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domingo, 30 de junio de 2013

Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén y con Jesús nosotros queremos caminar

1Reyes, 19, 16.19-21; Sal. 15; Gál. 5, 1.13-18; Lc. 9, 51-62
‘Cuando se iba cumpliendo el tiempo… Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén’. Hay momentos que son decisivos en los que hay que tomar una determinación y no se puede uno andar con excusas para quedarse atrás o dejar las decisiones para otros momentos. Jesús sabía lo que significaba su subida a Jerusalén. Más adelante le veremos anunciar lo que va a suceder e incluso en momentos los discípulos se extrañarán de su determinación de manera que iba delante de ellos como si fuera con prisa.
Nos enseña mucho este pasaje del evangelio. El mensaje lo tenemos en esa determinación de Jesús pero en lo que luego va sucediendo o le va pidiendo a quienes se acercan a El porque quieren seguirlo. No podemos andar ni con medias tintas ni tampoco dejándonos arrastrar por los malos momentos que nos pueden hacer reaccionar de malos modos. Es lo que veremos que va sucediendo y que será para nosotros como una hermosa parábola, o un hermoso mensaje para muchos momentos y determinaciones que hemos de tomar en la vida.
Digo reaccionar de malos modos porque fácilmente nos puede suceder cuando nos llevan la contraria o se enfrentan a nuestras decisiones. Hemos de saber sobreponernos en los momentos difíciles en los que podamos encontrar oposición desde algún ángulo o faceta de la vida. No tendríamos que perder la paz en el corazón para dejarnos arrastrar por posturas o gestos violentos. Como les sucedió en ese primer momento a los discípulos.
‘Envió mensajeros por delante, dice el evangelista. De camino entraron en una aldea de Samaría para prepararle alojamiento. Pero no los recibieron, porque se dirigía a Jerusalén’. Vuelven a aparecer las consabidas desconfianzas, reticencias y enfrentamientos entre judíos y samaritanos, como hemos visto en otra ocasión. Y la reacción de los discípulos fue la violencia, los malos modos que decíamos.
Santiago y Juan - los hijos del trueno como los llamaría Jesús - ya estaban dispuestos a castigos divinos. ‘¿Quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos?’ Muy subidos andaban ellos en los pedestales de los poderes que les había dado Jesús cuando los envió a predicar. Pero ésa no es la manera de actuar de Jesús ni de quien se dice discípulo de Jesús y quiere seguirle. ‘El se volvió y los regañó’.
Jesús va delante en su subida a Jerusalén enseñándonos el camino. Ya entendemos que no era el camino geográfico que todos conocerían bien porque muchas veces habían hecho. Es el camino del seguimiento de Jesús. Y si no podemos responder con violencia a los contratiempos que tengamos que sufrir en la vida también hemos de aprender también que siguiendo a Jesús no buscamos ni apoyos humanos ni que se nos resuelvan milagrosamente aquellas situaciones difíciles o problemas con que nos encontremos. Seguimos a Jesús porque lo amamos y queremos seguir sus huellas empapándonos de su vida, aunque ello signifique que las comodidades no van a estar de nuestro lado. Será necesario un desprendimiento y una austeridad en la vida que nos hará encontrar el verdadero valor de lo que hacemos al seguir a Jesús.
‘Te seguiré adonde vayas’, le dice uno que se ofrece por sí mismo para seguir a Jesús. ‘Las zorras tienen madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza’, fue la respuesta de Jesús. No sabemos si aquel voluntario al final siguió o no siguió a Jesús, pero ahí nos ha dejado ver Jesús cual ha de ser nuestra actitud profunda. Porque estemos con Jesús no significa que tengamos de antemano todos los problemas resueltos. Eso nos creemos algunas veces cuando decimos que el Señor no nos escucha o que a tanto bueno como nosotros hacemos no encontramos luego una compensación de suerte o de beneficio en la vida ordinaria. ¿Por qué buscamos a Jesús y queremos seguirle? ¿Simplemente para tener suerte en la vida?
Jesús cuando ha tomado esa determinación de subir a Jerusalén aún no esta enseñando más. Nada la detiene en el camino. No deja las cosas para mejores momentos. Nuestras dudas e indecisiones nos hacen andar muchas veces así. Encontramos disculpas siempre para dejar las cosas para otro momento. Ya habrá tiempo, pensamos muchas veces.
Ahora es Jesús el que invita a alguien a seguirle, pero éste quiere dejar arregladas todas las cosas antes de seguir a Jesús. ‘Déjame primero ir a enterrar a mi padre’. A lo que Jesús radicalmente le dirá: ‘Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios’. Será doloroso en ocasiones arrancarse de donde estamos o de lo que estamos haciendo, pero si el Señor nos habla en el corazón y nos llama con prontitud hemos de seguirle. Lo contrario sería quedarnos en situación de muerte y nosotros estamos llamados a la vida y a sembrar vida.
El que ha emprendido el camino tiene su mirada puesta en la meta y en lo que tiene por delante. No nos vale estarnos parando para mirar atrás a ver lo que hemos dejado. Si emprendemos una tarea es en esa tarea en lo que tenemos que empeñarnos. No nos valen añoranzas de lo que hicimos en otra ocasión o el pensar que tenemos que hacer como hacíamos antes. Ni nos vale estar contando todo lo que hicimos en otra ocasión. Es un camino de vida y el vivir ese seguimiento de Jesús nos renueva.
‘Otro le dijo: Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia… El que echa mano en el arado y sigue mirando atrás no vale para el Reino de Dios’. Nos encontramos muchas veces con actitudes y posturas de añoranza en esta tarea del cristiano en medio del mundo y de la Iglesia. Las mismas dificultades que vamos encontrando en el momento presente nos hacen estar echando esa mirada atrás pero tenemos que saber responder en el ahora y el hoy de nuestra vida y tarea a ese reto que se nos plantea del anuncio del Reino. Los problemas son los de hoy, no los de ayer, y las respuestas tenemos que darlas hoy porque el mensaje del Evangelio es Buena Noticia en cada momento en que se proclama.
Es una tarea y una respuesta que no damos por nosotros mismos, cualquiera que sea la situación. Es dejar al Espíritu divino que actúe en nuestra vida y a través de nosotros vaya actuando con su gracia en nuestro mundo. Por eso siempre en nuestro seguimiento de Jesús vamos invocando el Espíritu divino en todo momento para que nos dé la fuerza de su gracia, para que nos ilumine y fortalezca en cada momento.
Jesús tomó la decisión de subir a Jerusalén y con Jesús nosotros queremos caminar sin búsquedas interesadas, con generosidad de corazón, con decisión y sin retrasar nuestra respuesta dejándonos iluminar por su Espíritu con la novedad del Evangelio, la buena noticia que nosotros queremos hoy trasmitir. Que no nos falte nunca la fuerza del Espíritu.

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