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miércoles, 2 de septiembre de 2015

El encuentro con Jesús despierta la verdadera fe, nos abre a la actitud del servicio y nos hace querer llevarlo a los demás

El encuentro con Jesús despierta la verdadera fe, nos abre a la actitud del servicio y nos hace querer llevarlo a los demás

Colosenses 1,1-8; Sal 51; Lucas 4,38-44

Hay encuentros en la vida que nos producen gran impacto y, podíamos decir, que dejan marcada la vida para siempre. Momentos especiales que son como un toque interior que nos despertara para ver la realidad de forma distinta y a partir de entonces parece que ya no todo es igual ni lo vemos de la misma manera.
Es lo que sucedió en Galilea con la aparición de Jesús en medio de ellos con su palabra, con sus signos, con sus llamadas que iban produciendo gran impacto en la gente que se iba encontrando con El de forma que comenzaban a pensar distinto, a ver la realidad de las cosas y de la vida con una nueva visión y que les hacía sentirse atraídos por Jesús para seguirle para ir a donde fuera El. Así tendría que sucedernos en nuestro interior y en toda nuestra vida si vivimos con intensidad nuestro encuentro con El.
Lo vemos hoy en el evangelio. Jesús se había presentado en la sinagoga de Nazaret, pero ahora viene a Cafarnaún y también enseña en la sinagoga; allí no solo es el anuncio que hace con sus palabras del Reino nuevo de Dios, sino los signos que realiza. La gente se siente impactada porque nadie ha hablado como El ni ha realizado los signos que Jesús hacía. Y comienzan nuevas actitudes y nuevas posturas ante la vida.
Encontrarnos con Jesús nos lleva a que también deseemos que los demás se encuentren con El, y si en Jesús hemos encontrado una luz que nos da vida, queremos también que esa luz llegue a los demás. Lo vemos en distintos lugares del evangelio en que quienes se han encontrado con Jesús lo comunican a los demás, pero hoy vemos que lo llevan a casa de Simón porque la suegra de Simón está en cama con fiebre y quieren que Jesús llegue hasta allí. Primera reacción llevar a Jesús a los demás o que los demás se encuentren también con Jesús.
Pero el sentirnos transformados por Cristo con su vida y su salvación nos lleva también a unas nuevas actitudes de servicio. La suegra de Simón al sentirse curada por Jesús se levantó y se puso a servirles. Una reacción importante es la de sentir que hemos de ser servidores de los demás.
Será lo que vemos con la gente que con esa misma fe y actitud nueva se convierten en servidores de los demás, trayéndolos hasta Jesús para que la salvación de Jesús pueda llegar a todos los sufren. ‘Los que tenían enfermos con el mal que fuera se los llevaban’.
Pero fundamentalmente ese encuentro con Jesús va a despertar en nosotros la verdadera fe. Es lo importante. No es solo sentirnos deslumbrados por su luz, por su actuar, por sus palabras, sino comenzar a creer en Jesús más allá incluso de los milagros que podamos contemplar reconociendo que Jesús es el Hijo de Dios. ‘De muchos de ellos salían también demonios, que gritaban: Tú eres el Hijo de Dios’.
Y Jesús marcha a otros lugares porque también en los otros sitios se ha de anunciar el Reino de Dios. La gente intentaba retenerlo porque querían estar siempre con Jesús. Es el deseo y el gozo que sentimos cuando hemos descubierto algo grande, cuando nos hemos encontrado con alguien que ha llenado nuestra vida.
Queremos quedarnos con El, queremos que El se quede con nosotros como si fuera solo para nosotros. Tenemos la tentación de volvernos acaparadores; nos pasa muchas veces en la vida, en la amistad que tengamos con los demás, como si fuéramos únicos. Pero tenemos que compartir, tenemos que dejar que Jesús llegue a los demás; es más, tenemos que nosotros poner todo lo que sea de nuestra parte para que los demás también puedan llenarse de esa luz, puedan disfrutar del encuentro con Jesús.

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