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lunes, 16 de julio de 2012

Vestidos de María con el escapulario del Carmen comportémonos como buenos hijos de tal madre


Vestidos de María con el escapulario del Carmen comportémonos como buenos hijos de tal madre

La devoción a la Virgen del Carmen ha estado muy arraigada desde siempre en nuestro pueblo cristiano en la piedad popular; de ahí cuántos llevan el nombre de la Virgen, el que en casi todas nuestras Iglesias siempre haya una imagen bendita de la Virgen del Carmen muchas veces junto al cuadro de Animas, el que de manera especial marineros y navegantes la invoquen con especial devoción como madre protectora y patrona, y que proliferen las estampas de la virgen o su medalla o escapulario haya estado colgada al cuello de muchos pechos de hombres y mujeres en su devoción a la Virgen.

Es la devoción entrañable a la Madre de Dios que es nuestra madre y que, a pesar que haya otras muchas advocaciones con especial patronazgo sobre nuestras parroquias o territorios, - con cuantos nombres y advocaciones, como piropos a María la invocamos - haya proliferado sin embargo y se haya mantenido esta devoción a la Virgen del Carmen o del Monte Carmelo.

Siempre seremos como niños que queremos sentir a nuestro lado a nuestra madre. Los hijos de María queremos sentir la compañía y la protección de la madre y esta advocación nos hace mirarla como un escudo protector que nos ayuda, que nos libra de peligros y tentaciones y nos conduce siempre por los caminos de Jesús que nos lleven a alcanzar la vida eterna.

Es es en el fondo el sentido del escapulario o de la medalla que llevamos con nosotros de la Virgen del Carmen. Si además tenemos en cuenta lo que era en su origen el escapulario que era algo así como un delantal protector que se ponía durante el trabajo para protegerse de la suciedad o de los daños que se pudieran ocasionar en nuestras labores a la ropa ordinaria que llevamos puesta, comprendemos un poco mejor lo que tiene que significar el llevar el escapulario de la Virgen con nosotros.

Queremos sentir su protección frente a todos los peligros y ya no es sólo el vernos libres de peligros materiales o físicos, sino que en nuestro deseo de seguir el camino de Jesús, el camino de nuestra vida cristiana queremos sentir una fortaleza especial, una protección contra todo aquello que pudiera dañar nuestra alma. Con María a nuestro lado nos sentimos como con un escudo que nos protege.

En el escapulario de la Virgen llevado al cuello, no como un amuleto, sino como un signo de la presencia de María junto a nosotros, nos sentimos seguros porque estando la Virgen a nuestro lado nos sentiremos siempre fortalecidos con la gracia del Señor para no irnos por los caminos del mal o del pecado.

Por ahí va la verdadera devoción a la Virgen. Podríamos decir que el vestir el escapulario - tengamos en cuenta que aunque lo hayamos reducido a la más minima expresión, en su origen era un vestido que nos sobreponíamos - es vestirse de María. Queremos imitarla tanto, queremos parecernos tanto a María que la copiamos en nuestra vida en todo para ser semejantes a ella. Vestirnos de María es vestirnos de sus virtudes, es vestirnos de su fe y de su amor. No nos vestimos como algo externo que nos ponemos, sino que cuando nos vestimos de María es porque desde lo más hondo de nosotros queremos parecernos a ella con sus virtudes, con su fe, con amor, con su santidad.

Y vestidos de María sentimos mejor su protección porque parece que sentimos mejor su cercanía. Mirándola a ella nos sentimos impulsados a luchar por ser mejores, por arrancar todo lo malo de nosotros. Con María a nuestro lado nos sentimos estimulados a ese camino de superación, de crecimiento en nuestra santidad. Y tenemos la certeza además que ella nos alcanza del Señor la gracia que necesitamos. Mediadora de la gracia, intercesora nuestra, madre que ruega por nosotros. Así se muestra siempre María a nuestro lado.

Si vamos vestidos de María, no sólo porque llevamos su medalla o su escapulario o incluso su nombre, sino porque queremos ser buenos hijos que nos parezcamos a la Madre, sentiremos en nosotros el ardor del corazón que nos impulsará siempre a la santidad, para ser un buen hijo de María imitándola en todo. Ella siempre será para nosotros una buena madre, que nosotros nos comportemos con ella siempre como unos buenos hijos. Sabiendo que asi lo hacemos estamos seguros de que estaremos siguiendo el camino de Jesús.

1 comentario:

  1. En el mes del rosario empezando la pandemia durante el mes de octubre solo pues yo llevo anos haciendo los 15 misterio y camino con el escapulario en Medugorie la virge n pidio sacrificio el rodsario completo y ayuno tpidio el ayuno miercoles y viernes yo me abandone al pedido de mi madre y desde la pandemia visto su vestimenta como penitencia solo un mes traigo a colacion porque llegue a una casa y el saludo que me dieron fue entre burla me dijeron que parecia al que vendio a Cristo que es JUdas para mi fue un punal en mi alma me distancie para no recordar el incidente y en mis oracienes se los encomende a la preciosa sangre de CRISTO pero esto me ha hecho reflexionar como esta el mundo

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