Muéstranos a cuál de los dos has elegido para este servicio apostólico
Hechos, 1, 15-17.20-26; Sal. 112; Jn. 15, 9-17
A través del año
en diferentes momentos vamos celebrando las fiestas de los Apóstoles. Ahora en
medio del tiempo pascual, cuando estamos en la espera de Pentecostés ya cercano
celebramos en medio del mes de mayo la fiesta del apóstol san Matías en la
concordancia de haber sido elegido para formar parte del número de los Doce cuando
los apóstoles estaban reunidos en la espera también de Pentecostés.
Cuando vamos celebrando la fiesta de los distintos
apóstoles nos fijamos habitualmente en algo en lo que se haga mención de ellos
en los evangelios; otras veces destacamos quizá su relevancia especial como
puedan ser los apóstoles más conocidos o de los que conozcamos su lugar de
apostolado después del envío de Jesús en la Ascensión y de recibir el Espíritu
Santo en Pentecostés. Quizá de algunos, en este sentido, poco podríamos
destacar, pero siempre está el aspecto de haber sido elegidos por el Señor para
formar parte del grupo de los Doce y ser los enviados al mundo entero a
predicar el evangelio.
De san Matías, a quien hoy estamos celebrando, solo
tenemos noticias del momento de su elección tal como la escuchamos en el relato
de los Hechos de los Apóstoles. Matías, regalo de Dios que es el significado de
este nombre, fue elegido para sustituir a Judas Iscariote, que fue el traidor.
Pero fijémonos en algunos aspectos que se resaltan a la hora de su elección.
Pedro, asumiendo el papel que le había confiado el
Señor cuando le dio el primado entre los Doce es el que habla y convoca al
resto de los apóstoles y discípulos para su elección. Recuerda las Escrituras
que lo habían anunciado y que ahora les inspira y les impulsa a la elección.
Han de elegir un testigo de Jesús. Esa es la característica principal; se
resalta que tiene que haber sido testigo de la resurrección del Señor, pero
también ser de los que estaban siguiendo a Jesús desde el principio desde los
tiempos y la predicación del Bautista hasta el momento de la Ascensión. Como
hace notar alguno de los santos padres de la Iglesia antigua, Matías formaría
parte quizá del grupo de los setenta y dos discípulos que fueron enviados de
dos en dos a predicar el Reino delante de Jesús.
Van ellos ahora a elegir entres dos propuestas que se
presentan por el método de las suertes, que era una forma repetida en la
antigüedad y en el Antiguo Testamento. Pero son conscientes de que es el Señor
el que elige. Por eso oran antes de la elección pidiendo al Señor que les
señale quien es el elegido del Señor. ‘Muéstranos
a cual de los dos has elegido para que, en este servicio apostólico, ocupe el
puesto que dejó Judas al marcharse al suyo propio’.
No es una elección que hacemos los hombres, es la
elección, la vocación, la llamada que hace el Señor. Es algo que hemos de tener
claro. Cualquiera que vaya a ejercer un ministerio en la Iglesia no lo hace por
sí mismo, por su gusto o por su saber o poder; está lo que llamamos vocación,
aunque no siempre ahondemos todo lo que tendríamos que hacerlo en el sentido de
la palabra vocación. Es una llamada, una elección del Señor; llamada y elección
que podemos sentir en nuestro corazón de diferentes maneras y que luego la
Iglesia ha de discernir y confirmar; pero es el Señor el que elige.
En este sentido hemos escuchado en el evangelio. ‘Ya no os llamo siervos, os llamo amigos,
porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros
los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para
que vayáis y deis fruto y vuestro fruto dure’.
Estamos en la cercanía de la Jornada de las Vocaciones
y bien nos viene recordar todo esto que nos manifiesta hoy la Palabra de Dios y
el testimonio que podemos contemplar en san Matías, el regalo del Señor, que es
su nombre, pero a quien regaló el Señor cuando lo eligió y lo llevó a formar
parte del grupo de los Doce.
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