Que nada nos distraiga para reconocer que Jesús es el único camino y sentido de nuestra vida
Hechos, 13, 26-33; Sal
2; Juan
14, 1-6
Algunas veces cuando
estamos demasiado enfrascados en nuestras cosas nos cuesta atender y entender
lo que nos puedan estar diciendo, por muy claro que quieran hablarnos. Con
nuestra mente demasiado puesta en el momento presente, con nuestro corazón
quizá demasiado cogido por preocupaciones por cosas materiales ya sea lo que
nos va sucediendo en cada momento, ya sea quizá las influencias que recibimos
del mundo que nos rodea que nos hace quedarnos demasiado a ras de tierra, el
que nos hablen de una trascendencia mayor para nuestra vida, o que quieran
elevarnos a ámbitos más espirituales será algo que nos cuesta entender y ante lo
que nos dicen parece que andamos en otra onda.
Quizá algo así les
pasaba a los discípulos en su relación con Jesús y de manera especial en lo que
les estaba diciendo como despedida en aquella ultima cena pascual. El que Jesús
les hable de otras estancias que quiera prepararles para llevarlos con ellos, o
que les hable de un camino que han de recorrer y que a estas alturas han de
conocer bien, son cosas que les resultan extrañas e ininteligibles dadas las
preocupaciones inmediatas que podían tener en aquellos momentos. Intuían que
algo iba a pasar, aunque Jesús les había hablado claramente, pero eso les hacia
tener la mente cerrada y no comprender bien lo que Jesús les estaba diciendo.
‘Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?’, le
preguntan. O sea que no se están enterando. Tanto tiempo que llevaban con
Jesús, escuchándole, compartiendo tantas cosas, recibiendo de Jesús
explicaciones que quizá a otros no les daba, y aun no terminan de conocerle ni
de entenderle. ¿Entenderán lo que a continuación Jesús continuará diciéndoles? ‘Yo soy el camino, y la verdad, y la vida.
Nadie va al Padre, sino por mí’.
Jesús lo es todo para
nosotros. Camino, vida, sabiduría, salvación, manifestación de la misericordia
de Dios, paz de la que llena nuestro corazón. Jesús quiere levantarnos,
elevarnos desde esas materialidades y rutinas en que vivimos todos los días.
Jesús quiere que elevemos la mirada de nuestra vida y contemplándole a El
seamos capaces de darle más trascendencia a nuestra vida.
Algunas veces nos
cuesta, también se nos cierra nuestra mente. Vivimos demasiado metidos en
nuestras cosas y no miramos a lo que tiene que ser la meta y el sentido de
nuestra vida. Envueltos por el ambiente que nos rodea podemos enfriarnos en
nuestra espiritualidad, se nos puede enfriar nuestra fe.
Es algo que tenemos que
cuidar, abrir bien los oídos de nuestra alma para escuchar a Jesús, para seguir
a Jesús, para hacer el mismo camino de Jesús y así llenarnos plenamente de su
vida. Contemplándole a El nos daremos cuenta claramente de cual es el camino,
cuál es la verdad de nuestra vida. Que deseemos de verdad cada día conocerle
más, vivirle con mayor profundidad. El es el sentido último de nuestra vida.
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