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martes, 5 de mayo de 2015

Necesitamos escuchar las palabras de Jesús para no perder nunca la paz en el corazón aunque muchas sean las noches oscuras

Necesitamos escuchar las palabras de Jesús para no perder nunca la paz en el corazón aunque muchas sean las noches oscuras

Hechos, 14, 19-28; Sal 144; Juan 14, 27-31a
‘Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde’, les decía Jesús a los discípulos en la última cena. Aunque ellos no eran totalmente conscientes de todo el misterio de dolor y de pasión que se avecinaba tenían el presentimiento por las palabras de Jesús y lo que se palpaba que algo grande iba a suceder. Jesús sí sabía que aquellos momentos iban a ser una crisis muy fuerte en la fe de sus discípulos, ya que incluso les anunciaría con palabras profeta, ‘heriré al pastor y se dispersarán las ovejas'. Ahora Jesús les dice que no se acobarden, que no pierdan la paz en sus corazones, que todo tiene que suceder, pero que en el misterio de Dios con ello llegaba la salvación.
Muchas veces en la vida necesitamos escuchar estas palabras de Jesús, sentir esa presencia que El quiere regalarnos aunque no le veamos con los ojos o tengamos que pasar por valles oscuros. Nada hemos de temer porque El, como Buen Pastor, aunque algunas veces estemos demasiado ciegos en nuestras preocupaciones y problemas, está a nuestro lado, nos regala con su gracia, nos hace sentir su fuerza.
Que no perdamos la paz, su paz, la paz que El nos regala, la paz que podemos sentir cuando tenemos la seguridad y la certeza de que El está ahí y nos prepara su mesa y nos ofrece el agua viva de su gracia. ‘La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo’. Así nos dice Jesús. Así tenemos asegurada su paz. No es una paz cualquiera; no es una paz como la que nos puede dar el mundo, solo como ausencia de guerras o como en otras ocasiones se nos ofrece con sucedáneos que realmente no nos darán nunca la paz el corazón.
Esa paz de Jesús en medio de esas ‘guerras’, de esas luchas que tengamos que mantener en medio de nuestros problemas que no nos faltarán, esa paz de Jesús, digo, nos hará mirar las cosas, los problemas, los momentos oscuros con otra mirada, con otro sentido, con otro valor. No podemos perder esa paz en el corazón por muy difíciles que sean los momentos que estemos pasando o duras las decisiones que hayamos de tomar.
Es difícil, nos cuesta, pareciera que se nos hace imposible en ocasiones. Pero tengamos la seguridad de que Dios está con nosotros. Mantengámonos en su amor y en su gracia. Sepamos acudir a El con confianza, con humildad, con amor. Que no nos falte nunca nuestra unión con El; por su parte, la tenemos asegurada porque su palabra es fiel; somos nosotros los que hemos de saber responder a las llamadas que el Señor nos hace, a las riadas de regalos de gracia con que continuamente nos está mostrando su amor.

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