Alegría en el nacimiento de Juan, la voz que nos anuncia la Palabra y nos prepara para encontrar al que es Camino, Verdad y Vida
Isaías
49, 1-6; Sal
138; Hechos,
13, 22-26; Lucas
1, 57-66. 80
‘Se enteraron sus
vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la
felicitaban… corrió la noticia por la montaña de Judea y todos se llenaron de alegría
bendiciendo a Dios’.
Así nos describe el evangelio el gozo de la gente en el nacimiento de Juan. Imagen
quizá también de la alegría que se vive en nuestros pueblos en la fiesta del
Bautista, unida a muchas tradiciones ancestrales, muchas veces llenas de magia
y con residuos de paganismo, pero que hemos de saber reconducir en nosotros
para vivirlo con pleno sentido.
Los vecinos y parientes veían una bendición del Señor
en el nacimiento de aquel niño en unos padres ya mayores. Zacarías que había
escuchado al ángel y había recibido la revelación del Señor podía con mucha
mayor hondura comprender el significado del nacimiento de su hijo y encontrar
los verdaderos motivos para la acción de gracias al Señor. Nosotros, conocedores
también de la revelación del Señor al conocer su palabra, hemos de encontrarle
también el verdadero sentido de la fiesta y de la alabanza al Señor.
‘Será grande a los
ojos del Señor’, le
había dicho el ángel a Zacarías, porque vendría ‘con el espíritu y el poder de Elías preparando para el Señor un pueblo
bien dispuesto’. Ya lo había anunciado el profeta Malaquías. ‘Enviaré al profeta Elías antes de que
llegue el día del Señor grande y terrible. Convertirá el corazón de los padres
hacia los hijos y el corazón de los hijos hacia los padres…’ Es lo que
ahora le ha repetido el ángel a Zacarías en el templo.
Es la misión del bautista, preparar los caminos del
Señor. ‘A ti, niño, te llamarán profeta
del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando
a los pueblos la salvación, el perdón de los pecados’, cantaría Zacarías
cuando se le soltó la lengua y bendecía al Señor.
Así bendecimos a Dios en el nacimiento de Juan. La
liturgia nos lo sitúa en este día, seis meses antes del nacimiento de Jesús
para indicarnos también en nuestra celebración su misión y cómo nosotros hemos
de prepararnos para el nacimiento de la salvación. Juan es la voz y nosotros
esperamos la Palabra que nos anuncia; Juan es el precursor que nos señala los
caminos y nosotros hemos de encontrar el verdadero camino que será encontrarnos
con Jesús; Juan es el profeta que denuncia el mal y señala el camino de la
verdad, para que nosotros nos purifiquemos y encontremos al que es la Verdad y
la Vida y así nos llenemos de su salvación.
Celebremos al Bautista que vino a purificar los
corazones, nosotros que hemos sido ya bautizados en el verdadero bautismo que
nos solo nos purifica sino que nos da nueva vida. Juan fue testigo de la teofanía
divina que señalaba a Jesús desde el cielo como el verdadero Hijo de Dios lleno
del Espíritu Santo; nosotros podemos sentir esa teofanía en nosotros porque
también el Espíritu divino se ha derramado en nuestros corazones llenándonos
del amor y de la vida de Dios que a nosotros también nos hace hijos.
¿Queremos mayores motivos para la alegría y para la
fiesta? Es que estamos contemplando como se derrama sobre nosotros la
misericordia del Señor; Juan es el anuncio de de esa entrañable misericordia de
Dios que se derrama sobre nosotros porque nos
visita la luz que nace de lo alto y viene a iluminar nuestras tinieblas para
que para siempre tengamos la luz de Dios en nosotros.
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