Creer en Jesús es vivir la vida de Jesús
Flp. 2, 5-11; Sal. 21; Lc. 14, 15-24
‘Tened entre vosotros
los sentimientos propios de una vida en Cristo Jesús’, les dice el apóstol después de
pedirles el ‘mantenerse unánimes y
concordes con un mismo amor y un mismo sentir’, como le escuchábamos ayer.
Ese amor, esa comunión, esa unidad, ese estilo de vida
nuevo alejado de toda envidia y ostentación, siempre en disponibilidad para el
servicio no es otra cosa que vivir la misma vida de Cristo, el mismo estilo de
Cristo, los mismos sentimientos de Cristo. Por eso creer en Jesús no es
simplemente aceptar unas ideas o unos mandamientos, no es el cumplir unas
normas; es algo mucho más profundo, porque es vivir una vida, vivir la vida de
Jesús. Cuando se nos está pidiendo continuamente que conozcamos más y más a
Cristo se nos está pidiendo un vivir. No es un mero conocimiento intelectual,
sino que es una vida que hay que vivir.
A partir de ese primer versículo del texto escuchado de
la carta a los Filipenses que nos ha de dar para mucho pensar, reflexionar y
para sacar muchas consecuencias para la vida, lo que a continuación nos propone
el apóstol en su carta es todo un himno cristológico. Un himno en el que
podemos quedarnos extasiados contemplando toda la maravilla del amor de Dios
que se manifiesta en Cristo y un himno que brota de lo más hondo de nuestro
espíritu como un cántico de acción de gracias a Dios que así nos ha dado a
Jesús.
Es un ir rumiando, pensando, repasando una y otra vez
todo ese misterio de Dios que va apareciendo, pero precisamente en la cercanía
cada vez mayor, cada vez más honda con que el Hijo de Dios se va acercando al
hombre para hacerse hombre. Se despoja de su rango, no hace alarde de su
categoría divina, se anonada, se hace pequeño, se hace el último, se hace
esclavo, pasa por un hombre cualquiera. Era como lo veían sus contemporáneos.
Lo veían tan igual, porque realmente era hombre, que les costaba descubrir la
categoría de Hijo de Dios, aunque Jesús lo manifestara en sus obras, en su
poder, en la sabiduría de sus palabras que no podía ser otra que la sabiduría
de Dios. Es la cercanía de Dios, es el amor de Dios que llega hasta lo más
profundo de hombre.
Nos quedamos en contemplación y seguimos quedándonos
hasta confundidos en cómo se nos va revelando, porque como un hombre cualquiera
se somete a la muerte, pero a la muerte más ignominiosa. No todos supieron
contemplar el sentido de aquella muerte. Muchos se echaron para atrás, porque
al comenzar la pasión se escondieron como le pasó a la mayoría de los
discípulos, y será un ladrón arrepentido el que descubrirá un paraíso y un
reino nuevo al que puede ir tras la muerte de Jesús en la cruz; será un pagano,
un centurión romano el que reconocerá que es un hombre justo e inocente, que es
el Hijo de Dios.
Seguimos contemplando y veremos la mano poderosa de
Dios que lo resucita y lo levanta, ‘le concedió el Nombre sobre todo nombre’
y ya para siempre decir Jesús es decir el Señor. ‘Al nombre de Jesús toda rodilla se doble, toda lengua proclame: Jesucristo
es Señor, para gloria de Dios Padre’ ¿No nos mueve toda esta consideración,
toda esta contemplación a dar gracias a Dios?
Tenemos que contemplarlo, meditarlo una y otra vez,
saborearlo allá en lo más hondo del corazón para que nunca lo olvidemos, para
que no nos vayamos tras otras luces, para que nos busquemos otras sabidurías.
Nuestra sabiduría y nuestra locura la tenemos en la cruz de Jesús. En lo que
aparentemente puede parecer la debilidad de una derrota nosotros encontramos la
fuerza y la victoria.
Todos estamos llamados a ese Reino, a ese banquete del
Reino de los cielos en que Cristo mismo se nos da como la más profunda
sabiduría, la más brillante luz, el alimento más verdadero que nos da vida
eterna, vida para siempre. Algunas veces nos puede suceder como a los invitados
de la parábola que no escuchamos la invitación y nos vamos por otros caminos.
Pero sabemos que Cristo siempre nos busca, nos llama, nos invita, se nos acerca
y se nos ofrece con todo su amor.
Vivamos, pues su vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario