Que la luz de la resurrección siempre nos ilumine para superar los momentos oscuros que nos puedan aparecer en la vida
Deuteronomio 10,12-22; Sal 147; Mateo
17,22-27
Cuando presentimos que las cosas no nos van a salir bien, que aquella
meta que nos habíamos propuesto, aquellos objetivos que nos habíamos trazado, o
aquella tarea en la que nos habían embarcado no lo podremos realizar sentimos
en nuestro interior como una sensación de fracaso, de rebeldía interior que no
queremos ni pensar en lo que nos pueda suceder. Tantas veces en la vida nos
sentimos hundidos y una posible reacción es huir de ello, no querer pensarlo,
imaginar que son solo sueños negativos que pasarán y de los que nos vamos a
despertar. Ahí tendría que aflorar nuestra entereza, nuestra valentía y madurez
para afrontar los problemas, para intentar de asumir cosas o tratar de buscar
caminos o soluciones. Pero quizá es nos resulta mas cómodo echarlo en el baúl
del olvido.
¿Cómo se sentirían los discípulos cuando Jesús les anuncia que un día
todo aquello puede terminar en un fracaso? Jesús les anuncia que el Hijo del
Hombre va a ser entregado en manos de los gentiles, Jesús les anuncia incluso
su muerte, y eso es un mazazo muy fuerte en sus conciencias y en sus ilusiones.
Ellos creían en las palabras de Jesús, sus corazones ardían de esperanza cuando
les hablaba de Reino nuevo, el Reino de Dios aunque no terminaran de entender
en qué consistía, por lo que aun andaban con sus sueños y ambiciones muy
humanas y muy terrenas. Pero que ahora Jesús les diga que El va a morir porque
lo traicionarán y lo entregaran, es algo que no les cabe en la cabeza.
Normal fue la reacción de Pedro en otra ocasión en que Jesús les había
hecho el mismo anuncio de querer quitarle esas ideas de la cabeza a Jesús como
cuando nos viene alguien contándonos de sus tenebrosos sueños y tratamos de
ayudarle a que no piense en esas cosas. Pero Jesús había rechazado aquella
buena voluntad de Pedro, por eso ahora ante este nuevo anuncio se queden en
silencio, desconcertados una vez mas y sin saber qué hacer o qué decir.
Jesús está preparándonos para que sean fuertes en esos momentos
difíciles. El sabe que llegará el momento en que se dispersaran como se
dispersan las ovejas cuando llega el peligro, cuando aparece el lobo, en que
cada una intentará escapar como pueda. Algo así les puede pasar a ellos. Pero
las palabras de Jesús no son augurios oscuros solo de muerte, sino que Jesús
siempre les anuncia la resurrección, que al tercer día resucitará. Pero serán
palabras que tampoco entienden, les da miedo preguntar y se quedarán también en
el olvido hasta que suceda.
Pero no nos hacemos esta consideración solo para analizar lo que le sucedía
a los discípulos y su reacción. Escuchamos esta Palabra de Jesús que también
quiere iluminar nuestra vida para cuando tengamos que enfrentarnos a
situaciones similares. No siempre logramos avanzar como quisiéramos
personalmente en nuestra vida cristiana y en ese camino de superación personal.
Son muchas nuestras flaquezas y nuestros tropiezos pero no podemos hundirnos.
Tenemos siempre la certeza de la presencia de Jesús junto a nosotros, la fuerza
de su gracia que nos ayuda a superar esos momentos oscuros y a levantarnos con
nueva ilusión y esperanza.
Muchas veces mirando en nuestro entorno, mirando la situación de la
Iglesia en medio del mundo, contemplando la vida de los propios cristianos
muchas veces tan llena de superficialidades y sin una verdadera espiritualidad,
nos podemos sentir en esa dura sensación de preguntarnos qué es lo que estamos
haciendo, que es lo que hace la iglesia, si realmente la vida de los cristianos
es esa sal y levadura en medio del mundo, esa luz para cuantos nos rodean.
Pudiera entrarnos igualmente el desanimo, sentirnos fracasados, o
desorientados sin saber qué hacer o qué camino tomar. Escuchemos siempre con
mucha fe las palabras de Jesús que tratan de alentarnos y poner mucha esperanza
en el corazón. Siempre el anuncio de Jesús terminar con resplandores de una
anunciada resurrección. Es posible esa vida nueva, ese hombre nuevo, ese mundo
nuevo, y en esa tarea tenemos que seguir empeñados porque con nosotros está el
Señor.
No perdamos nunca la esperanza. Que la luz de la resurrección siempre
nos ilumine para superar los momentos oscuros que nos puedan aparecer en la
vida.
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