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domingo, 1 de abril de 2018

No podemos callar la Buena Noticia de que Cristo ha resucitado y en su Espíritu se está recreando un mundo nuevo ¡Feliz Pascua de Resurrección!


No podemos callar la Buena Noticia de que Cristo ha resucitado y en su Espíritu se está recreando un mundo nuevo ¡Feliz Pascua de Resurrección!

Marcos 16, 1-7

‘¿Buscáis a Jesús el Nazareno, el crucificado? No está aquí. Ha resucitado’. Tenemos que repetirlo. Es el evangelio que hoy escuchamos. Es la Buena Noticia que hoy escuchamos y que tenemos que repetir una y otra vez. Y no solo porque sea el texto sagrado que hoy se proclama, sino porque esas palabras constituyen la gran noticia que tenemos que creer y que tenemos que comunicar, la gran noticia que nos llena de alegría y que responde a todas las ansias más profundas del hombre.
Jesús desde el principio nos había dicho que teníamos que creer en la Buena Noticia y que eso tendría que llevarnos a la conversión del corazón. Y la Buena Noticia es Jesús; y la Buena Noticia es que Jesús ha resucitado. No buscamos a un crucificado muerto; no nos podemos quedar encerrados en un sepulcro. Tenemos que ir de verdad al encuentro del que vive y vive para siempre. El que ha vencido a la muerte, el que nos ha traído la vida; el que ha vencido al pecado y de él nos ha rescatado.
Lo había anunciado y los discípulos no se lo habían creído; por eso seguían encerrados en el cenáculo; tampoco terminarán de creer la Buena Noticia que les traen las mujeres; querrán venir al sepulcro a comprobar que allí no está el cuerpo de Jesús; tendrán que dejarse sorprender cuando lo sientan en medio de ellos y aun así se llenarán de temor; tendrán que creer aunque se marchen derrotados unos a Emaús, otros a Galilea para volver a las tareas de la pesca. Jesús les irá saliendo al encuentro y partirá de nuevo con ellos el pan, y les hará hacer obras maravillosas repitiendo la pesca milagrosa, y dejará que toquen las cicatrices de sus llagas y coma con ellos sentado una vez más a la mesa.
Es la Buena Noticia, el Evangelio que una vez más escuchamos en este día de Pascua y nosotros también tendremos que aprender a creer en esa Buena Noticia. No es que ahora cantemos de nuevo Aleluya porque toca; no es que sintamos el fervor de un momento, es que tenemos que aprender a sentir su presencia en medio de nosotros. Y esa Buena Noticia de la Pascua, esa Buena Noticia de la Resurrección del Señor tenemos que dejar que se  nos meta muy dentro en el corazón para sentir cómo en nosotros nace una nueva alegría, renace de nuevo la vida y nos sentiremos distintos y transformados.
No podemos dudar ya ni llenarnos de nuevo de miedo para acobardados encerrarnos porque a nuestro lado nos vamos a encontrar en muchos que no creen en esa Buena Noticia. Tendremos que sentirnos llenos del Espíritu de Jesús, tal como El  nos ha prometido y con valor abrir nuestras puertas y salir a la calle, salir al mundo a llevar esa Buena Noticia. Fue el encargo que les dieron a aquellas mujeres que se atrevieron a llegar hasta el sepulcro y aunque encontraran la desconfianza incluso de los propios discípulos ellas fueron a comunicarle tal como les habían dicho.
Nosotros igualmente tenemos que ser una Iglesia en salida, una iglesia que quiere llegar a los últimos lugares para seguir haciendo ese anuncio. Y cuando hoy decimos los últimos lugares no tiene que significar necesariamente que vamos al tercer mundo, sino que tenemos que ir a ese mundo que nos rodea y que vive en la indiferencia, que todo lo pone en duda, para quienes el hecho religioso no significa nada, o a quienes les pueda sonar cantos de Ángeles el anuncio que nosotros les llevemos.
Ese el mundo al que tenemos que salir y llevar el anuncio con una vida convencida y comprometida. No vamos simplemente a repetir palabras sino a manifestar los signos de que en verdad nosotros creemos en Cristo resucitado; serán los signos del amor, será nuestro compromiso por la justicia y por la paz, será nuestro compartir generoso y desinteresado, será ese darnos y darnos por los últimos, los que nadie quiere, los que parecen la escoria de la sociedad pero que también son hijos de Dios.
Tenemos que manifestar la alegría de nuestra fe, pero una alegría sincera, una alegría que nace del corazón transformado, la alegría de quien se sabe amado y perdonado porque ha sentido en su vida que Jesús se ha entregado por El. Quien ha experimentado ese amor y esa misericordia de Dios en su vida de tan convencido que está del amor de Dios nadie lo podrá hacer callar.
Sí, estamos convencidos de que Cristo ha resucitado. Convencidos de que con Cristo resucitado sí podemos hacer un mundo nuevo, porque nosotros vamos siendo hombres nuevos y a todos aquellos a los que trasmitamos el mensaje iremos haciendo que también sean hombres nuevos. Tenemos que ser una humanidad renovada que va creciendo poco a poco y se va extendiendo para contagiar a todos de esa fe que tenemos en Jesús y de esa posibilidad de que en el Espíritu de Cristo resucitado podremos hacer un mundo nuevo.
Si lo creemos así, felicitemos unos a otros, trasmitamos esa alegría y felicidad a cuantos nos rodean. ¡Feliz Pascua de Resurrección!

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