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miércoles, 12 de enero de 2011

Busquemos a Jesús y su salvación: Palabra y oración

Busquemos a Jesús y su salvación: Palabra y oración

Hebreos, 2, 14-18; Sal. 104; Mc. 1, 29-39

‘Su fama se extendió en seguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea’. Así terminaba la perícopa que se nos proclamaba ayer.

Es lo que nos refleja también el texto de hoy. Será primero la suegra de Simón, luego se agolpará a la puerta la población entera trayendo todos los enfermos e impedidos. ‘Al salir de la sinagoga fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre y se lo dijeron. Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles’. Más tarde ‘curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios…’

Ya comentábamos ayer que con Jesús se están dando las señales del nuevo Reino de Dios. las curaciones diversas que realiza son signos de esa salvación que Jesús nos viene a ofrecer. No podemos ver el milagro por el milagro, aunque los hombres nos sentimos tentados fácilmente a pedir el milagro que nos resuelva las cosas. Claro que contamos con el poder de Dios. Es el Señor todopoderoso que nos ama y está a nuestro lado en nuestras dificultades o debilidades. Y manifiesta su amor por nosotros ayudándonos en nuestras necesidades. Pero ¿sólo buscamos a Dios como un resuelve problemas?

No deja Jesús de curar a los que vienen a El, pero en el texto escuchado podemos descubrir algo más que nos ofrece. El viene a ofrecernos su salvación. Es el anuncio que nace cuando proclama el Reino de Dios. Y quiere además que esa salvación llegue a todos porque para salvarnos a todos ha venido. Lo podemos ver expresado en diversos detalles de este texto.

Primero en su conciencia de enviado del Padre no puede faltar esa comunicación íntima y profunda con El. Cuánto nos enseña. ‘Se levantó de madrugada y se fue al descampado y allí se puso a orar’.

Cuando vienen a buscarle – ‘todo el mundo te busca’, le dice Simón Pedro cuando lo encuentra en el descampado – El manifiesta que ha venido para todos y a todos ha de ir a anunciar el Reino. ‘Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas a predicar también allí que para eso he venido’. A predicar. El Reino de Dios tiene que seguirse anunciando por todas partes. Todos han de conocer la salvación que nos ofrece. No es sólo, entonces, los milagros sino el anuncio de la Palabra que ha de hacer. ‘Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demonios’. Anuncio de salvación y señales de esa salvación al ir expulsando el mal.

Ya decíamos cuánto nos enseña. Queremos escuchar a Jesús. Queremos vivir su salvación. A El tenemos que ir, con ahinco tenemos que buscarle. ¿Cómo lo vamos a encontrar? Dos detalles hermosos nos ofrece este texto del evangelio. A Jesús lo vamos a encontrar en la Palabra que se nos proclama; allí le vamos a conocer, nos vamos a impregnar de su mensaje de salvación. Escuchándole nos vamos a empapar de evangelio, nos vamos a empapar de su vida, de esas actitudes nuevas, de esos valores que nos enseña, de ese nuevo sentido de vivir.

Pero hay algo más para encontrarle. Le vamos a encontrar en la oración, la oración personal y la oración comunitaria que hacemos en nuestras celebraciones. Oración personal, diálogo en un tú a tú de amor con Dios, sintiéndonos en su presencia, inundándonos de su inmensidad, metiéndonos en la hondura profunda de ese pozo de amor que es su corazón. Busquemos esa paz del encuentro vivo con el Señor. Que nuestra oración sea en verdad ese llenarnos de Dios. Que hagamos ese silencio del espíritu, en nuestro espíritu, para que podamos escuchar ese susurro de la voz de Dios que nos habla allá en lo más hondo de nuestro corazón. Una oración llena de paz, una oración sin prisas, una oración de apertura profunda de nuestro yo, de nuestro corazón a Dios.

Tendríamos que hablar también de la oración de nuestras celebraciones. Que sean en verdad celebraciones vivas, orantes, de escucha de Dios, de alabanza al Señor y acción de gracias en comunión con los hermanos; por eso decimos que son comunitarias. Mucho tendríamos que decir, pero baste esto en esta ocasión.

Busquemos al Señor para sentir su salvación viva en nuestra vida.

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