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lunes, 9 de septiembre de 2013

Sembremos buenas semillas siendo positivos en nuestro pensamiento y en nuestra intención

Col. 1, 24-2, 3; Sal. 61; Lc. 6, 6-11
Lo que se plantean los letrados y los fariseos de estar acechando a Jesús para ver si curaba un sábado y que esto fuera motivo para estar cavilando qué hacer con Jesús quizá no sean planteamientos que hoy nosotros consideráramos lógicos ni usuales. Realmente lo que Jesús realizó de curar a un hombre de su mal, la parálisis de su brazo, nos puede parecer que entra dentro de lo normal porque en fin de cuentas es hacer el bien.
¿Qué es lo que estaba haciendo Jesús? simplemente manifestándonos lo que es su amor compasivo y misericordioso, el corazón compasivo y misericordioso de Dios. Ante El estaba un hombre con su sufrimiento, con sus limitaciones, con su brazo paralítico e inmediatamente se manifiesta el amor del Señor, curándolo. No entienden aquellos letrados y fariseos lo que Jesús hace, porque es un sábado, pero Jesús les hace la pregunta ¿Qué es lo que esta permitido o  no permitido un sábado? ¿hacer el bien o el mal, salvar a uno o dejarlo morir?’ En su legalismo su corazón se ha cerrado al amor y no entienden lo que Jesús hace, curar aquel hombre de su limitación.
Ya sabemos que todo arrancaba de su concepción religiosa de la vida y de su manera de interpretar el cumplimiento de la ley del Señor que prescribía el descanso sabático prohibiendo cualquier tipo de trabajo. Pero, más allá de ese cumplimiento o no de las estrictas leyes, en el fondo nos damos cuenta de su no aceptación de Jesús y de su mensaje evangélico. La trasformación que Jesús pedía para el corazón de quien aceptase su mensaje, era algo que parecía no entrar en sus planes. De ahí sus maquinaciones, sus sospechas y desconfianzas, actitudes bien negativas que ennegrecen el corazón porque lo que están haciendo es poner malicia dentro de nosotros.
Creo que por ahí podría ir nuestra reflexión. Cuántas desconfianzas, sospechas y recelos tenemos en ocasiones en nuestra relación con los demás. Es una tentación fácil que nos acecha y que hemos de estar bien prevenidos para no caer en sus redes.
Nos cuesta aceptar a los otros y muchas veces porque quizá nosotros no somos capaces de tener buen corazón somos desconfiados de los demás, vemos quizá o malas intenciones o doble sentido en lo que los otros hacen y eso crea dentro de nosotros un enfriamiento en nuestra relación que terminará distanciándonos y viendo mal en el otro donde realmente no lo hay. Como nosotros hemos dejado meter la malicia en nuestro corazón, entonces siempre estaremos viendo malicia en el corazón de los otros. Una sospecha llena de desconfianza estropeado una amistad; es más, podemos decir que es un síntoma claro de esa falta de amor.
Muchas veces nos cuesta la convivencia, la relación con los otros. Y mucho más nos cuesta cuando tenemos actitudes negativas en el corazón. Es necesario que seamos capaces de ser positivos; y ser positivo es pensar siempre lo bueno y alejar de nosotros el mal deseo; ser positivo es pensar bien del otro y de la buena intención con que actúa; pensar en positivo es ser capaz de descubrir el amor y las cosas buenas que hacen los demás; pensar positivo es quitar la malicia de nuestro corazón para tener unos ojos limpios que no vean nunca malicia en los demás y en lo que hacen; pensar en positivo es creer en las personas, creyendo que aunque hayan cometido errores en la vida - todos los cometemos - son capaces, sin embargo, de enmendarse y de cambiar.

Cuántas veces decimos que queremos que nuestro mundo sea mejor. Comencemos por tener actitudes positivas en nuestra relación con los demás y estaremos sembrando buenas semillas que transformen nuestro mundo.

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