Vistas de página en total

viernes, 24 de noviembre de 2017

Los gestos proféticos de Jesús cuando quiere purificar el templo me están pidiendo signos y señales en mi vida de que en verdad quiero hacer que nuestro mundo sea mejor

Los gestos proféticos de Jesús cuando quiere purificar el templo me están pidiendo signos y señales en mi vida de que en verdad quiero hacer que nuestro mundo sea mejor

Lucas, 19, 45-48
Hay gente que no puede callar, que no se puede quedar con los brazos cruzados ante algo que consideran mal, algo que quizá pueda dañar a los demás, algo que consideran injusto. Algunas veces, reconozcámoslo, nos cuesta entender los gestos de protesta que pueda hacer alguien ante cualquier situación que resulte injusta.
Quizá en nuestras pocas ganas de complicarnos la vida pensamos o hasta llegamos a decir que no es para tanto, que quizá de otra manera, que no hay que ponerse así; pero tendríamos que ponernos en el pellejo de quien sufre esa injusticia, o de quien tiene esa sensibilidad para ser capaz de ver el sufrimiento de los demás. Nos acobardamos, quizás, nos impacta ver esos gestos, nos sentimos quizá inútiles o incapaces de hacer esas cosas. Necesitamos sensibilizar el corazón que en ocasiones lo tenemos demasiado endurecido. Que esos gestos casi proféticos que vemos en los demás nos despierten de nuestro letargo.
He comenzado haciéndome esta reflexión al escuchar el texto del evangelio de hoy en que vemos a Jesús realizar un gesto verdaderamente profético. Es la expulsión de los vendedores del templo. Es casa de oración y la habéis convertido en una cueva de ladrones, les dice. Habrá quien no lo entienda. Por allá están los fariseos, los ancianos del pueblo, los sumos sacerdotes que quieren quitarlo de en medio. Aquel profeta no es lo que ellos esperaban. Quizá sus planes y hasta sus negocios se veían perdidos con los gestos de Jesús y lo que Jesús anunciaba y representaba. Miraban más por sus intereses que por descubrir lo que era la voluntad salvadora de Dios que se manifestaba en Jesús.
¿De donde proceden nuestros miedos y cobardías? Porque muchas veces nos echamos para detrás, queremos cerrar los ojos para no ver y los oídos para no oír. Quizá hablamos y hablamos diciendo que las cosas tienen que ser de otra forma, que hay que cambiar, y nos estamos quejando de todo, pero no damos pasos para mejorar, no tenemos gestos que manifiesten nuestro despertar a lo bueno y a lo justo. Vivimos demasiado con los brazos cruzados viendo pasar la vida por delante pero sin poner nada de nuestra parte para que sea mejor.
Y esto en todos los aspectos de la vida. Será nuestra propia vida personal que tenemos que aceptar que debe mejorar, que son muchas las cosas que tenemos que transformar, nuevas actitudes y posturas que hemos de tomar, un mayor compromiso en muchas cosas por donde hemos de caminar.
Será lo que vemos que sucede en la vida social, pobreza, crisis, divisiones, enfrentamientos, falta de una verdadera paz social, rupturas de todo tipo… cuantas cosas donde tendríamos no solo una palabra que decir sino una acción concreta que realizar.
Esa cueva de bandidos que Jesús veía en el templo y que él quiere que cambie, es lo que vemos en nuestra sociedad y que tenemos que poner nuestra parte para que sea mejor nuestro mundo, mejoren nuestras relaciones entre unos y otros, haya más solidaridad y mas justicia, vivamos en mayor armonía y paz.
¿A que gestos me está pidiendo la palabra del señor que me comprometa a realizar para hacer que ese mundo concreto donde vivo, familia, vecinos, personas cercanas, amigos seamos en verdad un signo del Reino de Dios entre nosotros por un nuevo estilo de vivir?

No hay comentarios:

Publicar un comentario