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miércoles, 2 de agosto de 2017

Busquemos ese tesoro del evangelio, esa piedra preciosa de la sabiduría del evangelio, esos valores que van dar verdadera hondura y cimiento a nuestra vida

Busquemos ese tesoro del evangelio, esa piedra preciosa de la sabiduría del evangelio, esos valores que van dar verdadera hondura y cimiento a nuestra vida

Éxodo 34,29-35; Sal 98; Mateo 13,44-46

Según sea aquello que nos proponemos conseguir serán los medios que pongamos para alcanzarlo. Hemos de tener claro lo que queremos en la vida, saber a donde queremos ir, que es lo que queremos que sea nuestro sentido, la meta de nuestra vida, el mundo que queremos construir. Según eso que nos propongamos y en la medida en que lo tengamos claro serán los valores que adorne, mejor empapen y sean fundamento de nuestra vida.
Esta claro que no todos queremos lo mismo, que tenemos una concepción de la vida distinta o al menos con matices que nos diferencian unos de otros; son las maneras distintas de pensar, la ideología o filosofía que marca nuestra vida, el sentido que le hayamos querido dar, que hemos aprendido o recibido, o que hemos madurado en la interiorización de cuanto nos sucede.
Entramos en dialogo los unos con los otros, buscamos puntos de encuentro y de entendimiento, aprendemos unos de otros, queremos mejorar recogiendo también lo mejor que veamos en los demás; no siempre es fácil ese dialogo, porque tenemos la tentación de imponernos, y algunas veces nos puede faltar el respeto hacia los otros y su manera de pensar. No es que hagamos una mezcolanza, como un sincretismo donde todo nos parezca igual olvidando quizás nuestros principios, sino que siempre hay algo que podemos aprender de los demás.
Por eso es tan importante descubrir cuales son esos valores que nos ayuden a construir nuestra vida y con los que contribuimos también a la construcción de nuestro mundo. No siempre es fácil, repito, también porque recibimos muchas influencias que no son siempre tan positivas. Esa es la sabiduría de nuestra vida, que hemos de descubrir, por lo que seremos capaces de luchar, que será la base de nuestra realización personal y de esa felicidad que todos ansiamos alcanzar. Son los verdaderos cimientos del edificio de nuestra vida.
Hoy nos habla Jesús en el evangelio de dos imágenes o comparaciones, parábolas, que nos ayudan a profundizar en todo esto que estamos reflexionando. Nos habla de un tesoro escondido en el campo y que alguien encuentra y que dándose cuenta de todo su valor es capaz de despojarse de todo por obtener dicho tesoro. Lo mismo nos habla del hombre que se dedica al comercio de las joyas y que un día encuentra una de tanto valor que él la considera las mas grande e importante; será capaz de desprenderse de todas las otras joyas para poder conseguir aquella de tanto valor que ha encontrado.
¿Nos estará hablando Jesús de esos valores por los que hemos de luchar por conseguir y que van a ser fundamento de las cosas importantes que tenemos que realizar en nuestra vida? Ese tesoro del evangelio, esa piedra preciosa de la sabiduría del evangelio, esos valores que nos trasmite Jesús y que han de fundamentar nuestra vida, no como un adorno externo y pasajero sino como algo que de hondura nuestra vida. Es esa búsqueda y esa reflexión e interiorización que hemos de hacernos de cuanto nos sucede para buscar lo que de verdad vale para nuestra vida, para nuestro caminar.
Decimos que el cristiano ha de tener honda espiritualidad, porque nos llenamos de los valores del Espíritu que darán verdadera profundidad y sentido a nuestra vida. Es donde encontramos esa fuerza que necesitamos y son los materiales de la construcción de nuestro ser. Nuestro apoyo lo tenemos en el Señor y de El recibimos la fortaleza de su Espíritu que transforma nuestra vida para encontrar lo que verdaderamente es importante.

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