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jueves, 5 de diciembre de 2013

Su ánimo está firme y mantiene la paz, porque confía en ti

Is. 26, 1-6; Sal. 117; Mt. 7, 21.24-27
El mensaje de Jesús es bien claro. Seguirle, ser su discípulo es algo más que palabras. Seguir a Jesús es ponernos en camino, es vivir una vida. Lo que confesamos con nuestra fe, tiene que convertirse en vida práctica de cada día.
Hoy nos dice: ‘No todo el que me dice: ¡Señor, Señor! entrará en el Reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo’. Tenemos que decir, confesar con nuestros labios y con nuestro corazon que Jesús es el Señor, para obtener la salvación, pero no tiene que ser solo esa confesion con los labios, sino que tiene que ser la confesion con toda la vida.
Reconocer que Jesús es el Señor no se puede quedar en palabras bonitas o llenas de fervor que en un momento determinado digamos. Reconocemos que Jesús es el Señor cuando en nuestra vida obramos en consecuencia. Por eso nuestros comportamientos, nuestras actitudes, las cosas que hacemos, el sentido que le damos a la vida, la forma como nos enfrentamos a nuestros sufrimientos o nuestros problemas, la manera de vivir, por ejemplo, una enfermedad o de pensar en la muerte cierta, han de pasar por el cristal del Evangelio, por el sentido que nos da Jesús cuando decimos que El es nuestro Señor.
Por eso nos pone Jesús a continuación esas pequeñas parábolas que así podemos considerarlas. El hombre que edifica sobre roca o el hombre necio que edifica sobre arena. Estamos edificando nuestra vida sobre roca cuando en verdad en todo lo que hacemos o vivimos ponemos a Jesús en el centro y sentido de nuestra vida.
Jesús es la roca firme de nuestra vida. Por eso ponemos en El toda nuestra confianza. Es hermoso lo que nos ha dicho el profeta. ‘Tenemos una ciudad fuerte, ha puesto para salvarla murallas y baluartes’. ¿A qué fortaleza se refiere? ¿cuáles son esos baluartes y murales que la defienden? La confianza que ponemos en el Señor. ‘Su ánimo está firme y mantiene la paz, porque confía en ti’.
Muchas pueden ser las cosas que nos hacen flaquear en la vida, o nos pueden poner en peligro, problemas, enfermedades, contratiempos no solo consigo mismo sino también muchas veces con los que nos rodean. Todas esas cosas podrían hacernos perder la paz. Somos conscientes de cómo nos afectan esas cosas a nuestra vida. Pero como nos decía el profeta: ‘Su ánimo está firme y mantiene la paz, porque confía en ti’. Ponemos nuestra confianza en el Señor y El es nuestra fortaleza.
Que así sigamos haciendo el camino de nuestra vida cristiana, este camino de Adviento que ahora estamos haciendo con la esperanza puesta en el Señor que llega a nuestra vida y nos trae la salvación y la paz.

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