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lunes, 28 de julio de 2014

Un corazón humilde será capaz de hacer sitio en él para dejar meter el corazón de los demás

Un corazón humilde será capaz de hacer sitio en él para dejar meter el corazón de los demás

Jer. 13, 1-11; Sal.: Deut. 32, 18-21; Mt. 13, 31-35
Un corazón humilde, un corazón que se hace pequeño y sencillo, será un corazón que pueda llenarse de amor, porque se olvidará de sí mismo para estar siempre abierto a que los demás se puedan acoger en él. Así quiero resumir el mensaje que hoy podemos encontrar en las parábolas que nos propone Jesús en el evangelio.
Las hemos escuchado y meditado recientemente, pero como tantas veces hemos dicho, la riqueza  de la Palabra de Dios es tan grande que siempre que nos acercamos a ella, con verdadera humildad y con deseos de dejarnos iluminar vamos a encontrar un mensaje de vida y de luz que llene las ansias más profundas de nuestra vida.
Nos habla la parábola de la pequeña semilla de la mostaza y del puñado de levadura echado a la masa. Cosas pequeñas y aparentemente insignificantes pero de gran significado como tantas veces hemos meditado. Yo me preguntaría de entrada ¿llegaré a ser en verdad semilla mostaza? ¿en qué medida soy levadura de Dios en medio del mundo que me rodea?
Fijémonos en la parábola de la semilla de la mostaza; pequeña e insignificante pero que hará brotar una planta, como nos explica Jesús en la parábola, que se hará la más grande en medio de las demás hortalizas, de manera que bajo sus ramas llegan a acogerse los pajarillos que anidan en sus ramas.
¿Qué nos puede enseñar? Cuando sabemos ser humildes y sencillos, como decíamos al principio, vamos a tener un corazón capaz de acoger a cuantos nos rodean, pero será un corazón, como decíamos, muy dispuesto para el amor. Y ¿qué es amar al otro? Dejar que se introduzca en nuestro corazón. Cuando decimos que amamos a los demás estaríamos diciendo que vamos poniendo a esas personas en nuestro corazón;  y todo el que se siente amado se siente acogido.
¡Qué a gusto nos sentimos al lado de las personas humildes y sencillas! No encontraremos nunca en ellas ningún signo de superioridad, la vanidad estará lejos de sus vidas, no habrá nunca desplantes ni acritud ni en sus actitudes ni en sus palabras, todo lo que realicen en el trato con nosotros estará lleno de delicadeza y cariño, siempre tendrán para nosotros una palabra amable, nos sentiremos en verdad bien acogidos, nos sentiremos contagiados de su dicha y de la alegría que siempre llevan en el corazón. Como la planta de la mostaza, nacida de una pequeña semilla pero que permitirá que incluso los pajarillos aniden bajo sus ramas.
¿Entendemos ahora la pregunta que nos hacíamos cuando comenzamos a reflexionar sobre la parábola? ¿Seremos en verdad esa semilla de la mostaza o esa planta que sea capaz de acoger siempre a los demás? ¡Qué distintas y qué hermosas por humanas serían nuestras relaciones mutuas! ¡Qué agradable se convertiría nuestra convivencia de cada día!
En un mismo sentido podríamos reflexionar sobre la otra parábola, la de la levadura.  La levadura se mezcla y se hace una con la masa, se amasa para hacerla fermentar. Es lo que es capaz de hacer posible el amor, cuando hay amor verdadero, en nuestras relaciones con los demás. Es el amor el que va a transformar nuestro mundo, transformando antes nuestros corazones. No será sólo a partir de normas o leyes como vamos a hacer que nuestro mundo sea mejor, si nosotros no estamos dispuestos a dejar transformar nuestros corazones. Pongamos esa levadura del amor en nuestra vida, en lo que hacemos, en nuestras relaciones con los demás, en nuestro trato con los otros.

Es la levadura que nos hará amables y generosos, quitará acritud y violencia en nuestro trato, nos dará capacidad para aceptarnos y al mismo tiempo fuerza para arrancar de nosotros actitudes orgullosas que tanto daño harían a los demás. El amor desterrará de nosotros todo lo que sea vanidad, porque actuará de forma callada como sin apenas dejarse notar la levadura se mezcla con la masa para fermentarla. Así iremos fermentando nuestro mundo para hacerlo un mundo lleno de amor donde brillará para siempre la paz y la armonía.

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