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lunes, 28 de octubre de 2013

Nos llevas al conocimiento de Cristo por la predicación de los apóstoles

Ef. 2, 19-22; Sal. 18; Lc. 6, 12-19
‘Nos llevaste al conocimiento de tu nombre por la predicación de los apóstoles’, hemos rezado en la oración de esta fiesta. Hoy estamos celebrando la fiesta de san Simón y san Judas, apóstoles. Es bueno recordar esa nota característica de la Iglesia que es ser Iglesia apostólica, ‘edificada sobre el cimiento de los apóstoles y profetas y de la que el mismo Cristo es la piedra angular’, como nos decía el apóstol en la carta a los Efesios. Ahí se nos habla de un edificio y de unos cimientos con su piedra angular; se nos habla de un templo consagrado al Señor y de su construcción para ser morada de Dios.
Fácilmente, por una falta de formación, se nos pueden crear confusiones en nuestra mente al no saber interpretar debidamente estas palabras, que podrían tener un equívoco significado. El pensar en un edificio y en una construcción para referirnos a la Iglesia nos podríamos quedar en el edificio material del templo al que por analogía llamamos normalmente Iglesia. Pero creo que bien podremos comprender estas palabras y el que reflexionemos sobre ello en esta fiesta de los santos apóstoles nos puede hacer mucho bien.
¿Quién es el verdadero templo de Dios? Recordemos las palabras de Jesús cuando nos hablaba de ‘destruir este templo que en tres días reconstruiré’. Ya recordamos que el propio evangelista nos dice entonces que se refería al templo de su cuerpo, cosa que comprendieron muy bien después de su resurrección. Cristo es el verdadero templo de Dios y es por Cristo, con Cristo y en Cristo como damos gloria al Señor, ‘todo honor y toda gloria’, como confesamos y decimos en la plegaria eucarística.
Hoy nos dice el apóstol que por Cristo Jesús, que es la piedra angular, ‘todo el edificio queda ensamblado y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor’. Somos nosotros, en la medida en que nos vamos uniendo a Cristo por la escucha de la Palabra del Señor y por la celebración de los Sacramentos, los que vamos formando parte de ese edificio, nos ensamblamos en ese edificio - y ya sabemos que ensamblar es unir con una unión profunda que ya nada lo puede separar - y con Cristo nosotros somos también ese templo consagrado al Señor. Así hemos sido consagrados en nuestro Bautismo; así formamos parte de la Iglesia, así queremos con Cristo dar para siempre gloria al Señor.
Decíamos que nos vamos uniendo a Cristo en la escucha de la Palabra, esa palabra que nos lleva al conocimiento de Cristo, esa Palabra que recibimos en la tradición de la Iglesia trasmitida desde los apóstoles. Iglesia apostólica, decimos refiriéndonos a una de sus características fundamentales, porque a través de los apóstoles, con la fe que nos trasmitieron los apóstoles nos unimos a Cristo, formamos ese cuerpo de Cristo que es la Iglesia, formamos parte de esa familia de los hijos de Dios.
Y nos unimos a Cristo proclamando y celebrando nuestra fe. Precisamente el Credo lo llamamos Símbolo Apostólico en ese mismo sentido, porque es la fe que confesamos y que nos ha sido trasmitida por los apóstoles. Esa fe que nosotros también tenemos que trasmitir, anunciar para que así la Iglesia, como decíamos también en la oración, ‘vaya creciendo con la conversión incesante de los pueblos’. Es lo que pedimos con la intercesión de los santos apóstoles que hoy celebramos. La celebración que vivimos  nos compromete a nosotros también a ser apóstoles para trasmitir nuestra fe. ‘A toda la tierra alcanza su pregón’, decíamos en el salmo. Es nuestra oración y compromiso.

Y, como decimos, nos unimos a Cristo celebrando nuestra fe en los sacramentos. Ahí está la fuente de la gracia; ahí celebrando a Cristo y nuestra fe en El nos llenamos de su gracia, de su vida, para poder seguir esos caminos de santidad a los que estamos llamados. Que este memorial de la pasión que estamos celebrando en esta Eucaristía en la fiesta de los santos Apóstoles san Simón y san Judas ‘nos ayude, con su intercesión, a perseverar en tu amor’, en el amor de Dios.

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