Mateo 11: 25 - 27 | |
25 | En aquel tiempo, tomando Jesús la palabra, dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. |
26 | Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. |
27 | Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce bien al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce bien nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. |
Bendigamos al Señor que en su misterio de amor no ha querido quedarse escondido sino que ha querido revelársenos. Demos gracias porque en nuestro corazón ha puesto semillas de eternidad para que podamos llegar a El. Demos gracias que en su infinita Sabiduría se revela a los pequeños y a los sencillos.
Vayamos con corazón humilde hasta Dios, porque sabemos que solo los humildes podrán conocer a Dios. Que nunca la soberbia de nuestro corazón empañe nuestra mirada; que no nos ciegue y nos impida ver y conocer a Dios.
Gracias, Padre, porque nos has dado a tu Hijo que nos descubre tu misterio de amor.
Que por nuestra humildad y amor podamos ser instrumentos también para que los demás puedan llegar hasta Dios.
Que por nuestra humildad y amor podamos ser instrumentos también para que los demás puedan llegar hasta Dios.
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