Unos signos del Reino Nuevo que se han de manifestar en nuestra vida
Is. 25, 6-10; Sal. 22; Mt. 15, 29-37
Habían anunciado los profetas del Antiguo Testamento
los tiempos nuevos del Mesías como un banquete al que todos estamos invitados,
donde todo será alegría y fiesta, porque así tiene que ser siempre la presencia
de Dios. ‘Preparará para todos los
pueblos… en este monte… un festín… con manjares enjundiosos y vinos generosos…’
Jesús luego en el evangelio repetidamente nos irá
comparando el reino de Dios como un banquete de bodas, también al que todos
están invitados. Pero no serán solo las parábolas sino que las páginas del
evangelio estarán llenas de signos y de gestos donde se nos quiere expresar en
el mismo sentido lo que es el Reino de Dios que viene a instaurar y al que
todos están llamados.
Lo veremos sentarse a la mesa tanto con los fariseos u
hombres principales que lo invitan a comer, dejando siempre muy claro el
sentido nuevo y el estilo nuevo que han de vivir sus discípulos cuando hagan
una fiesta e inviten a alguien a su mesa - no faltará incluso una mujer
pecadora que se introduce en la sala del banquete para ir a lavarle los pies a
Jesús con sus lágrimas ante la extrañeza de quien le ha invitado y los demás
comensales - pero también se sentará a la mesa de los publicanos y los
pecadores, lo que le traerá críticas y reproches por parte de los que siempre
se consideran puros. No siguen faltando quienes siguen haciendo reproches
cuando alguien se quiera comportar según el espíritu evangélico, y podemos
recordar algunas críticas que ya ha sufrido el Papa Francisco.
Pero además irá realizando signos que nos anuncian el
banquete nuevo del Reino de los cielos. Hoy lo hemos escuchado. La multitud se
agolpa en torno a Jesús. Allí están con sus dolencias y sus sufrimientos de
todo tipo. ‘Acudió a El mucha gente
llevando tullidos, ciegos, lisiados, sordomudos y muchos otros; los echaban a
sus pies y El los curaba’. Mucha gente, mucho sufrimiento, muchas dolencias
- ‘muchos otros’ dice el evangelista
para expresarnos que no eran solo los sufrimientos del cuerpo, sino que era en
verdad el sufrimiento de la vida - Jesús los curaba y todos daban gloria a
Dios.
Pero es algo más lo que siente Jesús que les falta a
aquella gente. ‘Me da lástima de esta
gente’, dice Jesús. Y claro que están hambrientos porque llevan ya tres
días con Jesús y no tienen que comer, pero algo más querrá decir Jesús que les
falta a aquella gente. Los hará sentarse en el suelo, intentará que los
discípulos encuentren manera de responder a lo que pedía aquella gente. Solo
tienen ‘siete panes y unos pocos peces’
pero para Jesús es suficiente para ofrecernos la imagen del banquete del Reino
porque se realiza el gran signo, todos comen y aun al final sobrarán hasta
siete cestas llenas.
Mucho está anunciando Jesús con este signo. Recordamos
lo que habían anunciado los profetas como Isaías al que hoy hemos escuchado;
recordamos la señales que Jesús iba realizando en lo que El hacia y en su
manera de comportarse con la gente. Ahora nos está diciendo con este signo que
El verdaderamente saciará nuestra vida. Más tarde en la sinagoga de Cafarnaún
tratará de explicar y nos hablará de un pan bajado del cielo, de un pan que da
vida eterna, de cómo El quiere que le comamos para que tengamos vida y El nos
resucite en el último día.
Entendemos bien que en el fondo este signo de la
multiplicación de los panes es un anuncio del Pan de la Eucaristía que quiere
darnos. Sagrado banquete en que Cristo es nuestra comida… y que se nos da en
prenda de la vida futura, anticipo, anuncio y adelanto del Banquete del Reino
de los cielos, pero que aquí y ahora hemos de ir viviendo, realizando esos
signos y señales que sean anuncio también para cuantos nos rodean.
Nos sentimos invitados y todos estamos llamados a
participar del mismo banquete; y ya nos anunciaba el profeta que se acabaron
los tiempos de los duelos y de las tristezas, porque un nuevo sentido de vivir
tenía que impregnar nuestra vida. La imagen del banquete en que todos con
alegría nos reunimos en torno a una misma mesa está ya expresándonos lo que ha
de ser ese vivir el reino de Dios que es reino de comunión y de paz, que es
reino de fraternidad y de amor, es reino de justicia y de generosidad en el
amar y compartir, es reino de autenticidad y de verdad.
¿No tendría que ser así como viviéramos los cristianos
que nos decimos seguidores de Jesús? Ahí tenemos algo que revisar en nuestra
vida en este camino de Adviento que estamos haciendo para recibir al Señor que
llega a nuestra vida. Si nos faltan esas actitudes fundamentales nos va a
costar encontrarnos con el Señor. Que su Espíritu transforme nuestro corazón.
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