Controversias en torno a Jesús que se siguen repitiendo hoy
Jer. 11, 18-20; Sal. 7; Jn. 7, 40-53
Sigue la controversia en torno a Jesús por parte de
quienes le siguen y le escuchan, sobre quién es Jesús, de donde procede, cual
es su misión. ‘Unos decían: este de
verdad es el profeta. Otros decían: este es el Mesías… los guardias a su vuelta
comentaban: Jamás ha hablado nadie así…’ Finalmente Nicodemo les hacía
recapacitar diciéndoles que la ley no permite juzgar a nadie sin haberle
escuchado antes y averiguar bien lo que ha hecho.
Pero otros rebaten diciendo que de Galilea nunca ha
surgido un profeta y de allí no puede venir el Mesías, desconociendo quizá
donde realmente había nacido Jesús, en Belén de Judea. Como comenta el
evangelista ‘así surgió entre la gente
una discordia por su causa’.
La controversia no fue solo de entonces, porque la
controversia sigue existiendo en torno a la figura de Jesús después de veinte
siglos. No todos aceptan a Jesús de la misma manera. No todos entienden de la
misma manera su palabra y lo que fue su misión. No todos hoy llegan a confesar
una misma fe en Jesús, mientras tantos hoy siguen rechazándolo también. Vivimos
en un mundo muy variado pero también muy descristianizado porque se ha perdido
el verdadero sentido de Jesús.
Y esto que decimos de Jesús, se dice también de la
religión o se dice de la Iglesia. No nos extrañe en los que son ajenos a la fe,
sino que lo que sí debería de extrañarnos es que esas cosas puedan surgir o
suceder también entre lo que nos decimos creyentes y cristianos, o en el seno
de la Iglesia. Dolorosa es la división de los cristianos que se arrastra por
los siglos; pero dolorosa es la indiferencia o la frialdad de tantos que se dan
el nombre de cristianos pero que no tienen clara su fe en Jesús. Doloroso es el
nuevo ateismo que va imperando en el mundo también de los que han sido
bautizados, pero en los que no se ha despertado la fe o quizá si un día la
tuvieron se ha adormecido o se ha llegado incluso a perder. Con tristeza
podemos contemplar eso en tantos a nuestro alrededor.
Hoy se habla en la Iglesia continuamente de una nueva
evangelización. Y hemos de reconocer que es necesaria porque el evangelio ha
dejado de ser para muchos la sal de su vida y en muchos pueblos y comunidades
ya no es el sentido del evangelio, el sentido cristiano lo que predomina,
incluso en medio de prácticas religiosas. Ya nos hablaba Juan Pablo II de esta
nueva evangelización y nos lo decía también Benedicto XVI, y en nuestras
diócesis y parroquias es una preocupación y una tarea fundamental de nuestra
pastoral buscando cauces y manera para hacer llegar de nuevo la luz del
evangelio a nuestro pueblo. Y ya en las breves horas del Pontificado de nuestro
Papa Francisco nos ha hablado de ello y nos está sugiriendo como hemos de buscar
caminos para ese anuncio del nombre de Jesús y de su evangelio.
Por eso hablamos también muchas veces de ese
redescubrimiento de nuestra fe, de ese fortalecer nuestra fe más y más. Es a lo
que se nos ha convocado en este año de
la fe que estamos celebrando y recorriendo. Como se nos decía en el mensaje de
la Cuaresma que sigue iluminando nuestros pasos ‘la fe nos muestra a Dios que nos ha dado a su Hijo y así suscita en
nosotros la firme certeza de que realmente es verdad que Dios es amor… la fe,
que hace tomar conciencia del amor de Dios revelado en el corazón traspasado de
Jesús en la cruz, suscita a su vez el amor. Y todo esto nos lleva a comprender
que la principal característica de los cristianos es precisamente el amor
fundando en la fe y plasmado por ella’ (mensaje de Cuaresma de Benedicto
XVI).
Que este camino que vamos haciendo en nuestra cuaresma,
dejándonos iluminar cada día por la Palabra de Dios, alimentándonos con la
gracia de los sacramentos, intensificando nuestra oración y nuestro encuentro
vivo con el Señor, nos haga ir dando esos pasos de mayor crecimiento de todo lo
que es nuestra vida cristiana, una vida cristiana impregnada hasta lo más hondo
por el evangelio de Jesús. Si vamos dando con hondura estos pasos llegaremos a
vivir una Pascua muy intensa porque realmente nos sentiremos renovados,
resucitados en Cristo Jesús.
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