Como el oro en el crisol nuestra vida se purifica en la prueba del dolor
Eclesiástico, 2, 1-13; Sal. 36; Mc. 9, 29-36
A todos nos gusta que la vida nos brille siempre de
dicha y felicidad; ojalá no tuviéramos problemas ni sombras que enturbien
nuestra vida, sino que todo discurriera como por una senda bien llena de color
y de luz. Pero ya sabemos cuál es la realidad de nuestra vida, pero también
tendríamos que tener la sabiduría y la fortaleza para que nada de todo eso que
nos sucede enturbie nuestra felicidad ni nos haga mermar la intensidad con que
vivimos nuestra vida.
Pero fijémonos por ejemplo en un hermoso diamante que
brilla en todas sus estrías y nos parece lleno de perfección; o si queremos en
un bello objeto de oro que ha sido modelo para hacernos una hermosa figura y
que resplandece también con su dorado color. Pero, ¿cómo han llegado a esos
resplandores y a esos brillos?
Creo que todo sabemos que el diamante cuando sale en
bruto de las entrañas de la tierra no tiene esos resplandores ni esas formas
tan bellas; además realmente el diamante es un carbón que ha pasado por
altísimas temperaturas que han logrado que se convierta en eso, en un brillante
diamante y que ha tenido también que ser artísticamente tallado para lograr
esos primores.
Lo mismo el oro; la pepita que se encontró en el cauce
del río o donde se había excavado para encontrarla tampoco tenía esos brillos
ni esas figuras que ahora vemos resplandecer; primero tuvo que pasar por el
fuego del crisol que le purifique de todas las escorias adheridas al bello
metal y luego trabajado por el artista en el taller para darle esa bella forma
que ahora admiramos en hermoso y artístico resplandor.
Transportemos esas imágenes a lo que es nuestra vida.
Somos por naturaleza más valiosos que el brillante diamante o el
resplandeciente metal del oro. Pero también necesitamos pasar por la prueba que
nos purifique, para que puedan resaltar las cualidades más bellas que puedan
adornar nuestra vida. De eso nos ha hablado el sabio del antiguo Testamento en
un hermoso mensaje.
‘Cuando te acerques al temor del Señor, comenzaba
diciéndonos, prepárate para las pruebas; mantén el corazón firme, sé valiente,
no te asustes en el momento de la prueba’. Somos como el oro que ha de pasar
por el fuego del crisol; serán los problemas, las debilidades de la vida, la
enfermedad quizá, la pobreza y las carencias que tenemos en la vida los que nos
irán purificando y madurando en la vida. Pero si sabemos encontrarle un sentido
y un valor a todo cuanto pasamos todo eso nos purificará, todo eso nos hará
cada día más grandes, todo eso nos hará descubrir las cosas que son
verdaderamente importantes.
Todas esas pruebas nos harán madurar más y más como
personas, y si en ellas vemos también la mano del Señor seguro que nuestra fe
crecerá, madurará, hará que nos sintamos cada día más fuertes en el Señor. ‘Confía en el Señor que El te ayudará;
espera en El y te allanará el camino… el Señor es clemente y misericordioso,
perdona el pecado y salva del peligro’.
Los malos momentos por los que pasamos en la vida no
tienen por qué apartarnos de los caminos del Señor. Serán momentos dolorosos,
pero con como el tallista que hace relucir los resplandores y brillos del
diamante, porque nos ayudarán a sacar lo mejor de nosotros mismos y nos enseñarán
a poner toda nuestra confianza en el Señor. La persona madura no se rebela
contra la prueba sino que sabrá aprovechar cuanto le sucede para purificar y
mejorar su vida. Siempre hay algo bueno que podemos sacar; siempre hay una
lección para la vida que podemos aprender. Y por la fe que tenemos en el Señor
encontramos también la gracia que nos fortalece, la gracia que nos ilumina, la
gracia que nos ayuda a caminar, porque sabemos que el Señor siempre está a
nuestro lado.
Nosotros además, mirando a Jesús, aprendemos también a
darle un sentido y un valor a nuestros sufrimientos si sabemos unirnos al dolor
y al sufrimiento de Cristo en su pasión convirtiéndolos en una ofrenda de amor.
‘Pégate al Señor, nos decía el sabio
del antiguo testamento, no lo abandones,
y al final serás enaltecido’.
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