Mantenernos con perseverancia en la Palabra de Jesús, escuchándole, queriendo ir plasmando su Palabra en nosotros para llegar a la plenitud de vida que nos ofrece
Daniel 3, 14-20. 91-92. 95;
Sal.: Dn. 3, 52. 53. 54. 55. 56; Juan
8, 31-42
La perseverancia es lo que nos permite llegar a conseguir nuestras
metas y deseos. Mantenernos firmes en un dirección, constantes en la lucha por
conseguir nuestras metas, no perder la intensidad del empeño con que nos
esforzamos para alcanzar unos objetivos, ser fieles a unos principios que hemos
adoptado o nos hemos propuesto como motor o raíz de lo que hacemos en la vida,
mantener la palabra dada y no es solo porque se lo hayamos prometido a algo
sino por fidelidad a nosotros mismos es algo que muchas veces nos cuesta.
Nos viene el cansancio, los fracasos o la dificultad en la lucha nos
hacen perder la ilusión, los espejismos de lo que vemos alrededor que nos
parece más fácil o que nos va a costar menor esfuerzo son tentaciones que nos
van apareciendo y nos hacen bajar la guardia, perder intensidad, y hasta el
peligro de olvidar aquellas metas que nos propusimos. Qué importante es ser
perseverantes. Qué necesario para ir logrando esa plenitud de nuestra vida.
En el camino de nuestra fe y de nuestra vida cristiana eso es importante.
Importante para que no se nos enfríe nuestra fe, importante para no quedarnos
en una vida cristiana superficial, importante para ir logrando una verdadera
hondura espiritual en la medida en que vayamos creciendo en el conocimiento de
Cristo e impregnándonos de su sentido de la vida, importante para que lleguemos
a ese necesario compromiso que sufre de nuestra fe y nos abre a los demás y al
mundo en el que tanto bueno podemos hacer.
Nos aparecen también sombras, tentaciones, desganas, cansancios cuando
no ponemos esa necesaria intensidad. Crecer en el conocimiento de Cristo es
crecer en nuestra relación con El, en nuestra vida espiritual, en nuestra
oración, en esa reflexión que nos hacemos cada día iluminados por su palabra
sobre la vida que vamos haciendo y donde está nuestra misión.
Hoy nos dice Jesús en el evangelio. ‘Si os mantenéis en mi
palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os
hará libres’. Les estaba hablando a aquellos más cercanos que habían creído
en El. El evangelio en estos días nos va relatando los enfrentamientos que
tiene con los judíos en Jerusalén, donde hay muchos que no le aceptan. Pero
algunos escuchan en lo hondo de su corazón las palabras de Jesús y comienzan a
creer en él. A ellos de manera especial se dirige con palabras que nos viene
bien recordar.
Mantenernos en la Palabra de Jesús, perseverar en su escucha,
perseverar en el querer ir plasmando esa Palabra de Jesús en nuestra vida, para
ser sus discípulos de verdad, para seguirle, para hacer su camino, pero un
camino que nos conduce a la plenitud, a la verdad, a la autentica libertad,
como nos dice.
La palabra de Jesús nos libera porque nos hace grandes, nos hace
descubrir nuestra dignidad, nos da motivos grandes e importantes para luchar
por ser mejores, por hacer un mundo mejor.
La Palabra de Jesús nos traza metas que nos llevan a la plenitud y
nosotros queremos seguirle, nosotros queremos alcanzar esa plenitud que nos
ofrece, aunque nos cueste. Pero hemos de ser perseverantes, mantenernos en esa
palabra de Jesús.
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