En esta cuaresma nos preparamos para que haya pascua en nosotros y por la fe en Jesús pasemos de la muerte a la vida arrancándonos del pecado
Isaías 49,8-15; Salmo 103; Juan 5, 17-30
‘Al principio existía la Palabra. La Palabra estaba junto a Dios y
la Palabra era Dios… en ella estaba la vida y la vida era la luz de los
hombres… a cuantos la recibieron, a todos aquellos que creen en su nombre, les
dio poder para ser hijos de Dios…’ Así nos hablaba Juan al principio de su
Evangelio definiéndonos quien era Jesús y como venía a nosotros como luz y como
vida para que tuviéramos vida. Ya en otro momento del Evangelio nos dirá que ha
venido para que tengamos vida y vida en abundancia.
Eso fue la vida de Jesús. Eso fue su amor, regalarnos vida para que
tuviéramos vida. Por eso la presencia de Jesús destierra, por así decirlo, todo
lo que sea muerte. Cura a los enfermos, limpia a los leprosos, hace caminar a
los inválidos, pone luz en los ojos de los ciegos y hace oír a los sordos,
resucita a los muertos. Es el signo de la Buena Nueva que nos anuncia. El
Espíritu de Dios está sobre El y lo ha ungido para anunciar la Buena Noticia, a
los pobres, a los oprimidos, a los ciegos, a los enfermos; quiere la libertad,
la luz, la vida. Solo necesitamos creer en El. ‘A los que creen en su
nombre…’ los llena de vida, les hace participes de la vida de Dios, los
hace hijos de Dios.
Es lo mismo que nos dice hoy en el evangelio. Se manifiesta como el
Señor. Los judíos le rechazan porque dicen que se hace igual a Dios. ‘La
Palabra estaba junto a Dios y la Palabra era Dios’, recordamos que se nos
decía al principio del evangelio. Ahora nos dice: ‘Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también
el Hijo da vida a los que quiere’.
Jesús es la resurrección y es la vida, como se nos dirá en el episodio de la
resurrección de Lázaro. Y los que creen en El tendrán vida para siempre.
‘Os lo aseguro, nos dice, quien
escucha mi palabra y cree al que me envió posee la vida eterna y no se le
llamará a juicio,-,- porque ha pasado ya de la muerte a la vida’. Juan en sus cartas nos dice que porque amamos
pasamos de la muerte a la vida. Creemos en Jesús y nos ponemos en el camino del
amor, que es ponernos en el camino de la vida. Tenemos que reafirmar con toda
intensidad nuestra fe en Jesús.
Le buscamos, queremos creer en El,
porque queremos llenarnos de su vida, sentirnos transformados por El. Hay en
nosotros tanta muerte que necesitamos que Jesús nos cure y nos resucite. Es lo
que queremos ir realizando ahora con toda intensidad en la cuaresma para poder
llegar a vivir con intensidad la Pascua.
Que haya pascua en nosotros, porque ese
paso de Dios por nuestra vida nos haga pasar de la muerte a la vida. Por eso
tenemos que ir arrancándonos de esas tinieblas que nos afligen, de esas
cegueras de nuestra vida, de esa
invalidez que nos paraliza, de esa lepra de nuestro pecado. Los signos que
vemos realizar a Jesús en el evangelio tienen que realizarse en nuestra vida.
Esos milagros que Jesús realiza, esas curaciones son signo de esa transformación
de nuestra vida. Escuchemos la voz del Señor que nos arranque de ese sepulcro
de muerte y nos sintamos resucitados a la vida.
No olvidemos que entramos en la órbita
del amor y eso nos llevará también a que hagamos participes de esa vida de Jesús
a los demás. Que se derrame su misericordia sobre nuestro mundo.
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