El hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino
Is. 65, 17-21; Sal. Sal. 29; Jn. 4, 43-54
El profeta anuncia la salvación como una nueva
creación. ‘Mirad, yo voy a crear un cielo
nuevo y una tierra nueva’. Tan sublime y maravillosa que hará olvidarse de
la primera. ‘De lo pasado no habrá
recuerdo ni vendrá pensamiento’. La salvación llena de gozo al pueblo y
Dios se goza en él. ‘Habrá gozo y alegría
perpetua’.
¿A qué se está refiriendo el profeta? Nos está hablando
de los tiempos mesiánicos; nos está hablando de la salvación que nos viene con
Jesús. Nos está anunciando el Reino de Dios que en Jesús se instaurará. No
habrá llanto, ni luto, ni dolor. La
salvación de Dios viene transformándolo todo. Los signos que Jesús realiza son
señal de esa salvación de Dios que llega.
¿Qué hace Jesús? vencer el mal, el dolor, el
sufrimiento, la muerte. Con Jesús tendremos vida nueva. En Jesús vemos todo eso
se realiza. Ahí están sus milagros como señales. Pero ahí está el camino nuevo
que El nos enseña a seguir para hacer que todo eso sea posible. Si hacemos
cuanto nos dice Jesús pronto veremos esa transformación, ese mundo nuevo
comenzando por nosotros mismos que seremos distintos porque iremos desterrando
de nosotros todo mal.
¿Qué es necesario? Que pongamos toda nuestra fe en
Jesús. Pero tiene que ser toda nuestra fe, radicalmente. Nos fiamos de Jesús,
nos fiamos de su palabra; desde la fe encontraremos esos caminos de
transformación de nuestra vida y de nuestro mundo. No podemos andar con
titubeos ni dudas. Hemos de ponernos en el camino de la fe.
El evangelio que hemos escuchado es un signo de todo
ello. En este texto del evangelio vemos ese proceso de fe que nos llevará a ver
la salvación de Dios. Hasta Jesús viene un hombre, un funcionario real nos dice
el evangelista, que tiene un hijo enfermo en Cafarnaún. Jesús está lejos pues
está en Caná de Galilea, como bien nos recuerda el evangelista Juan donde Jesús
realizó el primer signo de convertir el agua en vino en las bodas.
El hombre le pedía a Jesús que bajase a Cafarnaún para
curar a su hijo que se estaba muriendo e insiste: ‘Baja antes de que se muera mi niño’. Tiene fe, pero apremia porque
duda y tiene miedo. ‘Como no veáis signos
y prodigios, no creéis’, le dice Jesús ante su insistencia. Al final Jesús
le dirá: ‘Anda, tu hijo está curado’.
Y como dice el evangelista ‘el hombre
creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino’.
Se puso en camino no era solo desandar el camino desde
Caná hasta Cafarnaún. Se puso en camino porque creyó, se puso en el camino de
la fe confiando en la palabra de Jesús. Aun no lo había visto pero había
comenzado a creer, se puso en el camino de la fe. Y las obras de Dios se
realizan cuando en verdad nos ponemos en ese camino de la fe. Pronto llegan
hasta él para avisarle que efectivamente su hijo estaba curado. La hora
coincidía cuando Jesús le dijo que su hijo estaba curado y cuando él se había
puesto en camino. Y ahora ‘creyó él y
toda su familia’. Se completó el proceso de la fe.
Viene el Señor con su salvación; viene el Señor a hacer
un mundo nuevo, un cielo nuevo. De ese cielo nuevo y de ese mundo nuevo nos
hablará al final el libro del Apocalipsis como la culminación de la victoria de
Cristo sobre el mal. Es la salvación que nosotros vamos acogiendo en nuestra
vida; es la salvación que sentimos que nos va transformando y creando una vida
nueva en nosotros; es la salvación que aceptamos con fe y que despertará aun
más en nosotros la fe; es la salvación que nos hará ir haciendo ese proceso,
ese camino de la fe en nuestra vida. Señor, que yo crea, pero aumenta mi fe.
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