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miércoles, 4 de diciembre de 2013

Unos signos del Reino Nuevo que se han de manifestar en nuestra vida

Is. 25, 6-10; Sal. 22; Mt. 15, 29-37
Habían anunciado los profetas del Antiguo Testamento los tiempos nuevos del Mesías como un banquete al que todos estamos invitados, donde todo será alegría y fiesta, porque así tiene que ser siempre la presencia de Dios. ‘Preparará para todos los pueblos… en este monte… un festín… con manjares enjundiosos y vinos generosos…’
Jesús luego en el evangelio repetidamente nos irá comparando el reino de Dios como un banquete de bodas, también al que todos están invitados. Pero no serán solo las parábolas sino que las páginas del evangelio estarán llenas de signos y de gestos donde se nos quiere expresar en el mismo sentido lo que es el Reino de Dios que viene a instaurar y al que todos están llamados.
Lo veremos sentarse a la mesa tanto con los fariseos u hombres principales que lo invitan a comer, dejando siempre muy claro el sentido nuevo y el estilo nuevo que han de vivir sus discípulos cuando hagan una fiesta e inviten a alguien a su mesa - no faltará incluso una mujer pecadora que se introduce en la sala del banquete para ir a lavarle los pies a Jesús con sus lágrimas ante la extrañeza de quien le ha invitado y los demás comensales - pero también se sentará a la mesa de los publicanos y los pecadores, lo que le traerá críticas y reproches por parte de los que siempre se consideran puros. No siguen faltando quienes siguen haciendo reproches cuando alguien se quiera comportar según el espíritu evangélico, y podemos recordar algunas críticas que ya ha sufrido el Papa Francisco.
Pero además irá realizando signos que nos anuncian el banquete nuevo del Reino de los cielos. Hoy lo hemos escuchado. La multitud se agolpa en torno a Jesús. Allí están con sus dolencias y sus sufrimientos de todo tipo. ‘Acudió a El mucha gente llevando tullidos, ciegos, lisiados, sordomudos y muchos otros; los echaban a sus pies y El los curaba’. Mucha gente, mucho sufrimiento, muchas dolencias - ‘muchos otros’ dice el evangelista para expresarnos que no eran solo los sufrimientos del cuerpo, sino que era en verdad el sufrimiento de la vida - Jesús los curaba y todos daban gloria a Dios.
Pero es algo más lo que siente Jesús que les falta a aquella gente. ‘Me da lástima de esta gente’, dice Jesús. Y claro que están hambrientos porque llevan ya tres días con Jesús y no tienen que comer, pero algo más querrá decir Jesús que les falta a aquella gente. Los hará sentarse en el suelo, intentará que los discípulos encuentren manera de responder a lo que pedía aquella gente. Solo tienen ‘siete panes y unos pocos peces’ pero para Jesús es suficiente para ofrecernos la imagen del banquete del Reino porque se realiza el gran signo, todos comen y aun al final sobrarán hasta siete cestas llenas.
Mucho está anunciando Jesús con este signo. Recordamos lo que habían anunciado los profetas como Isaías al que hoy hemos escuchado; recordamos la señales que Jesús iba realizando en lo que El hacia y en su manera de comportarse con la gente. Ahora nos está diciendo con este signo que El verdaderamente saciará nuestra vida. Más tarde en la sinagoga de Cafarnaún tratará de explicar y nos hablará de un pan bajado del cielo, de un pan que da vida eterna, de cómo El quiere que le comamos para que tengamos vida y El nos resucite en el último día.
Entendemos bien que en el fondo este signo de la multiplicación de los panes es un anuncio del Pan de la Eucaristía que quiere darnos. Sagrado banquete en que Cristo es nuestra comida… y que se nos da en prenda de la vida futura, anticipo, anuncio y adelanto del Banquete del Reino de los cielos, pero que aquí y ahora hemos de ir viviendo, realizando esos signos y señales que sean anuncio también para cuantos nos rodean.
Nos sentimos invitados y todos estamos llamados a participar del mismo banquete; y ya nos anunciaba el profeta que se acabaron los tiempos de los duelos y de las tristezas, porque un nuevo sentido de vivir tenía que impregnar nuestra vida. La imagen del banquete en que todos con alegría nos reunimos en torno a una misma mesa está ya expresándonos lo que ha de ser ese vivir el reino de Dios que es reino de comunión y de paz, que es reino de fraternidad y de amor, es reino de justicia y de generosidad en el amar y compartir, es reino de autenticidad y de verdad.

¿No tendría que ser así como viviéramos los cristianos que nos decimos seguidores de Jesús? Ahí tenemos algo que revisar en nuestra vida en este camino de Adviento que estamos haciendo para recibir al Señor que llega a nuestra vida. Si nos faltan esas actitudes fundamentales nos va a costar encontrarnos con el Señor. Que su Espíritu transforme nuestro corazón.

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