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viernes, 24 de mayo de 2013


Los caminos de un amor verdadero que nos llevan hasta Dios

Eclesiástico, 6, 5-17; Sal. 118; Mc. 10. 1-12
Quien no sabe tener amigos no sabe lo que es amar de verdad, difícilmente llegará a entender lo que es el amor verdadero y me atrevo a decir que se le cierran caminos para ver y conocer a Dios. El amor de una amistad no es algo de quita y pon de la vida como si fuera algo ocasional y puntual y es algo más que el conocimiento de un día. El amigo que lo es de verdad lo será de una forma permanente porque será un tesoro que hemos encontrado y del que no queremos desprendernos nunca. Y quien no sabe cultivar una amistad, y volvemos a lo del principio, no sabrá lo que es un amor para siempre.
La verdadera amistad te hace desprendido y desinteresado, porque aunque uno va a recibir mucho de la amistad del otro sin embargo es mucho más lo que estará dispuesto a dar por el amigo que ama. Con el amigo sabemos estar siempre a su lado como nos gozamos de tenerlo a nuestro lado en todo momento, sean los momentos de alegría como de dolor, sean los momentos en que parece que todo va sobre ruedas como en los momentos en que aparecen las dificultades y los problemas.
El sabio del antiguo testamento, del libro del Eclesiástico que venimos escuchando estos días, se hace unas hermosas reflexiones ayudándonos a descubrir lo que son los verdaderos amigos, de los que lo son solo de forma ocasional. Y termina diciéndonos que ‘al amigo fiel tenlo por amigo, el que lo encuentra, encuentra un tesoro; un amigo fiel no tiene precio ni se puede pagar su valor…’
Saber entender lo que es una verdadera amistad nos prepara y predispone para vivir un amor como el que luego Jesús nos enseñará en el evangelio, y también para llegar a vivir con intensidad el amor matrimonial sin ningún tipo de rupturas, como nos habla el texto del evangelio que hoy hemos escuchado. La amistad, por supuesto, la viviremos siempre con personas que pueden ser más afines a nosotros y con los que más fácilmente podemos entrar en una relación y comunión.
Pero si somos capaces de vivir una verdadera amistad, como decíamos, estaremos en cierto modo preparándonos para vivir el sentido del amor cristiano con cuantos nos rodean, como nos pide Jesús. Es un amor generoso y universal el que nos pide Jesús en el que El mismo se nos pone como modelo y ejemplo de lo que ha de ser nuestro amor. Y ya sabemos, por otra parte, como en ese amor que nos pide Jesús que ha de ser nuestro distintivo, una característica es la capacidad de comprensión y de perdón ante cualquier ofensa que podamos recibir. Es la sublimidad del amor que nos enseña y nos pide Jesús.
Esa experiencia sublime de amor nos ayudará también a descubrir y vivir todo lo que es el amor que el Señor nos tiene, con lo que es un camino que nos lleva a descubrir y conocer más y más a Dios, como decíamos al principio. Claro que en ese Dios que es amor encontraremos la luz y la fuerza para vivir la totalidad y radicalidad de lo que es el amor verdadero. El nos regala su Espíritu de amor.
Quienes se aman de verdad han de ser capaces de recomponer una y otra vez cuanto pudiera mermar o poner en peligro ese amor y esa amistad. Y por ahí tendrían que ir las bases también de un auténtico amor matrimonial como nos está enseñando también hoy Jesús en el evangelio. No solo hemos de evitar en todo momento lo que pudiera dañar o poner en peligro ese amor, sino también luego en nombre de ese mismo amor ser capaces de recomponerlo una y otra vez desde esa capacidad del perdón que nos da el amor verdadero.
Cuando escuchaba el texto del evangelio me vino a la mente una imagen que vi en estos días en la que se contemplaba a dos personas muy mayores muy juntitos en su cama a los que se les preguntaba como habían podido ser capaces de estar más de sesenta años juntos. A lo que respondían que eran ellos de la época en que cuando las cosas se estropeaban no se tiraban sino que se arreglaban y se recomponían una y otra vez para poder seguir disfrutando de ellas. Desgraciadamente vivimos en una época en que nada se recompone sino que cuando cualquier cosa se estropea un poco se tira para buscar otra nueva. Así nos va. Creo que la imagen es bien significativa.

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