El encuentro con Jesús despierta la verdadera fe, nos abre a la actitud del servicio y nos hace querer llevarlo a los demás
Colosenses
1,1-8; Sal 51; Lucas 4,38-44
Hay encuentros en la vida que nos producen gran impacto
y, podíamos decir, que dejan marcada la vida para siempre. Momentos especiales
que son como un toque interior que nos despertara para ver la realidad de forma
distinta y a partir de entonces parece que ya no todo es igual ni lo vemos de
la misma manera.
Es lo que sucedió en Galilea con la aparición de Jesús
en medio de ellos con su palabra, con sus signos, con sus llamadas que iban
produciendo gran impacto en la gente que se iba encontrando con El de forma que
comenzaban a pensar distinto, a ver la realidad de las cosas y de la vida con
una nueva visión y que les hacía sentirse atraídos por Jesús para seguirle para
ir a donde fuera El. Así tendría que sucedernos en nuestro interior y en toda
nuestra vida si vivimos con intensidad nuestro encuentro con El.
Lo vemos hoy en el evangelio. Jesús se había presentado
en la sinagoga de Nazaret, pero ahora viene a Cafarnaún y también enseña en la
sinagoga; allí no solo es el anuncio que hace con sus palabras del Reino nuevo
de Dios, sino los signos que realiza. La gente se siente impactada porque nadie
ha hablado como El ni ha realizado los signos que Jesús hacía. Y comienzan
nuevas actitudes y nuevas posturas ante la vida.
Encontrarnos con Jesús nos lleva a que también deseemos
que los demás se encuentren con El, y si en Jesús hemos encontrado una luz que
nos da vida, queremos también que esa luz llegue a los demás. Lo vemos en
distintos lugares del evangelio en que quienes se han encontrado con Jesús lo
comunican a los demás, pero hoy vemos que lo llevan a casa de Simón porque la
suegra de Simón está en cama con fiebre y quieren que Jesús llegue hasta allí.
Primera reacción llevar a Jesús a los demás o que los demás se encuentren
también con Jesús.
Pero el sentirnos transformados por Cristo con su vida
y su salvación nos lleva también a unas nuevas actitudes de servicio. La suegra
de Simón al sentirse curada por Jesús se levantó y se puso a servirles. Una
reacción importante es la de sentir que hemos de ser servidores de los demás.
Será lo que vemos con la gente que con esa misma fe y
actitud nueva se convierten en servidores de los demás, trayéndolos hasta Jesús
para que la salvación de Jesús pueda llegar a todos los sufren. ‘Los que
tenían enfermos con el mal que fuera se los llevaban’.
Pero fundamentalmente ese encuentro con Jesús va a
despertar en nosotros la verdadera fe. Es lo importante. No es solo sentirnos
deslumbrados por su luz, por su actuar, por sus palabras, sino comenzar a creer
en Jesús más allá incluso de los milagros que podamos contemplar reconociendo
que Jesús es el Hijo de Dios. ‘De
muchos de ellos salían también demonios, que gritaban: Tú eres el Hijo de
Dios’.
Y Jesús marcha a otros lugares porque también en los otros sitios se ha
de anunciar el Reino de Dios. La gente intentaba retenerlo porque querían estar
siempre con Jesús. Es el deseo y el gozo que sentimos cuando hemos descubierto
algo grande, cuando nos hemos encontrado con alguien que ha llenado nuestra
vida.
Queremos quedarnos con El, queremos que El se quede con nosotros como
si fuera solo para nosotros. Tenemos la tentación de volvernos acaparadores;
nos pasa muchas veces en la vida, en la amistad que tengamos con los demás,
como si fuéramos únicos. Pero tenemos que compartir, tenemos que dejar que
Jesús llegue a los demás; es más, tenemos que nosotros poner todo lo que sea de
nuestra parte para que los demás también puedan llenarse de esa luz, puedan
disfrutar del encuentro con Jesús.
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