Vistas de página en total

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Yo os daré palabras y sabiduría… con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas

Dan. 5, 1-6.13-17.23-28; Sal.: Dan. 3, 62-67; Lc. 21, 12-19
El Evangelio es un gozo y una alegría grande para quienes creemos en Jesús. Es para nosotros Buena Nueva de salvación y quien se siente salvado tiene que llenarse necesariamente de alegría. La Exhortación apostólica del Papa Francisco publicada ayer precisamente comienza con estas palabras: ‘La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría’. Mucho tendremos que reflexionar sobre estas palabras del Papa y todo su mensaje.
Sin embargo hemos de reconocer que para quienes no se abren a la fe no encontrarán en el evangelio ninguna alegría ni ningún sentido para sus vidas. Es más, podríamos decir como ya se nos expresa en el principio del evangelio de san Juan que ofrecerán oposición a esa luz y alegría que en el Evangelio por la fe nosotros encontramos. Es la vida que resplandece en las tinieblas pero las tinieblas quisieron sofocar esa luz y esa vida. Era la luz verdadera que con su venida ilumina a todo hombre, pero en el mundo estaba pero el mundo no la reconoció, como  nos dice el evangelio de san Juan.
No nos tienen que asustar, entonces, estas palabras de Jesús en el Evangelio que hoy se nos ha proclamado. Quienes rechazan la luz pretenden imponer las tinieblas; quienes rechazan a Cristo como la única verdad del hombre, pretenderán imponer su mentira. Quienes no quieren escuchar la Palabra de vida y salvación pretenderán acallarla haciendo frente a quien la proclama con el testimonio de su vida y su fe y con el anuncio que de ella hará con sus palabras.
Como  hemos venido escuchando estos días en las palabras de Jesús quiere prevenirnos para todo lo que nos podamos encontrar. Nos prevenía en lo que escuchábamos ayer frente a las confusiones de todo tipo que nos pudieran aparecer y nos previene hoy de las persecuciones que podamos sufrir prometiéndonos la victoria final. Como  nos dirá en otro momento del Evangelio, ‘no temáis ni os acobardéis que yo he vencido al mundo’. Y su muerte aparente derrota frente al poder del mal es auténtica victoria que dará muerte a esa muerte y ese mal.
‘Así tendréis ocasión de dar testimonio’,  nos dice cuando nos habla de las persecuciones que vamos a sufrir por causa de su nombre. Y habla de persecuciones y de cárceles, de tribunales y de muerte, incluso de la incomprensión, desprecio y condena de aquellos que más cerca están de nosotros como pueden ser nuestras propias familias. Pero al final nos dirá: ‘con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas’.
Pero no nos deja solos. Su Espíritu estará con nosotros y nos dará fortaleza, e incluso va a poner palabras en nuestros labios y fuerza en nuestro corazón para hacer frente a todo eso. ‘No os preocupéis de preparar vuestra defensa’,  nos dice; ‘Yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrán hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro’.
Cuando celebramos la fiesta de los mártires esto es lo que estamos contemplando. Estos días hemos celebrado la fiesta de santa Catalina de Alejandría. Esta virgen y mártir, que incluso se tiene como patrona de los filósofos, fue capaz de enfrentarse a los filósofos y sabios que le oponía el emperador con palabras llenas de sabiduría a las que no eran capaces de rebatir. Es lo que hoy Jesús nos dice. Cuántas veces también, cuando nos dejamos conducir por el Espíritu del Señor, surgen de nuestros labios y de nuestro corazón palabras y razones para responder y hacer frente a quienes se oponen a nuestra fe y a nuestra manera de vivir. Es el cumplimiento de esta palabra de Jesús que hoy hemos escuchado en el Evangelio.

No temamos que el Señor está con nosotros. Pero además hemos de recordar la Bienaventuranza de Jesús. ‘Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos. Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo’. Y hoy nos ha dicho Jesús. ‘Ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia  salvaréis vuestras almas’. ¿No es importante pasar lo que fuera con tal de poder alcanzar la vida eterna, la gloria eterna en el cielo junto a Dios?

No hay comentarios:

Publicar un comentario