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miércoles, 25 de febrero de 2015

Que sepamos descubrir las señales de la presencia de Dios en nuestra vida que nos llena de su sabiduría y gracia

Que sepamos descubrir las señales de la presencia de Dios en nuestra vida que nos llena de su sabiduría y gracia

Jonás 3,1-10; Sal 50; Lucas 11,29-32
‘Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás’. Jonás había predicado la conversión en Nínive y los ninivitas escucharon su palabra y se convirtieron al Señor. Bien sabemos, incluso, cómo Jonás se resistía a cumplir su misión pero llevado por los acontecimientos en los que él supo descubrir el designio de Dios al final fue a Nínive como Dios le pedía.
San Pablo dirá que ‘los griegos piden sabiduría y los judíos piden signos’, pero que él no anuncia otra cosa que a Cristo crucificado. Ahora Jesús les pone como una señal a Jonás y a la reina del Sur. Jonás porque se dejó conducir por la palabra del Señor y predicó la conversión a los ninivitas que escucharon su palabra; la reina del Sur porque vino buscando conocer la sabiduría de Salomón, y como Jesús les dice allí hay alguien que es más que Salomón, porque allí ante ellos está la Sabiduría de Dios, el Verbo de Dios, la revelación de Dios para el hombre con la que alcanzará la verdadera salvación.
En muchas ocasiones a lo largo del evangelio vemos como las multitudes se admiraban de lo que Jesús hacía - ‘nunca hemos visto una cosa igual’, decían - ante los milagros que Jesús realizaba; o en otras ocasiones se habían admirado de su sabiduría, porque hablaba con autoridad y ‘nadie ha hablado como El’. Sin embargo no terminan de creer en Jesús; aunque el pueblo le aclame y le bendiga porque viene en el nombre del Señor, por allá habrá quienes sigan dudando o incluso oponiéndose a la obra de Jesús. Era para muchos, como los de su pueblo, simplemente ‘el hijo del carpintero’, pero no sabían descubrir la obra de Dios en El; ya vemos como algunos se atreven incluso a decir que si expulsa los demonios lo hace con el poder del príncipe de los demonios. ¡Cuánto les costaba aceptar a Jesús!
Pero no nos quedemos en la reacción de las gentes en los tiempos de Jesús; para nosotros eso tiene que ser también una señal que nos hable mucho más y nos haga reflexionar sobre nosotros mismos y la manera de aceptar a Jesús y su salvación en el día a día de nuestra vida.
También dudamos muchas veces; también nos cuesta ver los signos de Dios que se van manifestando en nuestra vida; se nos cierran los ojos y no sabemos descubrir esa acción de Dios en nosotros. Pedimos muchas cosas desde nuestras necesidades, nuestros problemas o nuestros deseos de algo mejor; pero tenemos el peligro de pedir y pedir y no saber descubrir esa presencia de Dios en nuestra vida que se nos puede manifestar de muchas maneras.
Que sepamos descubrir esas señales de Dios, es paz que podamos sentir en nuestro corazón, esa respuesta que nos va dando a lo que le vamos pidiendo, esa fuerza que hay en nosotros en nuestra lucha y en nuestros esfuerzos que son señales de esa gracia de Dios. Que se nos abran los ojos de nuestro corazón para saber descubrir y vivir esa sabiduría de Dios. El Señor continuamente realiza maravillas en nosotros. Que sepamos reconocerlo y cantarlo como María.

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