Vestimos el escapulario de María llenándonos de su belleza y santidad
Celebramos en este día una Advocación de la Virgen
María muy entrañable y arraigada en la devoción del pueblo cristiano a la Madre
del Señor. El nombre de la Virgen del Monte Carmelo, que comúnmente decimos
Virgen del Carmen, tiene su origen en los montes del mismo nombre que se hallan
en Israel y que arrancan desde las llanuras y valles de Galilea hasta
desembocar, por así decirlo, en el mar Mediterráneo. Nombre que evoca la
belleza de esos montes - por ahí iría el significa de la palabra - y que nos
habla de la belleza del corazón de la Madre del Señor.
En el Carmelo se había refugiado el profeta Elías,
celoso del culto del Dios verdadero frente a los falsos dioses o baales de los
pueblos circundantes de Israel; la Biblia nos refiere diversos episodios de
este profeta en su lucha contra los falsos profetas de los baales. Y en la
época de las Cruzadas por recuperar la tierra santa del Señor del poder de los
sarracenos que la habían invadido, muchos cruzados una vez cumplidos sus
objetivos militares se retiraron a estos montes para dedicarse a la oración en
medio del silencio y debido al gusta de estar en la tierra del Señor.
Allí se levantó una capilla o templo en honor de la
Virgen, que como es normal tomaría ese nombre, la Virgen del Monte Carmelo, la
Virgen cuya imagen se encuentra en el Monte Carmelo. En esta gente que se
retiraba al monte Carmelo, en recuerdo del profeta Elías dedicados a la
oración, y reunidos en torno a este templo de la Virgen tuvo su origen la Orden
de los Carmelitas. A un religioso de esta Orden se cuenta de la aparición de la
Virgen para entregarle esa vestidura, ese escapulario, como signo de su
consagración al Señor y a la Virgen.
El 16 de julio de 1251, la imagen de la Virgen del Carmen se le habría
aparecido a San Simón Stock, superior general de la Orden, al que le entregó
sus hábitos y el escapulario,
principal signo del culto mariano carmelita. Según es tradición la Virgen prometió
liberar del Purgatorio a todas las almas que hayan vestido el
escapulario durante su vida, el sábado siguiente a la muerte de la persona y
llevarlos al cielo. La
iconografía principal de la Virgen la muestra portando dicho escapulario.
Como bien sabemos un escapulario en su origen era como
un delantal o una vestidura que se ponía sobre la ropa ordinaria como
prevención para que los trabajos que realizasen no dañasen sus vestidos. Pronto
pasó de ser la vestidura de los servidores que la utilizaban como prevención a
ser un signo religioso que viene a significar esa protección que en María
encontramos frente a todos los peligros que pudieran atentar contra nuestra fe
o nuestra vida cristiana.
Por eso la devoción a la Virgen del Carmen está tan
unida al escapulario de la Virgen que llevamos como signo de esa protección
maternal de María. Se nos habla de una vestidura, un hábito o un escapulario,
que vestimos con el orgullo de pertenecer a María. Pero creo que no tendríamos
que quedarnos solamente en llevar de forma externa esa vestidura o ese
escapulario sino más bien el revestirnos de María, el revestirnos de todas esas
virtudes y de toda esa santidad de María, porque quien se está vistiendo de
María se está vistiendo de Cristo.
Que sintamos gozosos esa protección de María vistiendo
su hábito o llevando su escapulario. Que lo llevemos con orgullo y con dignidad
no permitiendo que nada en nuestra vida manche esa vestidura de María que llevamos,
manche esa vestidura de la gracia de la que hemos no solo de revestirnos sino
empaparnos. Que hagamos honor por la santidad de nuestra vida de ser esos hijos
de María que quieren parecerse a la Madre del Señor.
Démosle hondo sentido a nuestra devoción a la Virgen.
Vistámonos de su santidad y de sus virtudes.
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