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martes, 18 de noviembre de 2014

Una mirada de Jesús fue suficiente para que llegara la salvación a la casa y vida de Zaqueo

Una mirada de Jesús fue suficiente para que llegara la salvación a la casa y vida de Zaqueo

Apoc. 3, 1-6. 14-22; Sal. 14; Lc. 19,1-10
Un pequeño gesto o detalle, el prestar atención en un momento determinado a una persona, el interesarnos por alguien o simplemente el detenernos para dirigirle la palabra o escucharle, pueden ser gestos que a nosotros nos pueden parecer sin importancia pero que pueden tener una repercusión muy grande en la vida de las personas.
Y en este mundo de carreras en que vivimos en que andamos demasiado preocupados por nuestras cosas tendrían que ser cosas que aprendiéramos a hacer para aprender así también a valorar a las personas e incluso ayudarles en su autoestima. No siempre lo sabemos hacer o nos detenemos para ello, y no sabemos las cosas maravillosas que nos perdemos porque además a la larga nosotros saldremos enriquecidos de esos momentos.
Hoy vemos a Jesús con el detalle. Se detiene allí donde está Zaqueo y le manifiesta su deseo de hospedarse en su casa. Muchas cosas grandes sucedieron a partir de ese momento.
Es cierto que Zaqueo había sentido curiosidad por Jesús, quería verle pero todo eran dificultades para poder verle de cerca; dificultades que estaban en él mismo, aunque también su entorno no era nada favorable. Zaqueo era el jefe de los publicanos, de los recaudadores de impuestos y además era rico. Un hombre importante por el lugar que ocupa, aunque luego sea despreciado por la gente.
No puede ver a Jesús porque era bajo de estatura y la gente no le facilitaba el ponerse en el lugar apropiado. Aunque ese ser bajo de estatura puede significar muchas más cosas que la estatura física de su cuerpo. Ya nos indicaba el evangelista que era rico; cuando llenamos el corazón con esas riquezas aunque nos pudiera parecer que somos grandes e importantes, sin embargo nos achicamos como personas. Por eso quizá la gente le impedía el que pudiera ver a Jesús.
Le veremos realizar luego un gesto que nos pudiera ser sorprendente en un personaje de su categoría, subirse a lo alto de una higuera para ver pasar a Jesús desde allí sin que nadie le molestase o se lo impidiese. Pero ¿podría significar también en un ponerse en una posición de altura para ver las cosas desde arriba? Son tentaciones que a veces podemos tener, distanciarnos, ponernos a una mayor altura, no querer mezclarnos con la gente.  Nos puede sugerir muchas cosas para al tiempo que vamos comentando el hecho evangélico vayamos mirando también a nuestro corazón, nuestras posturas y nuestras actitudes.
Pero en medio de todo eso está el gesto y el detalle de Jesús. ‘Al llegar a aquel sitio Jesús levantó los ojos’ hacia donde estaba Zaqueo. ¿Se sentiría Zaqueo sorprendido porque lo habían descubierto? ¿en el fondo a pesar de todos los apegos que tenía en su corazón estaría deseando ese gesto de Jesús? ‘Zaqueo, baja enseguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa’. Y Zaqueo bajó enseguida con todo lo que puede significar ese bajar. ¡De cuántas higueras de soberbia y de orgullo tendríamos que abajarnos para escuchar a Jesús y alojarlo en nuestra casa!
Fue el detalle de Jesús. Como decíamos muchas cosas comenzaron a suceder. Ya contemplamos la prontitud de Zaqueo, pero también su alegría. ‘Lo recibió contento en su casa’, que dice el evangelista. Fue un vaciarse de sí mismo. Fue un darse cuenta de que para alguien era importante de verdad y no por temores ni por la influencia de sus riquezas. Y los hechos se van sucediendo, porque sentados a la mesa - pronto se preparó un banquete, una comida - es Zaqueo el que se levanta para descubrir cuanto ha sucedido en su corazón en aquellos breves momentos tras el gesto y la palabra de Jesús.
Ya conocemos, las hemos escuchado, las palabras que manifiestan la transformación que se realizó en Zaqueo con aquel encuentro con Jesús. Su vida será otra y llena de grandeza - creció ahora de verdad la estatura de Zaqueo - porque aprendió a desprenderse de todo para compartirlo todo con los demás. Como dirá Jesús: Es un día grande, ‘hoy la salvación ha llegado a esta casa’.
Dos conclusiones últimas entre muchas podríamos sacar. Estemos atentos a los detalles de Jesús y a sus llamadas a nuestro corazón. También nos está mirando a los ojos para decirnos que quiere hospedarse en nuestra casa. Y una segunda cosa es que aprendamos a tener detalles para con los demás. Podemos hacerles llegar la salvación; pueden a través de nuestros signos encontrarse con Dios.

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