un enfermo que esta solo aunque no sea su familiar, en el que acompaña
el dolor de quien ha perdido un ser querido mostrándole su cercanía y su
afecto; lo podemos ver en el joven que en la noche va a acompañar a los andan
tirados en la calle y les ofrece un café pero más el calor de su presencia; lo
podemos ver en el niño que deja su juguete al compañero que está solo y con
quien no juega nadie; lo podemos ver en la persona que abre las puertas de su
casa al extraño que llega pidiendo ayuda y al que antes se le han cerrado
muchas puertas.
Son las cosas maravillosas
de lo sencillo, de lo humilde y de lo realizado en silencio sin que nadie lo
vea, pero con el que hacemos el mundo un poquito mejor cada día.
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