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lunes, 1 de julio de 2013

Ejemplo de oración de Abrahán, el amigo de Dios, que intercedía por la salvación del pueblo pecador

Gén. 18, 16-33; Sal. 102; Mt. 8 18-22
Es hermosa la relación que se mantiene entre Dios y Abrahán. La Biblia usa un lenguaje antropomórfico (lenguaje que emplea figuras humanas como imagen de la divinidad) para presentarnos a Dios y su relación de amistad con Abrahán; se le manifiesta Dios en la figura de unos personajes humanos a los que en su hospitalidad Abrahán acoge en su tienda y con los que dialoga.
Es el texto hermoso que hubiéramos escuchado el pasado sábado en que Dios se le manifiesta ‘junto a la encina de Mambré mientras él estaba sentado junto a su tienda. Alzó la vista y vio a tres hombres en pie frente a él. Al verlos corrió a su encuentro desde la puerta de su tienda y se prosternó en tierra…’ Es una imagen clásica en una pintura que se nos representa para hablarnos incluso de la Trinidad de Dios.
Entonces Dios le anuncia a Abrahán que finalmente va a ser padre, cumpliendo la promesa que le había hecho. ‘Cuando vuelva a verte, dentro del tiempo de costumbre, Sara habrá tenido un hijo’, le anuncia Dios. Hoy escuchamos el anuncio del castigo de Sodoma a causa de su maldad y pecado. Parece como que Dios quiere contar con Abrahán diciéndole lo que va a hacer. Pero se establece un hermoso diálogo y puja entre Abrahán y Dios puesto que el patriarca quiere salvar a toda costa a aquella gente del castigo de Dios. Es una hermosa oración de intercesión en la que va pujando a la baja para que en virtud de los pocos justos que haya en la ciudad se vea liberada del castigo.
Creo que en todo esto que estamos subrayando hay un hermoso mensaje y lección para nosotros. Nos está hablando del sentido de nuestra relación con el Señor y de nuestra oración. Nos prosternamos ante Dios reconociendo su grandeza e inmensidad, porque eso no lo podemos nunca olvidar, pero Dios nos da suficiente confianza, por así decirlo, en su amor como para que mantengamos con El una relación de confianza, esperanza y, podríamos decir, amistad. Ya nos dirá Jesús que no nos llama siervos sino que nos llama amigos porque El ha descargado todo lo que lleva en su corazón en nosotros revelándose a sí mismo y revelándonos a Dios. De ahí lo entrañable que ha de ser siempre nuestra oración al Señor, porque, como decía santa Teresa, estamos tratando con aquel que sabemos que nos ama.
Y aquí quisiera fijarme además en lo que hemos escuchado de esa oración de intercesión de Abrahán por aquel pueblo pecador. Algo que hemos de tener en cuenta en nuestra oración, en la que nosotros vamos a acudir a Dios pidiendo por nosotros, sino que nuestro corazón ha de estar abierto a las necesidades de los demás, para rezar a Dios por ellos. Pero en este caso, además, para rezar por los pecadores. Tendríamos que convertirnos con nuestra oración siempre en intercesores que, aunque nos sentimos nosotros también pecadores, pidamos por la conversión de los pecadores. Como lo hizo Abrahán que intercedía por aquel pueblo que sabía que Dios iba a castigar. Como lo hizo Jesús desde la cruz en la que no solo perdonaba a los que lo estaban crucificando sino que además intercedía por ellos al Padre disculpándolos incluso porque no sabían lo que hacían.
Me viene a la memoria el recuerdo de la Virgen, atenta siempre a las necesidades de los demás como la vemos en el evangelio. Pero si nos fijamos en las grandes apariciones de la Virgen y como constancia quedan esos lugares emblemáticos de la devoción a la Virgen, ella siempre nos pide que recemos por los pecadores y por la conversión del mundo. Podíamos citar a Lourdes y Fátima porque eso le pedía ella tanto a Bernardita en Lourdes como a los pastorcitos de Fátima; pero de igual manera en otros lugares a lo largo y ancho del mundo.

Tomemos ese ejemplo que hoy nos da Abrahán. Recojamos esa petición que nos hace la Virgen. Démosle ese sentido hermoso de intercesión a nuestra oración, pero de intercesión en especial por los pecadores. Seamos esos amigos de Dios por la intensidad y la intimidad de nuestra oración y que nos hagamos intercesores que pedimos por la conversión de los pecadores.

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