Vistas de página en total

miércoles, 4 de marzo de 2015

Ser capaces de vivir la pascua siguiendo los mismos pasos de Jesús en la entrega, el sacrificio, el servicio y el amor

Ser capaces de vivir la pascua siguiendo los mismos pasos de Jesús en la entrega, el sacrificio, el servicio y el amor

Jeremías 18,18-20; Sal 30; Mateo 20,17-28
‘¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber?’, es la pregunta que Jesús les hace a los hermanos Zebedeos, pero es la pregunta que nos está haciendo el Señor hoy cuando decimos que estamos haciendo este camino de Pascua o hacia la Pascua que tiene que ser nuestra cuaresma. Una pregunta, es cierto, bien comprometida. Nos es fácil pensar en por qué se las hizo a los discípulos en aquel momento, pero nos cuesta mucho más escucharla nosotros y dar respuesta.
Ciertamente se la estaba haciendo a aquellos discípulos tras sus peticiones o pretensiones manifestadas a través de la madre. ‘Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda’. Pero era como preguntarles si en verdad ellos habían entendido lo que anteriormente les había dicho; les había hablado de pascua, les había hablado de lo que a El le iba a suceder. Subían a Jerusalén y allí iban a pasar muchas cosas. ‘Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, y lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen; y al tercer día resucitará’. Era algo que les costaba mucho entender.
Es algo que también nos cuesta entender para aplicarlo a nuestra vida. Nos gustaría que todo fuera Tabor o todo fuera resurrección. Pero nuestra unión con Jesús es un participar plenamente de su pascua, y la pascua de Jesús es pasión y muerte para poder llegar a la resurrección. Eso que puede significar muerte en nosotros porque tenemos que desprendernos de muchas cosas, o porque tenemos que darnos cuenta que nuestra vida tiene que ir por el camino del desprendimiento, del servicio, del amor, o porque los sufrimientos y problemas rodean nuestra vida es algo que nos cuesta aceptar, asumir, vivir.
Algunas veces se nos puede hacer duro y también gritaremos como Jesús en Getsemaní, ‘que pase de mí este cáliz’, aunque también tenemos que llegar a decir totalmente lo que dijo Jesús ‘no se haga mi voluntad sino la tuya’. Y eso cuesta mucho, aunque sabemos que el Espíritu de Jesús está con nosotros.
Por allá andan los otros discípulos desconfiados y envidiosos. ‘Los otros diez, que lo habían oído, se indignaron contra los dos hermanos’. Y allí está Jesús pacientemente enseñándoles, recordándoles lo que tantas veces les había dicho. Es la pascua de purificación del corazón que ellos han de vivir también arrancando del corazón esas ambiciones o esos sentimientos turbios que muchas veces nos pueden aparecer.
‘Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo’. Es el estilo nuevo del Reino de Dios que tanto cuesta muchas veces aceptar. Pero Jesús nos está diciendo que seguirle a El es seguir sus mismos pasos; tendremos que vivir la pascua como El, pero también hemos de vivir nuestra vida desde el sentido del amor y del servicio como fue su vida. Por eso les recuerda: ‘Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos’.
¿Estaremos dispuestos a beber el mismo cáliz que El bebió?

No hay comentarios:

Publicar un comentario