Vistas de página en total

martes, 2 de junio de 2015

Desde nuestro compromiso de creyentes ponemos los fundamentos de una sociedad más humana y más justa

Desde nuestro compromiso de creyentes ponemos los fundamentos de una sociedad más humana y más justa

Tobías 2,9-14; Sal 111; Marcos 12,13-17
¿Está reñida nuestra fe en Dios con el cumplimiento de nuestras obligaciones cívicas en medio de la sociedad en la que vivimos? Podría ser quizá la pregunta que nos surja en nuestro interior al escuchar los planteamientos que le hacen los herodianos a Jesús, tal como escuchamos hoy en el evangelio.
Sabido es que con la pregunta capciosa que le hacían a Jesús pretendían ver en que podían cazarlo para tener de qué acusarlo. No podemos olvidar que cuando acuden a Pilatos buscando la sentencia de muerte para Jesús lo acusan de querer hacerse rey, y en consecuencia que Jesús pretendía subvertir el orden establecido. En la época de Jesús bien sabemos la situación que vivían los judíos sometidos a Roma y cómo había movimientos como los zelotas o los herodianos que se oponían de la forma que fuera a esa situación y en cierto modo había como una guerra de guerrillas en contra de los romanos. Pretenden quizá mezclar a Jesús en esos asuntos y bien vemos cómo Jesús no se deja cazar.
Pero en el fondo para nuestra reflexión sigue estando la pregunta que nos hacíamos al principio. Hoy Jesús responde que dar al Cesar lo que es del César y a Dios lo que es de Dios, fijándose en la moneda al uso entonces con la inscripción de la figura del César. ¿Dónde están nuestras obligaciones cívicas y qué lugar ha de ocupar en todo ello nuestra fe, nuestra relación con Dios? o podíamos hacernos la pregunta al revés, ¿dónde está nuestra fe en Dios y que lugar han de ocupar en todo ello nuestros deberes para con la sociedad en la que vivimos?
Como creyentes con una fe auténtica y bien fundamentada sabemos que Dios ha de ser, es cierto, el centro y el sentido de toda nuestra vida. En El encontramos la razón de ser de nuestra existencia y desde su luz encontramos el sentido de todo lo que hacemos y vivimos. Y vivimos en un mundo concreto, insertos en una sociedad, porque no somos unos individuos aislados, sino que hemos de tener bien claro ese sentido social de nuestra existencia que nos hace vivir en medio de los demás y con los demás. Y juntos construimos ese mundo en el que vivimos queriendo hacerlo cada día mejor, donde todos vivamos dignamente y donde también cada día podamos ser más felices.
Ahí están, tienen que estar, nuestras luchas y nuestros compromisos. Y desde el sentido de vida que tenemos queremos poner los fundamentos de ese mundo y de esa sociedad. Y aportamos nuestros valores, y actuamos movidos desde nuestros principios que además van a dar mayor humanidad a nuestro mundo y nos ayudan a trabajar más comprometidamente por el bien y la justicia.
Y ahí tenemos que decir entonces nos encontramos con nuestra fe en el Dios que da sentido a nuestra vida y nos plantea un estilo y un sentido de vivir. Y desde ahí no solo encontramos la fuerza para esa lucha y esos compromisos sino que viene a iluminar nuestra manera de actuar. No es ajena entonces nuestra fe a nuestros deberes cívicos. Es más ahí tenemos que manifestarnos con respeto, pero también valientemente con nuestra fe que también puede iluminar a los demás. No podemos ocultar nuestra fe. No podemos ocultar lo que es el sentido profundo de nuestra vida. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario