Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén y con Jesús nosotros queremos caminar
1Reyes, 19, 16.19-21; Sal. 15; Gál. 5, 1.13-18; Lc. 9, 51-62
‘Cuando se iba
cumpliendo el tiempo… Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén’. Hay momentos que son decisivos en los
que hay que tomar una determinación y no se puede uno andar con excusas para
quedarse atrás o dejar las decisiones para otros momentos. Jesús sabía lo que
significaba su subida a Jerusalén. Más adelante le veremos anunciar lo que va a
suceder e incluso en momentos los discípulos se extrañarán de su determinación
de manera que iba delante de ellos como si fuera con prisa.
Nos enseña mucho este pasaje del evangelio. El mensaje
lo tenemos en esa determinación de Jesús pero en lo que luego va sucediendo o
le va pidiendo a quienes se acercan a El porque quieren seguirlo. No podemos
andar ni con medias tintas ni tampoco dejándonos arrastrar por los malos
momentos que nos pueden hacer reaccionar de malos modos. Es lo que veremos que
va sucediendo y que será para nosotros como una hermosa parábola, o un hermoso
mensaje para muchos momentos y determinaciones que hemos de tomar en la vida.
Digo reaccionar de malos modos porque fácilmente nos
puede suceder cuando nos llevan la contraria o se enfrentan a nuestras decisiones.
Hemos de saber sobreponernos en los momentos difíciles en los que podamos
encontrar oposición desde algún ángulo o faceta de la vida. No tendríamos que
perder la paz en el corazón para dejarnos arrastrar por posturas o gestos
violentos. Como les sucedió en ese primer momento a los discípulos.
‘Envió mensajeros por
delante, dice el
evangelista. De camino entraron en una
aldea de Samaría para prepararle alojamiento. Pero no los recibieron, porque se
dirigía a Jerusalén’. Vuelven a aparecer las consabidas desconfianzas,
reticencias y enfrentamientos entre judíos y samaritanos, como hemos visto en
otra ocasión. Y la reacción de los discípulos fue la violencia, los malos modos
que decíamos.
Santiago y Juan - los hijos del trueno como los
llamaría Jesús - ya estaban dispuestos a castigos divinos. ‘¿Quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos?’
Muy subidos andaban ellos en los pedestales de los poderes que les había dado
Jesús cuando los envió a predicar. Pero ésa no es la manera de actuar de Jesús
ni de quien se dice discípulo de Jesús y quiere seguirle. ‘El se volvió y los regañó’.
Jesús va delante en su subida a Jerusalén enseñándonos
el camino. Ya entendemos que no era el camino geográfico que todos conocerían
bien porque muchas veces habían hecho. Es el camino del seguimiento de Jesús. Y
si no podemos responder con violencia a los contratiempos que tengamos que
sufrir en la vida también hemos de aprender también que siguiendo a Jesús no
buscamos ni apoyos humanos ni que se nos resuelvan milagrosamente aquellas
situaciones difíciles o problemas con que nos encontremos. Seguimos a Jesús
porque lo amamos y queremos seguir sus huellas empapándonos de su vida, aunque
ello signifique que las comodidades no van a estar de nuestro lado. Será necesario
un desprendimiento y una austeridad en la vida que nos hará encontrar el
verdadero valor de lo que hacemos al seguir a Jesús.
‘Te seguiré adonde
vayas’, le dice uno
que se ofrece por sí mismo para seguir a Jesús. ‘Las zorras tienen madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del
Hombre no tiene donde reclinar la cabeza’, fue la respuesta de Jesús. No
sabemos si aquel voluntario al final siguió o no siguió a Jesús, pero ahí nos
ha dejado ver Jesús cual ha de ser nuestra actitud profunda. Porque estemos con
Jesús no significa que tengamos de antemano todos los problemas resueltos. Eso
nos creemos algunas veces cuando decimos que el Señor no nos escucha o que a
tanto bueno como nosotros hacemos no encontramos luego una compensación de
suerte o de beneficio en la vida ordinaria. ¿Por qué buscamos a Jesús y
queremos seguirle? ¿Simplemente para tener suerte en la vida?
Jesús cuando ha tomado esa determinación de subir a
Jerusalén aún no esta enseñando más. Nada la detiene en el camino. No deja las
cosas para mejores momentos. Nuestras dudas e indecisiones nos hacen andar
muchas veces así. Encontramos disculpas siempre para dejar las cosas para otro
momento. Ya habrá tiempo, pensamos muchas veces.
Ahora es Jesús el que invita a alguien a seguirle, pero
éste quiere dejar arregladas todas las cosas antes de seguir a Jesús. ‘Déjame primero ir a enterrar a mi padre’.
A lo que Jesús radicalmente le dirá: ‘Deja
que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios’.
Será doloroso en ocasiones arrancarse de donde estamos o de lo que estamos
haciendo, pero si el Señor nos habla en el corazón y nos llama con prontitud
hemos de seguirle. Lo contrario sería quedarnos en situación de muerte y
nosotros estamos llamados a la vida y a sembrar vida.
El que ha emprendido el camino tiene su mirada puesta
en la meta y en lo que tiene por delante. No nos vale estarnos parando para
mirar atrás a ver lo que hemos dejado. Si emprendemos una tarea es en esa tarea
en lo que tenemos que empeñarnos. No nos valen añoranzas de lo que hicimos en
otra ocasión o el pensar que tenemos que hacer como hacíamos antes. Ni nos vale
estar contando todo lo que hicimos en otra ocasión. Es un camino de vida y el
vivir ese seguimiento de Jesús nos renueva.
‘Otro le dijo: Te seguiré,
Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia… El que echa mano en el
arado y sigue mirando atrás no vale para el Reino de Dios’. Nos encontramos muchas veces con
actitudes y posturas de añoranza en esta tarea del cristiano en medio del mundo
y de la Iglesia. Las mismas dificultades que vamos encontrando en el momento
presente nos hacen estar echando esa mirada atrás pero tenemos que saber
responder en el ahora y el hoy de nuestra vida y tarea a ese reto que se nos
plantea del anuncio del Reino. Los problemas son los de hoy, no los de ayer, y
las respuestas tenemos que darlas hoy porque el mensaje del Evangelio es Buena
Noticia en cada momento en que se proclama.
Es una tarea y una respuesta que no damos por nosotros
mismos, cualquiera que sea la situación. Es dejar al Espíritu divino que actúe
en nuestra vida y a través de nosotros vaya actuando con su gracia en nuestro
mundo. Por eso siempre en nuestro seguimiento de Jesús vamos invocando el
Espíritu divino en todo momento para que nos dé la fuerza de su gracia, para
que nos ilumine y fortalezca en cada momento.
Jesús tomó la decisión de subir a Jerusalén y con Jesús
nosotros queremos caminar sin búsquedas interesadas, con generosidad de
corazón, con decisión y sin retrasar nuestra respuesta dejándonos iluminar por
su Espíritu con la novedad del Evangelio, la buena noticia que nosotros
queremos hoy trasmitir. Que no nos falte nunca la fuerza del Espíritu.
No hay comentarios:
Publicar un comentario