Vistas de página en total

martes, 2 de julio de 2013

que se despierte nuestra fe

Que se despierte nuestra fe, aunque parezca que el Señor está dormido está siempre a nuestro lado

Gén. 19, 15-29; Sal. Sal. 25; Mt. 8, 23-27
‘Jesús subió a la barca y los discípulos lo siguieron’. Está el hecho cronológico o histórico como nos parezca decir de querer cruzar el lago en barca de un lugar a otro como ya se nos adelantaba en versículos anteriores.
Pero en el relato ha ido apareciendo cómo se le iban agregando discípulos a Jesús, gente que al escuchar sus palabras y sobre todo ver su vida querían seguirle, querían estar con él. En los versículos anteriores, paralelos al texto que escuchábamos el pasado domingo, habíamos visto algunos que voluntariamente se ofrecían para seguir a Jesús - ‘te seguiré adonde vayas’, le había dicho uno - mientras a otros los invitaba Jesús a seguirle.
Es por aquí, en este aspecto de los discípulos que querían seguir a Jesús o a los que Jesús invitaba a seguirle, es por donde vamos a hacer la lectura de este episodio que hemos escuchado. ‘Jesús subió a la barca y los discípulos lo siguieron’. Nosotros también queremos subirnos a la barca, queremos ir con Jesús, nos embarcamos en esa tarea hermosa e ilusionante de querer vivir como un verdadero discípulo de Jesús.
Muchas veces también cuando comentamos este episodio hablamos de esa barca que es la Iglesia en la que estamos todos embarcados y que también se ve zarandeada por las olas de la vida, de las dificultades, de las tentaciones que vamos soportando cuando deseamos seguir a Jesús y ser fieles. Es cierto que nos gustaría que, dado que nos hemos decidido por seguir a Jesús y hemos optado por el camino del evangelio, el camino no se nos hiciera difícil; con nuestro entusiasmo y con nuestro amor queremos vivir nuestra vida cristiana, pero bien sabemos las tentaciones que hemos de soportar.
Queremos, es cierto, hacer esa travesía con Jesús, todo lo que es nuestra vida cristiana; queremos ir plasmando en nuestra vida todo lo que nos va enseñando Jesús en el evangelio; querríamos vivir con un amor como el que El nos tiene y nos enseña, pero bien sabemos que nos cuesta, que aparecen las tentaciones y las dificultades; bien sabemos que nos vienen los cansancios y las rutinas y fácilmente nos puede suceder en ocasiones que todo lo veamos oscuro.
Cuando surgió el temporal fuerte en medio del lago - lo que era en cierto modo habitual en aquel mar de Galilea por las corrientes de los vientos y las temperaturas extremas que en aquella depresión del Jordán aparecen con frecuencia - los discípulos asustados se sintieron como si Jesús no fuera con ellos y tuvieran peligro de hundirse en medio de aquel vendaval. ‘De pronto se levantó un temporal tan fuerte, que la barca desaparecía entre las olas, mientras Jesús dormía’.
Es cuando gritan asustados despertando a Jesús. ‘¡Señor, sálvanos que nos hundimos!’ Estaban tan asustados que les parecía que iban a perecer mientras Jesús no hacia nada por ellos. Nos sucede cuando nos vemos envueltos en problemas y la vida se nos hace cuesta arriba; nos parece todo tan negro que creemos que no vamos a salir de aquella situación. Nos pasa en muchos aspectos de nuestra vida: problemas familiares, problemas en el trabajo, situación social en la que vivimos, contratiempos en la convivencia con los que nos rodean. Muchas son las situaciones y las circunstancias.
‘¡Cobardes!’, les dice Jesús. ‘¡Qué poca fe!’ Con Jesús llegaría la calma. Acobardados nos vemos en los caminos de la vida. ¿Sabremos ver y sentir la presencia de Jesús y con El a nuestro lado no perder nunca la paz? ¿Nos faltará fe para darnos cuenta de que no nos falta la presencia de Jesús en el camino de nuestra vida y lo que tenemos que hacer es invocarle? Algunas veces, es cierto, no parece que seamos creyentes, porque la fe parece que se oculta y no actuamos como personas de fe.

Tenemos que despertar nuestra fe. Tenemos que darnos cuenta de la presencia de Dios continuamente a nuestro lado. Tenemos que ser conscientes de que la gracia del Señor nunca nos va a faltar. Que se despierte nuestra fe. Que aunque nos parezca que el Señor está dormido, El está siempre a nuestro lado. No dudemos en nuestro seguimiento de Jesús. Vayamos con El cruzando siempre los mares de la vida y dejando la estela de nuestra fe.

No hay comentarios:

Publicar un comentario