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martes, 15 de septiembre de 2015

María de los Dolores es la madre que compartió como nadie el dolor y el sacrificio redentor de su Hijo Jesús en la cruz

María de los Dolores es la madre que compartió como nadie el dolor y el sacrificio redentor de su Hijo Jesús en la cruz

1Tm. 3, 1-13; Sal. 100; Jn. 19, 25-27
Nadie como una madre puede compartir y vivir el dolor de un hijo. Es la sensibilidad de la madre, es la sintonía entre madre e hijo, son los lazos de las entrañas que nunca se rompen, y que harán que el hijo permanezca para siempre en las entrañas de la madre.
¿Cómo nos va a extrañar que a continuación de haber celebrado ayer la exaltación de la cruz de Cristo recordemos hoy los dolores de la Madre celebrándola como la Virgen y la Madre dolorosa? Es la festividad y celebración de este quince de septiembre, la Virgen de los Dolores, como comúnmente la llamamos.
Al pie de la cruz estaba. Así nos lo dice el que a partir de aquel momento iba a ser su nuevo hijo. ‘Ahí tienes a tu madre…, ahí tienes a tu hijo’, señala Jesús desde lo alto de la cruz. Allí al pie de la cruz estaba la que tiene estuvo al pie del Hijo como lo está siempre una madre. En Belén encontraremos al Niño siempre en brazos de la Madre; al pie de la cruz tras su muerte volveremos a ver a Jesús en los brazos de la Madre de la Piedad, como queremos invocarla también en ese trance. Al lado de Jesús veremos a María, al lado del Hijo siempre estará la Madre.
Pero es que al pie de la cruz estaba María acogiendo a Jesús pero acogiendo a todos sus nuevos hijos. Al pie de la cruz estaba María sintiendo el dolor de la entrega de su Hijo Jesús, pero coparticipando también ella con su dolor de madre en el significado y sentido de aquel dolor y sufrimiento de Jesús. Se realizaba en aquel momento de dolor que era momento de amor el acto supremo de la redención. Pero allí la madre que asumía como nadie podría hacerlo mejor todo el dolor y sufrimiento del hijo, se estaba haciendo copartícipe de ese sentido de redención, de esa ofrenda de amor del Hijo, haciendo ella también su propia ofrenda de amor. Por eso nos atrevemos a llamarla corredentora, aunque sabemos muy bien que teológicamente nuestro único redentor es Cristo, pero ella hacia suyo ese sacrificio redentor de Cristo participando de su mismo dolor.
Contemplemos hoy a María, celebremos a la Madre que está acogiendo en su corazón el dolor  de todos sus hijos; María, Madre de los Dolores, en nuestro dolor, acogiendo nuestros sufrimientos y nuestras penas, acompañándonos con su presencia de Madre para enseñarnos a poner amor en nuestro dolor, esperanza en nuestra vida a pesar de las penas y sufrimientos que podamos tener.
Contemplemos y celebremos a María, la Madre que está acogiendo en su corazón el dolor de cuantos sufren, el dolor y sufrimiento de todos los hombres; miremos ese mundo de dolor y sufrimiento que nos rodea pero contemplemos a la Madre que está asumiendo el dolor de sus hijos llevándolos en sus entrañas de madre.  Miremos a María para aprender nosotros también a tener sus mismas entrañas de misericordia y compasión y compartir ese dolor de los hermanos; que nuestra presencia con el ejemplo y estimulo de María alivie tanto dolor, suscite esperanza, nos mueva al amor.
María, madre de los Dolores, a nuestro lado y al lado de todos los que sufren. María, Madre de los Dolores que nos lleva en sus entrañas amorosas de Madre, nos enseñe a tener a tener también entrañas de amor para nuestros hermanos que sufren. Ella lleva como nadie el dolor y el sufrimiento de sus hijos porque está rebosante de amor; que nos enseñe a rebosar de amor en nuestro corazón para que sepamos así con nuestro dolor y sufrimiento hacernos también coparticipes en ofrenda de amor a la cruz redentora de Jesús.


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