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miércoles, 25 de julio de 2012


El camino de santiago nos lleva peregrinos hasta Jesús 
Hechos, 4, 33; 512.27-33; 12, 2; Sal. 66; 2Cor. 4, 7-15; Mt. 20, 20-28

El no estaba allá junto al Jordán cuando los primeros discípulos comenzaron a seguir a Jesús. Estaba su hermano Juan igual que Andres el hermano de Simón cuando el profeta del Jordán había señalado a Jesús como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo y se habían ido con él. Probablemente de la misma manera que Andrés fue pronto a anunciarle a su hermano Simón que habían encontrado el Mesías, por qué no Juan también habría venido a comunicarle a su hermano lo que habían descubierto.

Ahora junto a la orilla del lago cuando aquel profeta que había surgido les invitó a él y a su hermano, - ‘venid conmigo’- , como lo había hecho con los hermanos Simón y Andrés, a seguirle para hacerlos pescadores de hombres, lo habían dejado todo, las redes, la barca, su padre, los jornaleros, para irse con Jesús. De nuevo en las agua de aquel mismo lago tras una pesca milagrosa en la que habían ido a echar una mano a Simón y Andrés por la redada tan grande que habían cogido, que se les rompían las redes, habían escuchado de nuevo la invitación. ‘Os haré pescadores de hombres’.

El seguimiento a partir de entonces había sido constante. Su camino era ya el camino de Jesús. Formaría parte del número de los doce elegidos para ser apóstoles y enviados, pero con una predilección especial junto con su hermano y Simón Pedro Jesús los llevaría consigo a momentos especiales para ser especiales testigos de las maravillas de Dios que se manifestaban en Jesús. 

Caminarían al paso de Jesús con todo lo que eso podría significar y los caminos nuevos que se abrirían para sus vidas. Subirían con Jesús a lo alto del Tabor para verle transfigurado y contemplar la gloria de Dios que se les manifestaba en maravillosa teofanía. Caminos de ascensión y de mirada hacia lo alto para llenarse de trascendencia y llenarse de Dios. Serían escogidos de manera especial en la casa de Jairo para ser testigos de la resurrección de la niña. Caminos abiertos al amor y a la solidaridad ante el sufrimiento que impulsan siempre a actuar para la vida. Pero Santiago, Juan y Pedro serían extraordinarios testigos de la agonía y de la oración de Jesús en el huerto antes de la pasión, pero a quienes se les pediría además una vigilancia especial. Caminos de interiorización e iluminación que solo en la oración podemos encontrar.

Su camino quería ser el camino de Jesús aunque no siempre fuera fácil, porque surgían confusiones en lo que se esperaba del Mesias y las ambiciones aparecen facilmente en el corazón. siempre surgía entre los discípulos aunque estuvieran muy cerca de Jesús los sueños y aspiraciones por primeros puestos a pesar de todo lo que Jesús les había enseñado. Lo hemos escuchado  hoy en el evangelio.

Pero estaban dispuestos a beber el cáliz. Los primeros puestos serían los del servicio y los del amor. Desde ese amor caminaría Santiago lleno del Espíritu los caminos del mundo anunciando el evangelio. La tradición nos lo sitúa en España en corto tiempo después de Pentecostes y así nos consideramos nosotros herederos de la fe que él anunció. 

Dispuesto a beber el cáliz sería el primero de los apóstoles que diera su vida por el nombre de Jesús. Los Hechos de los Apóstoles nos narran las dificultades y persecusiones que tuvieron los apóstoles desde el primer momento plor anunciar el nombre de Jesús como nuestro único Salvador. Con detalle nos hablan de las prisiones y las comparecencias ante el Sanedrín de Pedro y Juan tras la curación del paralítico de la Puerta Hermosa, y más tarde el martirio de Esteban, el protomártir. Pero pronto aparecerá, como hemos escuchado hoy, el martirio también de Santiago. ‘El rey Herodes hizo pasar a cuchillo a Santiago, el hermano de Juan’. 

Una tradición secular situará la tumba del Apóstol en Compostela allá en las cercanías de Finisterre, el fin del mundo conocido entonces. Historias, quizá llenas de leyendas, nos traen los restos del apóstol hasta Galicia, donde tras manifestaciones prodigiosas se encuentra la tumba del Apóstol en torno a la cual se levanta la catedral que se convertiría en centro de peregrinaciones para el mundo cristiano ya desde la edad media junto con Roma y los Santos lugares, como sigue siéndolo hoy día. 

El camino de Santiago es el que trajo a los peregrinos y penitentes desde todos los rincones de Europa entonces, y ahora tendríamos que decir que desde todo el mundo, buscando la gracia y el perdón de los pecados tras ese camino penitente en el encuentro con el Señor. Desde muchas motivaciones se hace hoy el camino de Santiago, pero en su origen era un camino de penitencia en la búsqueda del perdón y de la gracia del Señor por los propios pecados. Hoy se tiende a mirar como un trasiego y encuentro de culturas en gentes que recorren el camino desde los diferentes lugares del mundo. 

Sin negar todo ese valor cultural que puede tener, y que fue base también de la construcción de Europa, creo que como creyentes tendríamos que fijarnos mejor en el camino interior que hace cada persona en ese ir hasta la tumba del apóstol. He tenido la suerte de ser testigo y confidente de corazones que han hecho ese camino. Es camino de encuentro con uno mismo, de encuentro con Dios y de encuentro con los demás haciendo resaltar las cosas y los valores más hermosos que llevamos dentro de nosotros.  

Hagamos o no hagamos fisicamente ese camino de Santiago - no todos estamos en condición de poderlo hacer - sin embargo ese otro camino interior que nos lleve a la búsqueda de una profunda espiritualidad, a la búsqueda del verdadero sentido de la vida, el verdadero sentido del hombre, creo que es un camino al que todos si estamos invitados a hacer. 

Cuando fuimos haciendo un repaso por esos momentos del evangelio donde va apareciendo la figura de Santiago, como la del resto de los apóstoles, hablamos de un camino que iba haciendo Santiago que era seguir el camino de Jesús. No sin dificultades, decíamos, porque dentro de cada uno van surgiendo muchas cosas, muchos tropiezos y obstáculos a ese camino. Santiago, con sus dudas, confusiones y ambiciones incluso, sin embargo se dejó conducir por el Señor. Fue decidido su ‘podemos’, ante la pregunta de Jesús sobre beber el cáliz que El había de beber.

De la mano y con el ejemplo del apóstol intentemos hacer nosotros también ese camino, camino de Santiago, que es realmente el camino que nos lleva hasta Jesús. Un camino de crecimiento interior, de purificación y de iluminación de nuestra vida. Un camino hecho de silencios, como es en parte el camino de Santiago, porque en ese silencio podremos escuchar la verdad de nuestro corazón, pero podremos escuchar la verdad de la voz de Dios que nos habla. Un camino de apertura a lo trascendente, porque quienes hacen ese camino miran mucho a las estrellas, miran mucho a lo alto, pero un camino abierto también a la solidaridad porque no es un camino de solitarios, aunque cada uno hace su camino, pero lo hacemos juntos caminando hacia una misma meta.

Creo que estos pensamientos nos vienen bien en este día en que celebramos la fiesta del Apóstol que trajo el primero el anuncio del evangelio de Jesús a nuestras tierras y al que proclamamos patrono y cuidador de nuestra fe, de nuestro camino de creyentes. Que todo ese camino nos lleve siempre al encuentro con Jesús. Dejémonos encontrar por El.

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